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07 de mayo de 2024

en primera líneaJuan Van-Halen

Memoria de un magnicidio y enseñanza de otros

En España los magnicidios los perpetró la izquierda. Una forma de golpe de Estado, de cambiar el rumbo del país

Actualizada 01:30

Se cumple medio siglo del asesinato del almirante Carrero Blanco, el 20 de diciembre de 1973, último magnicidio en España. Guardo memoria directa de aquella mañana. Estaba en las proximidades y sin más papeles que una credencial de prensa, acompañado por mi fraternal amigo Gabriel González Navarro que acreditó su condición de médico, accedimos a la balconada terraza interior en la que había caído el vehículo de Carrero, un Dodge Dart, apuntalado por unas vigas –no mucho antes se habían llevado los cuerpos de los tres ocupantes–; tuve en mi mano el encendedor del coche.
Luego accedimos al semisótano de Claudio Coello 104. No es cierto, o no la vimos, que hubiese una pintada con las siglas ETA, como se ha repetido. Una habitación pequeña, llena de grandes bolsas, con el enorme agujero en su pared frontal. El desconcierto reinaba en la calle hasta el punto de que un Morris blanco, medio hundido en el gran socavón, que resultó que contenía bombas que no explosionaron, colocado en doble fila por los terroristas para obligar al vehículo oficial a pasar sobre el túnel, no había sido retirado por los bomberos. A ese desconcierto inicial achaco que nos fuese tan fácil acceder al corazón del atentado.
El primero de los magnicidios a recordar fue el atentado fallido contra Isabel II, el 2 de febrero de 1852. La Reina se salvó de la puñalada del cura liberal Martín Merino gracias a su fuerte corsé. El 27 de diciembre de 1870 el general Juan Prim, presidente del Consejo de Ministros, recibió heridas de las que luego murió, al ser tiroteado en su berlina en la calle del Turco, hoy Marqués de Cubas. Sus autores son un misterio. ¿Republicanos federales, montpensieristas, o negociantes cubanos? El 28 de julio de 1872 Amadeo I sufrió un atentado frustrado en la calle del Arenal. El 25 de octubre de 1878 fracasó un primer atentado contra Alfonso XII en la calle Mayor. Otro atentado sin efectos contra Alfonso XII fue el 30 de diciembre de 1879, cuando regresaba a Palacio desde el Retiro. Estos dos últimos se debieron ya a anarquistas.
El 8 de agosto de 1897 el anarquista italiano Angiolillo asesinó de tres disparos al presidente del Consejo de Ministros, diseñador de la Restauración, Antonio Cánovas del Castillo, en el balneario de Santa Águeda, en Mondragón. El 12 de abril de 1904 se produjo en Barcelona un primer atentado errado contra Antonio Maura, presidente del Consejo de Ministros, perpetrado por el anarquista Joaquín Miguel Artal que se acercó al coche descubierto de Maura y le apuñaló al grito de «¡Viva la anarquía!». El 22 de julio de 1910 tuvo lugar, también en Barcelona, un segundo atentado fracasado contra Maura; recibió tres disparos. El autor fue el republicano-radical Manuel Posá. Unos días antes Pablo Iglesias, fundador del PSOE, había proclamado en el Congreso refiriéndose a Maura: «Debemos llegar al atentado personal». Señaló el objetivo.
Ilustración magnicidio

Paula Andrade

El 31 de mayo de 1905 el Rey Alfonso XIII sufrió un atentado en París. El anarquista español Jesús Navarro Botella arrojó desde un balcón una bomba contra el carruaje de Alfonso XIII y el presidente de Francia, Loubet. Resultaron ilesos porque la bomba se desvió. El 31 de mayo de 1906 se produjo el atentado contra los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia en la calle Mayor cuando regresaban a Palacio después de su boda. El anarquista Mateo Morral lanzó una bomba sobre su carruaje. Murieron 28 personas y hubo más de cien heridos.
El 12 de noviembre de 1912 José Canalejas, presidente del Consejo de Ministros, fue asesinado en la Puerta del Sol, frente a la librería San Martín, que llegué a conocer. El asesino fue el anarquista Manuel Pardiñas que le disparó tres veces y, acorralado por la policía, acabó con su vida. Eduardo Dato, también presidente del Consejo de Ministros fue asesinado el 8 de marzo de 1921 junto a la Puerta de Alcalá al ser tiroteado su coche desde una moto con sidecar por los anarquistas Ramón Casanellas, Pedro Mateu, y Luis Nicolau.
Y volvemos al atentado de ETA contra Carrero Blanco. El último magnicidio lleva años envolviéndose en teorías conspiratorias. España padece una cierta conspiranoia. Carrero era un objetivo claro de ETA y alguien que se niega a tener más seguridad, utiliza un coche sin blindaje y repite cada día los itinerarios resulta un objetivo fácil; lo sofisticado fue el método. Si le hubieran ametrallado como a Dato hubiese sido también mortal pero menos aparatoso. Tras los trabajos de Charles Powell, entre otros, debe desecharse la conspiración. La CIA, pese a lo tan repetido, conocía las previsiones de Franco para después de su muerte.
Ya dos años antes del asesinato de Carrero Blanco, Franco se sinceró con el enviado de Nixon, el general Vernon Walters, subdirector de la CIA, en la tarde del 24 de febrero de 1971. Charló con Franco sobre su muerte. Walters lo contó años después en su libro Silent Missions. Franco expresó «su confianza en la capacidad del Príncipe de dominar la situación después de su muerte». En una muy posterior entrevista en ABC, Walters fue más explícito. Franco le dijo: «El Príncipe será Rey, porque no hay alternativa. España irá lejos en el camino que desean ustedes, los ingleses y los franceses: democracia, pornografía, droga, ¿qué sé yo? Habrá grandes locuras pero ninguna de ellas será fatal para España». «¿Cómo puede estar usted tan seguro, general?», preguntó Walters. «Porque yo voy a dejar algo que no encontré cuando asumí el Gobierno hace 40 años –respondió Franco–: la clase media».
En España los magnicidios los perpetró la izquierda. Una forma de golpe de Estado, de cambiar el rumbo del país. Otra enseñanza de estos magnicidios es que los responsables del último, amnistiados en 1977 sin haber sido juzgados, son hoy socios principales de Sánchez con centenares de asesinatos a sus espaldas y sin mostrar arrepentimiento alguno.
  • Juan Van-Halen es escritor. Académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando.
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