El genocidio silencioso

Acostumbrados a ver a la izquierda alzar pañuelos o banderas palestinas como gesto de solidaridad, sorprende el silencio absoluto en el Congreso sobre el genocidio que sufren los cristianos en lugares como el Congo o Nigeria, considerados hoy algunos de los países más peligrosos para quienes profesan esta fe.

¿Cuántas personas conocen lo que es el Boko Haram o que su objetivo declarado es imponer la sharía en todo el territorio nigeriano? ¿Quién ha denunciado con la misma vehemencia los más de 52.000 cristianos asesinados por grupos islamistas en Nigeria desde 2009 hasta ahora?

Este país es solo uno de los ejemplos más recientes y sangrientos de la persecución hacia los cristianos. Pero no es el único. La represión se repite de forma sistemática en Corea del Norte, Somalia, Yemen, Sudán, Libia, Pakistán, Irán, Eritrea y en más de cincuenta países donde practicar, rezar o simplemente hablar del cristianismo equivale a una condena segura, incluso la pena de muerte.

Resulta inquietante que mientras en Occidente nos rasgamos las vestiduras por conflictos más mediáticos, guardemos silencio frente a la persecución sistemática de millones de personas. Tal vez porque hay causas que generan titulares y votos… y otras que, aunque sean tragedias, no cotizan ni política, ni económicamente.

Y así, lo que no se denuncia, no existe. Y lo que no existe, se repite.