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En primera líneaGonzalo Cabello de los Cobos Narváez

La alegre putrefacción nacionalista

Lo que tenemos que hacer es pasar de su circo mediático y sonreír para nuestros adentros con sarcasmo

Actualizada 01:30

Miriam Nogueras, portavoz del aquelarre independentista Junts per Cat, es la culpable de que los últimos canelones que preparó mi mujer en casa se me revolvieran en la tripa y no pudiera terminármelos. Una afrenta que tardaré mucho en perdonar y por la cual exigiré una pronta reparación. Tengan en cuenta que la bechamel tiene un altísimo contenido en grasa y es un placer que mis actuales lorzas no pueden permitirse con asiduidad.

Algunos de ustedes pueden pensar que mi indigestión quizás se debiera al patético acto que protagonizó la aguerrida señora Nogueras retirando la bandera de España en una rueda de prensa en el Congreso de los Diputados. Se equivocan. El pueril acto marketiniano, orquestado previamente, con toda seguridad, por algún grupúsculo de asesores ávidos de atención mediática, no hizo más que sacarme una sonrisa tierna y bondadosa llena de compasión. Una tipa tan grosera y zarrapastrosa como esa nunca podrá herir el honor de nuestra bandera. Aunque su repugnante gesto lo intentase, doña Miriam no tiene la entidad suficiente para insultar a los españoles.

Lo que de verdad amotinó mi flora intestinal fue la extrañeza que mis entrañas sintieron al comprobar que sobre la cara de doña Miriam reposaba cómodamente un buzón de Correos. Aquella imagen insólita me obligó a salir de casa con cierta prisa para tratar de olvidar que, a veces, las pesadillas también pueden hacerse realidad.

Durante el paseo de recuperación pensé en muchas cosas, pero sobre todo en lo impotentes que tienen que sentirse los independentistas catalanes para recurrir a maniobras tan burdas como la que protagonizó la diputada/buzón. Caí en la cuenta de que, si buscan de forma tan desesperada nuestra atención, es que algo malo está sucediendo entre sus filas. Y eso siempre es bueno para España. Alégrense.

Y es que tengo la percepción de que, poco a poco, la sociedad catalana con cierto sentido común va retirando su apoyo a estos líderes rencorosos, mentirosos e hipócritas y comprendiendo que el paraíso nacionalista prometido por estos ramplones buhoneros durante tantos años no es más cierto que el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Ilustración: miriam nogueras

Paula Andrade

No hay más que leer un poco sobre Jordi Pujol y sus andanzas para entender cuánta verdad hay en esto que digo. Al final, aquel que decía representar las aspiraciones nacionalistas, su gran paradigma, no ha resultado ser más que un presunto chorizo vulgar al servicio de una organización criminal y mafiosa cuyo único propósito durante décadas ha sido, presuntamente, el de desfalcar las arcas de los catalanes y, por supuesto, de todos los españoles. Todo muy presunto, ya saben…

Porque eso es el nacionalismo catalán; una estafa. Un movimiento político sin base real en la historia cuyo único objetivo consiste en dividir a los españoles a través del odio para que los cuatro listillos oficiales puedan seguir forrándose a costa de aquellos a los que dicen representar. Ni ellos mismos se creen que vayan a independizarse. Todo es una gran pantomima al servicio de sus bolsillos. Lo único que tiene que hacer para que el juego del saqueo permanente continúe es seguir adoctrinando a la sociedad con mentiras y falacias. Un juego tan moralmente reprobable como peligroso.

El siglo XXI no tiene cabida para los nacionalismos extractivos. Por mucho que quieran engañar a sus votantes, Europa jamás dará cabida a en su seno a un cáncer, el nacionalismo, que ha costado decenas de millones de muertos y mucho sufrimiento. Aunque consiguieran independizarse nunca conseguirían acceder a Europa. Para empezar, España nunca lo permitiría. Serían unos parias absurdos.

Por eso, debemos dejar de enfadarnos al ver sus patéticas imágenes en nuestras pantallas. Entiendo que es una grave afrenta que una diputada a la que pagamos todos con nuestros impuestos retire la bandera de España nada menos que en el Congreso de los Diputados. Pero, a veces, hay que ser más listos que ellos y no dejarnos llevar por el primer impulso.

Lo que tenemos que hacer es pasar de su circo mediático y sonreír para nuestros adentros con sarcasmo. Ellos mismos, a base de división, codicia y grandes dosis de torpeza, han conseguido arrasar lo que durante décadas les ha supuesto un muy buen negocio. Están más débiles que nunca. Dejemos que sigan así y que se hundan en su propia miseria.

  • Gonzalo Cabello de los Cobos Narváez es periodista
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