Cartas al director
¿Progresismo o caradurismo?
Algunos procedimientos de instrucción judicial resultan insólitos para el señor Zapatero, y también para el señor Sánchez, según las voces más reivindicativas de su séquito ministerial. No en vano, al menos para quienes intentamos concluir sin la menor influencia ideológica, los procedimientos en cuestión no son más insólitos que el fariseísmo del señor Zapatero; muy abanderado de la memoria democrática por aquí, y muy desmemoriado por tierras bolivarianas ¡Valiente observador! Ni tampoco más insólitos que el fariseísmo del señor presidente, pues vendiéndonos su incuestionable apuesta por la ejemplaridad, a la primera de cambio, tras su pactado desembarco en la Moncloa, se hizo el sueco o nos debió tomar por idiotas, lo cierto es que olvidó poner en práctica su teoría triunfalista. He cambiado de opinión, nos contó. Nos ha mentido, afirmamos los más críticos con su giro electoralista: Constitucionalizó lo inconstitucional, pactó con los de ni a la vuelta de la esquina, e incluso abrió y sostiene el proceso de extender la alfombra roja para el regreso honorable del prófugo; justo a quien nos prometió -fueron sus palabras- traer a rendir cuentas ante la Justicia. Y por si no fuera suficiente, para colofón de su falsa ejemplaridad, también voceó con eufórica convicción la valía insustituible de sus dos últimos -investigados- secretarios de organización ¡Valiente ejemplaridad!
Las contradicciones son tan manifiestas que ponen en entredicho la virtud progresista que se adjudican y explotan, hasta el extremo que invitan a dudar entre si el progresismo es en verdad una baza auténtica de su filosofía política, o cabe la posibilidad de haberlo suplantado por un nuevo movimiento, el caradurismo.
Que cada cual saque sus conclusiones…