El PSOE no está agonizando
Ante los casos de corrupción en sus filas, y a diferencia de lo que ocurre con los votantes de la derecha, la izquierda se tapa la nariz y vota obedientemente. Y, en algunos de los casos, están tan acostumbrados a la pestilencia que no les hace falta ni taparse la nariz
Estamos en un momento crítico de nuestra historia. El grado de corrupción que asola al presidente del Gobierno es incomparable con nada que hayamos conocido. Sí, hubo una muy grave corrupción en el final del felipismo cuando vivimos simultáneamente los casos del director general de la Guardia Civil, del gobernador del Banco de España, de la directora del Boletín Oficial del Estado…
Aquella corrupción en instituciones muy relevantes del Reino de España llevó a la caída del PSOE en las elecciones de 1996 a las que todavía se presentó Felipe González como cabeza del partido por séptima vez consecutiva. Pero perdió las elecciones, aunque nada más que por la mínima. El PP apenas le sacó 290.328 votos, un 1,16 por ciento de los emitidos de diferencia. Y más pasmoso todavía, el porcentaje de voto del PSOE tras toda la basura descubierta en esos años había subido en un 3 por ciento. Su corrupción hizo que el PP incrementara su voto en un 18,5 por ciento. Pero no quitó ni un voto al PSOE. Le dio más. Quedó claro que, ante los casos de corrupción en sus filas, y a diferencia de lo que ocurre con los votantes de la derecha, la izquierda se tapa la nariz y vota obedientemente. Y, en algunos de los casos, están tan acostumbrados a la pestilencia que no les hace falta ni taparse la nariz.
Estos datos, genéricamente, no son tan distintos de lo que estamos viviendo hoy. Pero sí hay algunas diferencias relevantes. En primer lugar, la corrupción está mucho más cerca del presidente del Gobierno: su mujer, su hermano, el fiscal general del Estado, sus dos manos derechas sucesivas en el partido. Todo eso roza su intimidad. Luis Roldán, Mariano Rubio o Carmen Salanueva distaban de Felipe González un mundo comparado con el entorno de Sánchez que está bajo la lupa.
Y en medio de todo esto, después de conocerse el informe de la UCO, El Debate publicaba la última encuesta de Target Point según la cual el PSOE mantenía una intención de voto del 26,3 por ciento. Sí, es una pérdida de más de 5 puntos respecto al resultado de julio de 2023. Pero por más que lo digan muchos analistas por los que tengo el mayor respeto, no es verdad que el PSOE esté agonizando. Quizá el sanchismo acabe perdiendo el control del PSOE —aunque hoy por hoy no me parece probable que ocurra— pero en este minuto del partido, con más de un 25 por ciento de intención de voto, augurar al PSOE un futuro como el de los socialistas franceses, italianos o griegos creo que no está en el mundo real.
Como bien dijo Manuel Fraga cuando era ministro de Información y Turismo Spain is different. Aquí la fidelidad al partido es inquebrantable por más grave que sea lo que puedan haber hecho sus dirigentes. El artículo de Javier Cercas ayer en El País «La mayor victoria de Pedro Sánchez», no por bienintencionado cambia este panorama. El PSOE mantiene una inmensa fortaleza. Los hay que si pillaran a Sánchez violando a una anciana seguirían votando al PSOE con tal de que no gobierne «la derecha». Y así nos luce el pelo.