Querido alcalde: con afecto, pero cabreado
Creo que es de justicia pedir que la información sobre estos cortes sea mucho más detallada. Para empezar el Ayuntamiento tiene en el calendario estas actividades con muchos meses de antelación. Dos veces al año nos pueden hacer llegar lo programado para el siguiente semestre y qué tipo de corte habrá
Tengo un desencuentro con todos los alcaldes de mi ciudad que desde hace tiempo decidieron convertir las calles en un circuito para que una minoría disfrute de la ciudad a costa de la mayoría que no comparte sus aficiones. El sábado pasado estaba yo felizmente descansando en Alcaudete de la Jara, Toledo y tenía programado regresar el domingo por la mañana para almorzar con mi mujer y mis hijos. Momento en que mi hija mayor interrumpe mi modorra y me golpea: «Mañana hay maratón». Se acabó el descanso y me volví a casa en Madrid para no padecer otro bloqueo del acceso a mi domicilio junto a la plaza de Emilio Castelar.
Lo del maratón de este año fue menos grave que otras cosas. Con bastantes vueltas probablemente hubiera podido llegar hasta la puerta de mi garaje. Pero para eso, es imprescindible un cambio radical de actitud por parte del Ayuntamiento que debe dar mucha más información a los ciudadanos. Cuando ya salí corriendo hacia Madrid tenía en la cabeza el corte que me encontré el pasado 8 de septiembre cuando llegué a 90 metros de mi casa sobre las 18,00. A partir de ahí todo cortado por vallas y policía. Pero cortado hasta el extremo de que dejé el coche aparcado en la calle y tuve que dar una vuelta de aproximadamente 1,2 kilómetros cargando con mis enseres para llegar al portal de mi casa que está a menos de 100 metros de donde dejé mi coche. ¿Se puede hablar genéricamente de cortes cuando no tiene nada que ver un caso y otro?
Y ahora me encuentro con que el Ayuntamiento de Madrid aprobó ayer conceder a la Vuelta Ciclista a España la Medalla de Honor de la Ciudad de Madrid. Desde luego no en mi nombre. Es lo que me faltaba. Me dicen que ésta de los cortes callejeros es una tasa que tengo que pagar por vivir en una zona privilegiada de la ciudad. A cualquier cosa le llaman privilegio. Esto me recuerda mucho al caso de aquel populista, Juan Hormaechea Cazón, que fue alcalde de Santander entre 1977 y 1987 y más tarde presidente de Cantabria. A Hormaechea se le ocurrió horadar con explosivos los acantilados de la Península de La Magdalena para crear así unas piscinas «naturales» para soltar allí focas. Pero la genialidad del populista fue que los costes de aquella gran obra no los pagaran todos los santanderinos sino los vecinos que vivíamos en el entorno del Palacio de la Magdalena como supuestos primeros beneficiarios. Ya se pueden imaginar que el beneficio se tradujo en miles de personas, coches y autobuses invadiendo nuestras calles para ir a ver a las focas. Recuerdo un día en que un coche con matrícula de Palencia poco menos que aparcó en la cocina de nuestra casa. Recuerdo volver un día a casa y decir a mi padre que había visto a todas las focas dormidas. Su respuesta fue cortante: «Mejor, como se despierten me hacen pagarles la carrera». Afortunadamente, todavía no tengo que pagar impuestos extra por disfrutar de la maratón y la vuelta ciclista desde mi ventana. Pero el principio que se aplica a los que vivimos en una zona que consideran privilegiada tiene las mismas consecuencias.
Creo que es de justicia pedir que la información sobre estos cortes sea mucho más detallada. Para empezar el Ayuntamiento tiene en el calendario estas actividades con muchos meses de antelación. Dos veces al año nos pueden hacer llegar lo programado para el siguiente semestre y qué tipo de corte habrá. E igual que nos pueden hacer llegar los impuestos y las multas personalmente, podrían crear un programa informático que informe con detalle a los vecinos de cada portal sobre cómo va a afectarle el tipo de corte que se va a hacer.
Creo que sabes, querido alcalde, que con el afecto que te tengo sólo pretendo ayudarnos un poco a todos. No puedo entender que un maratón de 42 kilómetros apenas tuviera tres o cuatro por la Casa de Campo. Además de ser tres carreras sucesivas y simultáneas: maratón, medio maratón y 10 kilómetros. Yo hago todos los fines de semana que estoy en Madrid casi 10 kilómetros entre Emilio Castelar y la Plaza de Castilla –por cierto, el estado de las aceras es penoso– Pero no molesto absolutamente a nadie.
Por cierto, una gratitud. El año pasado el ruido atronador de la megafonía instalada en la salida de Emilio Castelar se desató a las 8,00 de la mañana. Este año no lo hizo hasta las 8,40. Fue una mejora muy apreciada.