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Editorial

Sánchez imputado

Nada de lo que pudiera haber logrado el imputado puede entenderse sin tener en cuenta su parentesco, condición 'sine qua non' para que lograra ese privilegio, si se termina confirmando

Actualizada 01:30

El 'hermanísimo' coloca a Sánchez en una situación insostenible, acorralado por la corrupción sistémica. La jueza de Badajoz que instruye el caso de David Sánchez, hermano del presidente, ha decidido abrir fase de juicio, ratificando su imputación por sendos delitos de prevaricación y tráfico de influencias.

En síntesis, la magistrada considera que hay indicios y pruebas suficientes para acusarle de haber utilizado su posición para prepararse una plaza a la carta, eliminar a cualquier otro aspirante, fabricarla a su antojo para evitar incluso su presencia física y rodearla de amigos elegidos a dedo.

Hasta 10 personas de la Diputación de Badajoz, relacionadas con el PSOE, aparecen implicadas en el auto judicial, que de inmediato debería tener consecuencias políticas, al menos entre los socialistas pacenses, con su jefe al frente.

Lo cierto, más allá de cuáles sean las conclusiones judiciales, es que Sánchez logró una plaza de gran categoría cuando su hermano era ya secretario general del PSOE, que lo hizo en una administración socialista, gracias a una subjetiva entrevista personal y en compañía de un amigo claramente elegido por él. Y todo ello sin saber dónde estaba su oficina y quiénes trabajaban en ella.

El paisaje final es demoledor para el encausado, pero también para el presidente del Gobierno. Porque es evidente que nada de lo que pudiera haber logrado el imputado puede entenderse sin tener en cuenta su parentesco, condición sine qua non para que lograra ese privilegio, si se termina confirmando.

Este caso se engloba en un bodegón de corrupción que acorrala a Sánchez y afecta a su Gobierno, su partido y su propia familia. Y desmonta la indigna teoría, proclamada por él mismo, de que todo obedece a una conspiración, merecedora de cambios legislativos para combatirla.

La realidad es que, entre las instrucciones judiciales, las investigaciones de la Guardia Civil y las informaciones de un puñado de medios de comunicación decentes, va demostrándose la necesidad de llegar hasta el final en todos y cada uno de los casos, a cuál más escabroso.

Sánchez tiene a su esposa, a su hermano y a su mano derecha imputados, con una ristra de casos bochornosos que afectan a algunos de sus máximos colaboradores y a varios ministerios y comunidades. Y no solo no ha dado ninguna explicación, sino que además se ha hecho el ofendido para intentar taparlo todo entre ataques y coacciones a la judicatura y la prensa. Un comportamiento intolerable en un político impresentable. Pero muy definitorio de quién, en realidad, se sabe culpable en términos al menos morales.

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