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A vuelta de páginaFrancisco Rosell

Despertar y encontrarte con que tu país es 'la casa de los criminales'

Al depender la SEPI de Montero, ella es clave de los 53 millones del ala inyectados a la compañía aérea Plus Ultra ligada al chavismo, así como de los 475 del salvamento de Air Europa que, según Ábalos, lleva bien llevado a Begoña Gómez, clave en el enjuague tras patrocinarle sus negocios particulares desde La Moncloa

Pese a las advertencias de muchos exiliados hispanoamericanos «llegados del futuro» sobre las dramáticas secuelas del «aquí no puede ocurrir», la corrupción sanchista y la consiguiente degradación de las instituciones democráticas hace que muchos de ellos hagan las maletas para no toparse de bruces con la misma pesadilla que creyeron dejar allende el Atlántico. Como se enseña en América, «quien se quema con leche llora cuando ve la vaca».

Es la circunstancia del consultor argentino, Carlos Souto, al que incorporé como analista de Vozpopuli en mi etapa de director. Feliz de recalar en «mi madre patria, la tierra de mis padres, de mis abuelos y de mis ancestros», levanta el vuelo porque «no puedo pedirle a mi familia que viva al compás de una decadencia normalizada». Al permitirse que «un liderazgo vil imponga una versión inmoral de la democracia», según Souto, él no se aparta de España, sino que es esta «la que se ha alejado de sí misma». Hasta que «no recupere su pulso, su brújula y su dignidad», la observará «con la lucidez –y la distancia– de quien conoce sus grandezas… y también sus abismos».

Hay que convenir con Souto que hay una España solipsista que prefiere ignorar los males que le acechan presa de esa «verdad por afiliación» que entraña, según el gran intelectual mexicano Gabriel Zaid, que tengo razón por manifestarme de izquierdas, en vez de serlo por tener razón. Ello origina masas ideologizadas indulgentes con los corruptos hasta extremos groseros como los peronistas coreando: «Puto y ladrón, queremos a Perón».

O como aquí cuando, al arreciar la corrupción y el acoso sexual en el círculo de Sánchez, una vividora del presupuesto reclama en un acto de UGT: «¡Aplaudidle bien, pobre Pedro!», mientras se refiere a él como «Marilyn» y «el icono». Claro que cualquier cosa es posible en quien alecciona a los concursantes de Operación Triunfo con que «hay mucha tergiversación sobre ETA», pues «la izquierda abertzale vasca era pacifista». No le importa, como a su ídolo, hacer tabla rasa del asesinato de un millar de víctimas, amén de heridos y extorsionados.

Pero, ¿qué puede esperarse de quien configuró una cuadrilla de asalto para repartirse el Estado como botín de guerra junto a sus socios? Como será la cosa que el PRI mexicano, proverbial ejemplo de corrupción institucionalizada durante 70 años, carga hoy contra Sánchez por su gestión corrupta de la Internacional Socialista al dar «cabida a partidos ligados al narcotráfico». Al fin y al cabo, Sánchez ha convertido al PSOE en una cuerda de presos encabezada por su inhabilitado fiscal general tras participar en una operación de Estado para destruir a una rival.

Empero, nada enmendará su sustituta, Teresa Peramato, quien aprovechó ayer su primer discurso oficial para exhibir su «admiración y respeto» con el delincuente Ortiz. Peramato seguirá sus andanzas tras designar mano derecha a Julio Cano, cuyo nombramiento como fiscal superior de Baleares anuló el Supremo. Sánchez fía su suerte judicial a la Fiscalía tanto como su futuro político a Puigdemont y Otegui, reunidos ayer en Waterloo, al aguardo de que el mismo acuda a cumplimentar al prófugo.

