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En primera líneaMiquel Porta Perales

Pedro Sánchez, el Narciso enamorado

Una personalidad narcisista que no tiene principios, que tira la piedra y esconde la mano, y que se esconde cuando le interesa o le apetece. Nada es verdad ni es mentira. Solo existe lo que él dicta y lo que a él le conviene

Actualizada 01:30

Lo advirtió Sigmund Freud en su Introducción al narcisismo publicado en 1914. Fue entonces cuando el padre del psicoanálisis elaboró el concepto de narcisismo primario según el cual el niño dirige su libido —lean la energía que anima al instinto de la búsqueda del placer— hacia su persona. Ese sujeto narcisista que se considera a sí mismo como un objeto de amor, reconocimiento y exaltación. Ese sujeto omnisciente que define el trastorno de la personalidad narcisista. Ese sujeto que —según dice el psicoanálisis— es un patrón de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía. Ese Narciso —sacando a colación el mito griego— al que nada le agradaba tanto como ver su persona reflejada en el agua. Ese hermoso joven que se elige a sí mismo, a su cuerpo y persona, antes que buscar a otro para amarlo. La fijación narcisista. El apasionamiento hacia la propia persona. Ese Narciso que murió de amor por sí mismo. Ese narcisismo que nunca se supera. Pedro Sánchez.

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El Debate (asistido por IA)

Advierte Sigmund Freud que el niño narcisista va construyendo su ideal del yo desde la infancia. Un yo inmune a cualquier censura. Así se construye una personalidad ficticia y seductora —el narcisismo— capaz de resistir todas las miradas y encajar cualquier crítica. El tipo narcisista siempre custodia el ideal del yo. Al respecto de lo dicho, Pedro Sánchez nos brinda el ejemplo. Por su parte, José Félix Tezanos —un talent scout en toda regla— es el notario del brillante desarrollo freudiano de nuestro personaje. Clave para entender su personalidad narcisista.

José Félix Tezanos, en la apología titulada Pedro Sánchez. Había partido: de las primarias a la Moncloa (2022), con el rigor científico que le caracteriza, retrata al Pedro Sánchez que ya destacaba en su juventud. El personaje que sobresalía en el equipo de baloncesto del Estudiantes y en el campo de la economía donde «tuvo que luchar para abrirse un espacio profesional». A lo que debemos añadir las costumbres de un chico sacrificado que solía «acostarse bastante temprano» para «descansar debidamente» antes de ir a la escuela. Un detalle trascendental —de hecho, un presagio de orden freudiano— en la vida del personaje: «su padre, para lograr que se durmiera, le cantaba la Marsellesa». A todo ello, hay que sumar el talante de nuestro joven: tras una caída accidental, «no lo dudó y por sus propios medios acudió al hospital La Paz para evitarles [a sus padres], según les explicó, más molestias y complicaciones». Coraje y generosidad. La forja de un socialista ejemplar. Ahí nace el Narciso socialista.

Un nacimiento que lúcidamente también percibe José Félix Tezanos cuando habla del «espíritu resolutivo» de un Pedro Sánchez que «decidió afiliarse al PSOE», porque «se sintió llamado a aportar su granito de arena al proyecto del PSOE, sin más pretensiones». Para ello, «se preparó concienzudamente» hasta «completar unos conocimientos sobre la realidad política y económica internacional que pocos jóvenes podían tener». Mérito: «destacó por su oratoria» en el programa televisivo Moros y cristianos. Ahí está el Narciso freudiano en carne y hueso que se siente llamado por el destino. Un superdotado que —sostiene José Félix Tezanos— se caracteriza por su «liderazgo», «coraje político», «imagen», «novedad» y «honradez». También, por su «sólida formación económica», por gobernar «desde la racionalidad política», por brindar un «nuevo contrato social progresista» y por normalizar en España una «democracia madura, sin populismos, sin demagogias ni clichés tan disparatados como sesgados». Todo ello —concluye José Félix Tezanos— es un «ejemplo y referencia para los jóvenes». Si lo dice José Félix Tezanos, será verdad.

El endiosamiento de Pedro Sánchez —un ejercicio de alienación política que le convierte en objeto de adoración— ha coadyuvado a la formación y consolidación de la personalidad narcisista de alguien que, por sí mismo y por su naturaleza, ya se inclina a ello. Una personalidad narcisista que no tiene principios, que tira la piedra y esconde la mano, y que se esconde cuando le interesa o le apetece. Nada es verdad ni es mentira. Solo existe lo que él dicta y lo que a él le conviene.

Una personalidad narcisista que recoge buena parte de los requisitos establecidos por los especialistas del ramo. A saber: el sentimiento de grandeza, la prepotencia, la necesidad de ser reconocido y admirado como superior a los demás, la seguridad del éxito personal, el verse y observarse como especial y único, el manifestar unas expectativas no razonables, la confianza en las relaciones interpersonales para obtener sus fines, la carencia de empatía al no estar dispuesto a reconocer o a identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás, los episodios de envidia hacia los demás y/o los episodios en que son los demás quienes le envidian a él, el comportamiento y las actitudes arrogantes y la fe en sus virtudes entre las cuales está la belleza. Y lo amoral, la mentira, el victimismo, la risotada, la mandíbula en tensión y la vulgaridad. Un perfil para estudiar.

La fijación narcisista impide que Pedro Sánchez huya de sí mismo al tiempo que facilita que siga admirándose a sí mismo. Pedro Sánchez es ya un Narciso devaluado y rencoroso. Pero, enamorado. De sí mismo, claro.

  • Miquel Porta Perales es escritor
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