Cartas al director
Tarde de toros
Tarde que se preveía épica al aceptar el diestro Sánchez la osada gesta de lidiar en solitario tres toros de la ganadería socialista de nombres Santos, Ábalos y Koldo que aparentaban bravos pero resultaron corruptos y traidores. Miradas amenazantes del maestro hacia el burladero popular donde el maestro Feijóo de la Paloma se despojaba ya de su traje azul impoluto para calzarse el de luces dando indicaciones a sus subalternos para que estuvieran listos para asaltar el ruedo a porta gayola ante los continuos avisos de Santos de alcanzar por la retaguardia a un diestro socialista que no conseguía asentarse en la disputada Plaza madrileña de las Ventas, a pesar de contar con el apoyo incondicional de novilleros de reconocido prestigio internacional de ganaderías independientes venidos expresamente para la nación desde Vascongadas y Cataluña.
La excesiva confianza de Pedro de la Rosa en su toreo plagado de chicuelinas, verónicas y preciosas gaoneras dio pie a que fuera embestido sucesivamente por los tres becerros a la altura testicular y del honor con trayectorias feas y profundas que ponían en pie a un tendido horrorizado ante la visión de tanta corrupción y en serio peligro su continuidad en el ruedo e incluso en el toreo nacional, planeando sobre la plaza la sombra de una posible retirada del diestro a su mansión en el campo ante la posibilidad de tenerse que retirar a la de la justicia en Navalcarnero antes de tiempo, para dedicarse ya, exclusiva y vitaliciamente, al toreo en becerradas infantiles.