Cartas al director
El beneficio de la duda
Las elecciones generales del 23 de julio, en plena canícula estival con calores extremos, se están viendo amenazadas también por el caos en Correos con los votos por correo.
Un organismo dirigido por afines a Pedro Sánchez como lo son su presidente Juan Manuel Serrano y el secretario general Julio González García que, a sabiendas de lo que podía ocurrir en los votos por correo con un incremento considerable debido, no sólo al calor, sino a las vacaciones que muchísimos españoles disfrutan por estas fechas estivales desplazándose a lugares alejados de su residencia habitual, no han sido capaces, o no han querido incrementar el personal sin tener en cuenta que todo el personal fijo en correos también tienen derecho a sus vacaciones reglamentarias.
Hay que tener en cuenta que el personal disponible en todas las oficinas de correos, no solamente gestionará y repartirá el voto por correo, sino también tienen que administrar todo lo habitual en las oficinas de correos, aparte, también, de las cartas que los partidos políticos envían a los ciudadanos.
Considero que lo que tendrían que haber pedido los partidos políticos responsables para que el pueblo, que ha votado por correo, sepa exactamente que su voto se depositó en la urna, es que todas las juntas electorales remitan a los votantes del voto por correo la certificación oficial que todo votante aporta en el sobre, firmada, ésta, por el presidente y vocales de las distintas mesas. Así como, también, la publicación del listado completo a nivel nacional, separado por provincias, de todos los que votaron por correo. Con ello, cualquier ciudadano puede comprobar que votó por correo, y si no aparece, a pesar de haber emitido su voto, que lo vuelva a emitir, paralizándose, con ello, el proceso definitivo del escrutinio, o repetir elecciones. Si esto no se hace, habría que pensar en pucherazo.
En todo este tejemaneje, si se quedan ciudadanos por votar por culpa del que fue el máximo responsable, Pedro Sánchez y sus 22 ministros, así como los máximos responsables de correos, la culpabilidad debe caer sobre ellos. Y a los trabajadores de correos hay que otorgarle el beneficio de la duda porque no se les puede culpar de nada ya que sus acciones fueron sinceras y muy bien intencionadas, cumplir con su labor.