Entretanto, después de ser encausados su mujer y su hermano, hallarse entre rejas sus compinches de la banda del Peugeot y pesar graves denuncias de acoso sexual al quinto miembro de la misma, la macrorredada de las últimas horas de la Guardia Civil compromete aún más a Sánchez y sitúa en el ojo del huracán a su vicepresidenta, María Jesús Montero, por medio de un dilecto colaborador desde su época de consejera de Hacienda andaluza. Se trata de Vicente Fernández Guerrero, expresidente de la SEPI y ex directivo de Servinabar, la empresa pantalla de «SuperCerdán», por quien Montero puso la mano en el fuego y lo entronizó mejor secretario de Organización de la historia.

Desde que detonó el inicial 'caso Koldo' que ya implica a Sánchez al ser su vértice, la vicepresidenta ha visto salpicados a su jefe de gabinete, Carlos Moreno, al que Aldama acusó de recibir 25.000 euros para aplazar una deuda tributaria; a su número tres, José Antonio Marco Sanjuán, presidente del Tribunal Económico Administrativo Central, por cobrar coimas por archivar pleitos, y primordialmente el expresidente de la SEPI por vincular a Montero con los rescates de Plus Ultra y Air Europa.

Lo curioso es que fue a ella a quien Sánchez encargó en agosto, pese a las sospechas, coordinar el plan anticorrupción anunciado para aplacar el caso Cerdán para cuya sociedad tapadera trabajaba Vicente Fernández, ligado a las cloacas a través de fontanera Leire Díez, contratada por la Empresa Nacional del Uranio cuando comandaba la SEPI. Luego de librarse por los pelos de su condena por una adjudicación minera sevillana, pese a la terquedad de la juez Alaya, clave en el desenredo de los ERE, Fernández cae ahora de hoz y coz en un supuesto cobro de coimas tras atesorar un gran patrimonio en tiempo récord y sin ingresos acordes con esas adquisiciones.

Al depender la SEPI de Montero, ella es clave de los 53 millones del ala inyectados a la compañía aérea Plus Ultra ligada al chavismo, así como de los 475 del salvamento de Air Europa que, según Ábalos, lleva bien llevado a Begoña Gómez, clave en el enjuague tras patrocinarle sus negocios particulares desde La Moncloa. «Déjense de fantasmas porque, por si no lo saben, los fantasmas no existen», arguye Montero con la displicencia con la que instaba a Ábalos a entregar el escaño tras piropearle en sus horas de gloria con que era «su tronco». A 'María Jesús La Negra', como le apodaban sus amigas, se le pone el futuro color hormiga tras alegrársele las pajarillas en abril de 2024, cuando Sánchez amagó con dimitir tras ser imputada su cónyuge. Al sonar como sucesora, en aquel extraño comité federal del sábado 27 de abril, con Sánchez recluido en Moncloa, protagonizó un esperpento a las puertas de Ferraz, vociferando con los ojos fuera de sí y los brazos en alto: «¡Vamos!». «¡Fuerza!». «¡Vamos!».

Y es que aquel PSOE de los ERE es éste mismo después de que uno de sus conspicuos figurantes se lo aclarara a Zapatero en su primer mitin andaluz tras ser elegido en 2000 secretario general, «eso que has dicho ahí arriba ¿no será verdad, José Luis?». «Si así fuera -le soltó el entonces valido de Chaves, Gaspar Zarrías, hoy ligado a las cloacas sanchistas por medio de Leire Diez-, la mitad de los que aquí estamos nos tendríamos que ir a casa». Zapatero plegaría velas haciendo a Chaves vicepresidente suyo y a Griñán presidente del PSOE. Otro tanto el bisoño Sánchez que, en las tertulias que ahora deplora, se desgañitaba por los presidentes de los ERE que luego ha indultado vía Tribunal Constitucional.

Ello acredita que la corrupción política es una derivada del ejercicio abusivo del poder que facilitan quienes, por comodidad o por permitir que los adormezcan, sedujan o compren, se autoengañan con que «aquí eso no puede ser». Luego despiertan tarde y constatan, como remarcaba ayer la Nobel de la Paz María Corina Machado, que su país es «la casa de los criminales».

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