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03 de mayo de 2024

Aire libreIgnacio Sánchez Cámara

El método y el fin

Su pretensión es clara: la ETA en las instituciones y la derecha fuera de ellas

Actualizada 01:30

El método es la mentira. El fin, la hegemonía definitiva del frente. Esta es la verdad de lo que nos pasa.
La mentira no es algo accidental a lo que, en algunos casos, se recurre. Es el método mismo; casi el fin. La soberanía reside en la mentira. Vivimos bajo su imperio, su dictadura. Veamos el ejemplo más reciente, la ley de amnistía. Todavía no aprobada, pero solo podemos acogernos al anuncio de la entrada del infierno de Dante: abandonad toda esperanza.
Primera mentira: la ley es totalmente constitucional. En su versión más «jurídica», hay que esperar a la decisión del Tribunal Constitucional. Falso. La ley es inconstitucional, pues si la Carta Magna prohíbe los indultos generales, con mayor razón rechazará las amnistías particulares, y consagra la igualdad de los españoles ante la ley, negada por una norma que perdona los delitos según quién los haya cometido y dónde. El Tribunal Constitucional no es omnipotente. Sus miembros pueden equivocarse y prevaricar. La última palabra jurisdiccional la tiene el Tribunal Supremo. Diga lo que diga el Tribunal Constitucional, un referéndum de autodeterminación sería contrario al precepto constitucional que establece que la Constitución se fundamenta en la unidad indisoluble de la Nación española.
Segunda mentira: la ley es el fruto del diálogo, la negociación y el acuerdo. Falso. Consiste en la aceptación total de la posición de una de las partes como pago del apoyo en la investidura y para que la Legislatura no decaiga. La primera versión de la ley no satisfizo al prófugo y sus secuaces y hubo que cambiarla a su total gusto. No es el resultado del diálogo, sino de la extorsión.
Tercera mentira: no hay incumplimiento del programa electoral ni mentira; solo rectificación. Falso. No solo no estaba en el programa electoral, sino que se había rechazado muchas veces y se había anunciado que sería inconstitucional. Ahora es un modelo que será imitado en todo el cosmos. Por eso, pretender que su aprobación es lo que apoyaron los electores es una mentira y una estupidez, es decir, una estúpida mentira. Pero incluso si fuera posible hablar de rectificación, lo único que había cambiado era el resultado de las elecciones generales y la necesidad de los siete votos de Junts.
Cuarta mentira: Es una norma plenamente europea y apoyada por la Unión y por la Comisión de Venecia. Falso: la Unión Europea no la avala en su integridad y la está estudiando. La amnistía es posible, pero no del modo en que la plantea el Gobierno: con prisas, sin acuerdo general y dividiendo a los españoles. La Comisión de Venecia, que no está formada solo por países de la Unión y democráticos, tampoco lo avala.
Quinta mentira: constituye un medio idóneo para recuperar la concordia, la convivencia y la reconciliación. Falso. El Gobierno acaba de reconocer que quizá más de la mitad de los ciudadanos no entienden la medida o directamente se oponen a ella. Pero no saben lo buena que es y los efectos benéficos que procurará. Debemos esperar. Quizá seamos tontos o miopes. No. No es el fruto del consenso, sino de la extorsión. Ha dividido profundamente a los españoles y no ha conseguido ningún cambio en la voluntad separatista del separatismo. Lo que es bastante natural.
Sexta mentira: entraña la solución del «problema catalán». Falso. Si hay un problema catalán más allá del secesionismo violento, la solución consiste en plegarse a la íntegra voluntad de una de las partes. Desde luego, una forma de acabar con un problema es dar la razón a una parte. Se divisa ya la autodeterminación. Ignoro cómo encajará en la Constitución. Siempre habrá algún «jurista» dispuesto.
Séptima mentira: es equiparable, y aún mejor, a la amnistía de 1977. Falso. Aquella fue general, para las dos partes y buscaba la concordia y la democracia. Esta favorece la discordia y la dictadura. Probablemente haya más mentiras, pero basten siete.
La infamia se ha consumado. Es solo un capítulo más, si bien muy grave, del proceso. Su pretensión es clara: la ETA en las instituciones y la derecha fuera de ellas. A esto llaman concordia y democracia. La mentira es el método. La hegemonía definitiva del frente comunista y separatista, el fin.
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