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Cartas al director

El infierno de España

Arde España, medio territorio está sufriendo los estragos del fuego, y de nuevo la mayoría de los dirigentes políticos no están dando la talla. Falta altura de miras, sentido de la responsabilidad, y una mínima sensibilidad. Palabra que pronuncian con frecuencia quienes carecen de ella. Mañueco tardó en regresar a Castilla y León desde las playas gaditanas, pero más pecado tiene Pedro Sánchez, que se ha tomado nada menos que tres semanas de vacaciones en La Mareta, cerrada a cal y canto para la información. No quiere que se filtre nada sobre sus visitantes y la vida de super lujo de la que disfruta con su familia y amigos. Que no nos vengan con que la lucha contra los incendios es competencia de los gobiernos regionales. Lo es, pero cuando la catástrofe es de tal magnitud, es el gobierno nacional el que tiene que ponerse al frente de la lucha con todos los medios a su alcance. Incluido el Ejército, más allá del trabajo impecable de la UME, a la que hay que agradecer siempre su profesionalidad y cercanía.

Al igual que a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y los bomberos. Todos ellos saben responder cuando se les necesita, no hay vacaciones que valgan; aparecen voluntarios debajo de las piedras, dando ejemplo de generosidad y solidaridad. La que falta a tantos políticos. Algunos, en casos extremos, sacan lo peor de sí mismos como ocurre con el ministro Puente. El más ineficaz de un gobierno que suma altos cargos ineficaces, véase los grandes problemas ferroviarios, sino también ejemplo de superficialidad, torpeza y falta de educación. Arde España y este verano el fuego ha alcanzado proporciones nunca vistas hasta ahora, aún así, nadie de los que tienen responsabilidades de gobierno, se han tomado con suficiente interés la lucha contra el fuego.

Ya Fraga decía que la lucha contra el fuego se tiene que hacer en invierno. Tomar las medidas necesarias para limpiar los pastos, los montes y los bosques, mantener impecables los cortafuegos para que cumplan su función; concienciar a la gente para que eviten los riesgos que pueden provocar los indeseados incendios y, más fundamental todavía, que los culpables sean castigados, como dice la ley. Un porcentaje alto de los incendios los provocan pirómanos o, aún peor, indeseables que por motivos económicos, buscan en el fuego beneficios o dar salida a sus más bajos instintos.

Genaro Novo

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