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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Don Diego

El coronel Pérez de los Cobos lo ha dado todo por España y la seguridad de los españoles, y España, por mediación de un ministro muy proclive al chillido, no ha recompensado con la justicia que merece toda una vida de abnegación y pleno cumplimiento del deber

Se oyó un gritito en el Ministerio del Interior.

–¡A éste no, aunque sea el número uno, por malote, malón y malotón!

Don Diego Pérez de los Cobos, figuraba en la cabeza de la relación, elaborada por la Guardia Civil, para ascender a General. Marlaska se saltó su nombre, y tiró a la papelera una vida dedicada con brillantez y eficacia al servicio de España, de los españoles, de la Ley y de la lucha antiterrorista. El número 1 de su promoción.

Don Diego Pérez de los Cobos, siendo un joven oficial, se jugó la vida en el norte abortando crímenes y deteniendo a los asesinos que hoy Marlaska, antaño juez, libera y acerca a las prisiones del País Vasco. Don Diego Pérez de los Cobos, coronel de la Guardia Civil, trabajó posteriormente en la Dirección General de la Secretaría de Estado de Seguridad, en la que alcanzó la Jefatura. Destino y responsabilidad máxima con cuatro ministros del Interior. Rubalcaba, Camacho, Jorge Fernández-Díaz y Zoido.

Marlaska, que previamente se había encorajinado con el coronel Corbí, al que tanto debemos también los españoles, quizá ignora que en sus relaciones con los ministros del Interior, la más estrecha y benéfica para España la mantuvo con un gobernante socialista, Alfredo Pérez de Rubalcaba. Posteriormente fue enviado a Cataluña para mandar a los Mozos de Escuadra durante la aplicación del artículo 155 de la Constitución, y su testimonio ante el Tribunal Supremo fue fundamental para desmentir todas las trabas y manipulaciones de los abogados de los golpistas, y para que estos fueran condenados amablemente por sedición, que no por rebelión. Más tarde, don Diego ocupó la Jefatura de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, de la que fue apartado por Marlaska cuando se negó a informar al ministro en un caso que estaba judicializado y que no era otro que el de las manifestaciones del feminismo del 8 de marzo, en cuya temeraria irresponsabilidad se hallaban inmersos el ministro del Interior, el delegado del Gobierno y la ministra de Igualdad.

El Gobierno sabía que la pandemia se había extendido dos meses atrás, y permitió una manifestación con un resultado de contagios escalofriante. El coronel no hizo otra cosa que cumplir estrictamente, como hizo durante toda su trayectoria profesional y de servicio, con su deber. Pero se oyeron grititos en el Ministerio del Interior, explosiones de histerismo, de excitación, de nervios, de ministro fuera de sí.

La Guardia Civil no se deja influir por simpatías o antipatías cuando elabora la relación de coroneles con méritos para el ascenso al generalato. Cumple con unos baremos profesionales ajenos a toda influencia subjetiva. Y el número uno de la propuesta era don Diego, como lo fuera el coronel Sánchez-Corbí anteriormente, el responsable máximo de la liberación de José Antonio Ortega Lara.

Parece mentira que un ministro que ha sido magistrado-juez, y que sabe bien los sufrimientos, los sacrificios y los riesgos de los guardias civiles en la lucha contra el terrorismo, sea tan injusto. Un juez injusto es muy peligroso. En el Ministerio del Interior hay funcionarios que lo han bautizado de otra manera: «Ministerio de los Histerismos». Y en el caso que comento, Ministerio de la Injusticia y la Demolición del Honor.

El ministro Marlaska, groseramente insultado por la actual fiscal general del Estado y exministra de Justicia, está muy preocupado por el caso Villarejo. Engordó un par de kilogramos por la angustia. De ahí que haya adquirido con dinero público una cinta para correr en su despacho y rebajar el perímetro abdominal al tiempo que fortalece la musculatura de sus gambas. Ejercicio que puede vulnerar, en los primeros días, el equilibrio del corredor estático. Quizá, esa circunstancia le ha hecho perder el control de sus nervios y ayudado a cometer una injusta felonía.

El coronel Pérez de los Cobos lo ha dado todo por España y la seguridad de los españoles, y España, por mediación de un ministro muy proclive al chillido, no ha recompensado con la justicia que merece toda una vida de abnegación y pleno cumplimiento del deber. Creo que España necesita un ministro más sereno, más sensato, menos explosivo, menos vengativo y sobre todo, más justo.

Por mi parte, y sin que sirva de precedente, el coronel Pérez de los Cobos será, a partir de ahora, siempre 'Mi General'. Quizá algún día, otro ministro del Interior, dedique algo de atención a reparar malvados caprichitos.

  • Artículo publicado en la web de Alfonso Ussía el 16 de marzo de 2021
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