Cartas al director
El salto de la rana
Los políticos que están en el Gobierno y también los que lo sostienen se quejan, apesadumbrados, de que hay «tensión política», incluso «violencia verbal», incluyendo la insistencia del PP en vincular a Sánchez con la prostitución. Esos partidos no reconocen su aportación a esa tensión que achacan en exclusiva a los partidos de la derecha. Se dirigen, con gesto compungido, a PP y a Vox, exhortándoles a «bajar el tono», incluso advirtiendo de que esa violencia verbal podría derivar en una «solución violenta».
Y así, mientras el partido que perdió las elecciones se niega a asumir sus responsabilidades políticas, disolver unas Cortes que no representan al pueblo español y convocar elecciones porque prefiere sostenerse a base de cesiones «singulares» que derriben la unidad territorial y nos avoquen a una plurinacionalidad no consentida, mientras eso sucede, aquel que proteste es señalado como violento y antidemocrático, incluso como carne de ilegalización.
Sin embargo, la famosa rana está harta y escaldada y no parece dispuesta a dormirse en ese abrasador caldero. La reflexión no es tanto cuanto salta la rana sino como dejar de subir la temperatura del agua. Levantar la tapa, apagar el fuego y permitir al pueblo votar, antes de que más ranitas se reboten.