Al pie del cañón
Para cuando Sánchez quiso interesarse por lo que ocurría en Galicia, Rueda ya llevaba más de 48 horas al frente del comité de emergencias
España tiende a arder en verano, por culpa de descuidos, del calor y de los pirómanos. De ahí la importancia de invertir en la prevención de incendios, una partida que Sánchez ha reducido a casi la mitad desde que está en el Gobierno. Porque, una vez prendido el fuego, apagarlo no es sencillo y la situación puede derivar en una catástrofe como la de este verano.
Galicia ha vivido el peor incendio de su historia, con más de 30.000 hectáreas calcinadas. El fuego se fue expandiendo desde Larouco a otros ocho municipios y traspasó la frontera de las provincias de Orense y Lugo. Cada minuto que pasaba era más difícil sofocar las llamas.
Por eso, la Xunta puso en marcha desde el primer momento un gabinete de crisis al frente del cual se situó el presidente Rueda, mientras Pedro Sánchez seguía de vacaciones en Lanzarote, bajo la sombrilla. Para cuando el presidente del Gobierno quiso interesarse por lo que estaba ocurriendo en Galicia, Rueda ya llevaba más de 48 horas al frente del comité de emergencias habilitado para la ocasión. Y lo hacía sin levantar la voz ni perder tiempo en contestar los exabruptos que llegaban desde el Gobierno. Óscar Puente bromeaba con lo «calentita» que estaba la cosa y Rueda se limitaba a decir que «allá cada uno con su implicación». Puente estaba en Almería y Rueda, visitando incendios y apoyando a los equipos de extinción.
El presidente de la Xunta acudió en solitario a las zonas afectadas. Fue también con Feijóo. Volvió a ir con Sánchez cuando este decidió cambiar el bañador por su camisa verde de ver incendios. Regresará este jueves a Orense para acompañar a los Reyes en su visita. Y lo hará otra vez el viernes para un Consejo extraordinario en la provincia más perjudicada por las llamas, donde aprobará un buen número de ayudas para paliar la catástrofe.
Son diferentes formas de gestionar una emergencia. Mientras Sánchez se desentendió y cargó la responsabilidad a las autonomías, Rueda trabajó en silencio, sin ruido ni confrontaciones, porque lo importante no era ganar votos, como pretendía Moncloa, sino apagar las llamas. Se limitó a reclamar medios cuando los necesitaban. Algunos llegaron, otros no. Y así se extinguió el fuego. Ahora toca la reconstrucción.