Cartas al director
Prostíbulo, currículum y latrocinio
Charles Baudelaire nos dice, en sus Flores del mal, que «Al igual que el disoluto/besa y mordisquea/el lacerado seno/de una vieja ramera,/ si una ocasión se ofrece/de placer clandestino,/la exprimimos a fondo/como seca naranja/».
Los audios interminables de Koldo, Ábalos y Cerdán ofrecen documentos de estos vicios inconfesables. Sin embargo, quien frecuenta una casa de lenocinio dispone de un gran pastizal y, como cada cual hace con su dinero lo que le place, unos optaron por probar otros placeres con otras señoritas de compañía, otros invirtieron su dinero en falsificar estudios y, otros, en fin, se dedicaron a robar a los demás.
Estas son modalidades de dos gigantescas lacras, instaladas en este amado país que es España: la cutrez y la delincuencia.
El ya Deo gratias concluido curso político, ha estado trufado de acusaciones entre el Gobierno y la oposición en torno a los temas bosquejados más arriba. Aún(y desconozco por cuánto tiempo más) se estila el «y tú más», y en ello ha consistido la maniobra de los partidos para maltratar los oídos de los votantes y demás televidentes.
Si esto fuera un partido de fútbol, no sabríamos aún quién ganará, perderá o empatará. Lo que sí es irrefutable es la mancha cultural que este país ha extendido al mundo. Una panda de mediocres decidió acudir a prostíbulos para saciar allí sus (¿bajos o altos?) instintos, conseguir capital para mentir al electorado acerca de su «curriculum vitae», y el resto juró obedecer las leyes de la más abyecta delincuencia (si es que ésta tuvo leyes alguna vez).
En estas estamos cuando esperamos que la ley sitúe a cada cual en el lugar que por sus actitudes, aptitudes y educación les corresponde.