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en el recuerdoAlfonso Ussía

Guillotina

A mí, personalmente, esa obsesión por conducir al Rey Felipe VI a la guillotina, se me antoja, además de una cursilería, un ejemplo de muy mala educación. La guillotina era eficaz, pero sólo un Rey, Luis XVI de Francia y su coqueta esposa María Antonieta, tuvieron involuntario acceso a su cuchilla

Act. 10 dic. 2025 - 11:17

Los podemitas son partidarios de la guillotina. Sienten una extraña predilección por ella. Lo eran pocos años atrás y por lógica, lo siguen siendo. Reclamaban la guillotina cuando no eran nada, y ahora, que siguen abrazados a la nada y la indolencia, pero forman parte del Gobierno de España, de acuerdo con sus mensajes en las redes sociales, no hay duda de que sus deseos son públicamente demostrables. Tiene que resultar algo molesto ser el vicepresidente o la ministra de Contagios del Gobierno de una Monarquía Parlamentaria, y toparse con frecuencia con el cuello del Rey, que, por otra parte, le saca tres cabezas a los cuellos que sostienen las cabezas de quienes sueñan con guillotinarlo. Irene Montero, la Ministra de Igualdad y Contagios, ya se refería en 2013 a la guillotina con estas amables palabras y excepcionalmente, sin faltas de ortografía: «Felipe no serás Rey, que vienen nuestros recortes y serán con guillotina». Pocos meses más tarde, insistía en el artefacto preferido de Robespierre. «Cualquier Rey que pase por la guillotina es bienvenido». El vicepresidente de Moños y Similares, Pablo Iglesias, que cohabita con la ministra de Igualdad y Contagios, también coquetea con la guillotina. «Hacen falta más recortes, sí… pero con guillotina».

A mí, personalmente, esa obsesión por conducir al Rey Felipe VI a la guillotina, se me antoja, además de una cursilería, un ejemplo de muy mala educación. La guillotina era eficaz, pero sólo un Rey, Luis XVI de Francia y su coqueta esposa María Antonieta, tuvieron involuntario acceso a su cuchilla. Pero estos revolucionarios vagos de salón que Sánchez nos ha metido por el antifonario –voz muy clerical para evitar la palabra «culo»–, lo único que saben de la Revolución Francesa es lo que se plasma en la vieja película «Pimpinela Escarlata». Porque además de cursis, amigos del terrorismo, mal educados e ignorantes supinos, el del moño y sus servidores, además de servidoras, ignoran las causas, los motivos y las consecuencias de la Revolución. El Rey Luis era un débil tirano, y nuestro Rey Felipe es un fuerte demócrata. El Rey Luis derrochaba riquezas, mientras el Rey Felipe es un escrupuloso administrador del menguado presupuesto de la Casa Real, diez veces más barato que el del Presidente de la República Francesa. El Rey Luis, quizá dominado por María Antonieta y su obsesión por el lujo, nada tiene que ver con Rey Felipe, que vigila día a día los gastos de la Corona. Y el Rey Luis, que fue un desastre –pero no merecía la caricia de una guillotina-, nada tiene que ver con el rey Felipe VI, que heredó de su Padre, Don Juan Carlos I, el escrupuloso cumplimiento de la Constitución, la libertad de expresión, la independencia de los tres poderes de una democracia, el Estado de derecho y la reconciliación de todos los españoles.

Si Sánchez, mantiene en el Gobierno de España a quienes sueñan con guillotinar al Rey de España, principiando por su vicepresidente de Moños y Similares, siguiendo por su ministra de Igualdad y Contagios y terminando por su ministro de Consumos «proponidos», va a resultar que el defensor de la guillotina es Sánchez. Simplemente Sánchez. La Revolución de Sánchez, como tal, me suena a película del Oeste mexicana.

Y en las películas del Oeste, los buenos siempre terminan con los malos.

Sin necesitar guillotinas.

Eso sí, mi cuello, a su disposición.

  • Publicado el 25 de febrero de 2021 en la web de Alfonso Ussía
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