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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El móvil

Cuarenta y cinco mil millones de euros dan para mucho. Y en España estamos muy necesitados de que mejoren nuestras infraestructuras. A los enfermos de ELA, este dispendio con Marruecos no les ha consolado

Actualizada 01:30

Mis amigos conocen mi alergia a los teléfonos móviles. A punto estoy de jubilar, después de 12 años, mi LG de baquelita con tapa protectora, y sustituirlo por un precioso Samsung GT-C3592, de muy similares características. Llamo y me llaman, que son las funciones primarias y fundamentales de los teléfonos. No abultan apenas y resultan muy asequibles para cualquier bolsillo. El móvil más caro del mundo no pertenece a ningún jeque árabe bañado en petróleo. Su propietario era el presidente del Gobierno de España, pero lo perdió. Lo tiene en su poder Mohamed VI, Rey de Marruecos, y guardan una copia los servicios secretos de Israel, el célebre Mossad. Su precio actual es de 45.000 millones de euros, que es la suma que Sánchez ha prometido invertir en Marruecos a cambio del silencio. Un móvil carísimo. Esa cantidad abrumadora podía haberla destinado a inversiones en España, porque han sido los españoles, mediante los impuestos, los que han reunido ese dineral que se va a perder en Marruecos. Pero Sánchez, inesperadamente, algo alertado por noticias y rumores comprometidos, ha decidido invertirlos en el Reino alauita «para modernizar sus estructuras». Me figuro que los extremeños, que tienen una línea ferroviaria que ya estaba obsoleta en la Primera Guerra Mundial, allá por 1914, se habrán sentido desplazados. Como los enfermos de ELA, a los que se les niega una cantidad menor, 38 millones de euros, para vivir con dignidad y cuidados el último tramo de su vida. Una delegación de enfermos de ELA visitó hace unos días el Congreso de los Diputados y fueron amabilísimamente recibidos por cinco congresistas. La traducción a ese desprecio no es otra que desearles un pronto fallecimiento y que dejen de darles la lata con peticiones inasumibles. Cuarenta y cinco mil millones de euros para mejorar las infraestructuras de Marruecos, y ni un puto euro para aliviar el sufrimiento de enfermos españoles sufrientes de la esclerosis lateral amiotrófica. Cuarenta y cinco mil millones a cambio del silencio del móvil de los Sánchez, y nada para los agricultores españoles. Cuarenta y cinco mil millones para inversiones hidrográficas en Marruecos, y aquí seguimos bebiendo de los pantanos construidos por Franco con una economía lastrada por la Guerra Civil, unos impuestos ridículos, y que simultáneamente dio de sí para levantar cuatro millones de viviendas sociales. Se trata pues, del móvil más caro del mundo, que guarda charlitas y datos de presumibles negocios particulares de cercanísimas personas al presidente del Gobierno. Con este sistema para mantener el secreto de ese móvil, Marruecos hará lo posible para mantenerlo en silencio. El problema es que el Mossad, harto de las simpatías mostradas por Sánchez y su Gobierno al terrorismo de Hamás, decida gastarle una jugarreta. Y al final, va a resultar que los marroquíes se beneficien de esos 45.000 millones de euros a cambio de un silencio que otros no respetarán.

Y de golpe, lo de Koldo, el guardaespaldas de Ábalos, que no se ha enterado de nada. Cobraba, presuntamente, comisiones por vender mascarillas. Y se apunta que a Marlasca le vendió 3.500.000 de euros en mascarillas, y a la presidente de Mallorca, hoy sentada con su ignorante trasero en la presidencia del Congreso, le endilgó una partida de 10.000.000 de euros en mascarillas. Ya hay 20 detenidos y el asunto promete.

Un móvil con un contenido valorado en 45.000 millones de euros tiene su intríngulis. El bien que haría ese dinero a España, a la agricultura, la industria, la sanidad, las obras públicas, la construcción de nuevos pantanos superando las trabas de los ecologistas, la educación, la auténtica Cultura, el alivio fiscal, la construcción de nuevos hospitales… Cuarenta y cinco mil millones de euros dan para mucho. Y en España estamos muy necesitados de que mejoren nuestras infraestructuras. A los enfermos de ELA, este dispendio con Marruecos no les ha consolado. Como a la España vaciada, como a la España calcinada, como a la España que lo soporta todo.

Si algo sobra, para Cataluña y su independencia.

Joé con el dichoso móvil.

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