Gran gestor
No puedo sintonizar el Canal Red de televisión, cuyo director y máximo responsable es el empresario Pablo Iglesias Turrión
Vivo en un valle. Se conoce como el Valle de los Laureles. La leyenda local sostiene la teoría de que su nombre viene del paso de Roma por estos lares. Y que en el Valle de los Laureles se confeccionaban las aureolas laureadas que coronaban a los héroes militares y atletas de Roma. Pero vivir en un valle también tiene sus inconvenientes. No puedo sintonizar el Canal Red de televisión, cuyo director y máximo responsable es el empresario Pablo Iglesias Turrión. Se dice que el propietario es un muchacho de Barcelona, un tal Roures, pero que la gestión del importante canal televisivo es responsabilidad exclusiva del astuto y competente empresario vallecano domiciliado en la urbanización La Navata del municipio de Galapagar. Red tiene muchos significados. Aparejo trabado, tejido de mallas, redecilla para el pelo, confluencia de calles, conjunto de elementos organizados para un mismo fin, arte de pesca, y plano flexible de una portería de fútbol que, en las jugadas que culminan en gol, impide que el balón traspase su flexible tope para machacar las narices de los espectadores situados detrás de las porterías. Es decir, la red es también la superficie de mallas entrelazadas que carecen de sentido y utilidad cuando Mbappé es el encargado de lanzar los penaltis en el Real Madrid.
Pero en el caso que nos ocupa, Red es la consecuencia de una inteligente traducción literal del español al inglés. En español, rojo. En inglés, red. De tal forma que se supone que el Canal Red de Iglesias Turrión se traduce como Canal Rojo, que es detalle de alta precisión interlingüistica con carácter «sostenible». Un canal de televisión prodigiosamente administrado. Entre las millonadas que perciben las grandes estrellas de Televisión Española - el tal Broncano, la tal Inchaurrondo-, y lo que cobran los becarios que trabajan en el Canal Red,
se establece una abismal diferencia. Claro, que Broncano e Inchaurrondo cobran sus honorarios del dinero público, es decir, del dinero de los impuestos que atracan a los españoles, y en el Canal Red, los abusos se detienen gracias a la habilidad del empresario de Galapagar, que no parece compartir con Amancio Ortega o Juan Roig la generosidad para con sus empleados. Porque, según nos informa Cristina Blanco en El Debate, los estudiantes en prácticas del Canal Red ingresan 2,27 euros por cada hora de trabajo, que a mi manera de entender y analizar las cosas, es un pago que podría ser calificado por la sensibilidad de las izquierdas, como una «cabronada sostenible» de muy complicada superación.
Más aún, cuando en sus tiempos de vicepresidente del Gobierno de Sánchez, el empresario de Galapagar propuso la creación de un Estatuto (año 2017) por el cual se obligara a las empresas a pagar a los estudiantes y becarios en prácticas el Salario Mínimo Interprofesional. El capitalismo es así. Ahora se entiende lo de las 11 cuentas corrientes de Begoña Gómez con apenas 4 euros en cada una de ellas. Está claro que Begoña Gómez hizo sus prácticas en Canal Red.
No obstante, me parece feo, y feo es poco, que unos empresarios tan sutiles y prósperos, como Iglesias Turrión y su mujer, novia, compañera de hecho o amiga coyuntural, Irene Montero, que hoy se mueven en posibles sobrantes procedentes de España y Europa, no aporten una ridícula cantidad de dinero para que los becarios y estudiantes en prácticas de Canal Red, perciban, al menos, tres euros por cada hora de trabajo. Ignoro el número de becarios, pero equilibrar sus esfuerzos con el pago de 3 euros, en nada afectaría a la economía familiar de los Iglesias- Montero, y evitaría críticas innecesarias. Desembolsar por cada becario 63 céntimos de euro por cada hora trabajada, no puede estimarse como una acción de jubilosa generosidad, pero si de redondeo. Tres euros por hora trabajada seguirá siendo una porquería y un abuso de la ultraderecha contra la clase obrera, pero disfrazaría a la mona.
Ser empresario y gestor de un gran canal de televisión tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Reconozco las dificultades de una brillante gestión financiera, pero la situación de esos jóvenes en Canal Red, me preocupa sobremanera.
Claro, que al no poder sintonizarlo en el Valle de los Laureles… ojos que no ven, corazón que no siente.
Arriba los pobres del mundo, en pie famélica legión.