Un Gobierno que no responde
Sabido es que el Gobierno de Pedro Sánchez es el Gobierno de las primeras veces en que sucede algo. Esta semana hemos visto cómo, por primera vez, un presidente del Gobierno mostraba su empatía hacia quienes se enfrentaban a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
Las sesiones de control al Gobierno, así como las comparecencias de los ministros en sesiones de las respectivas comisiones de sus áreas de competencia, tanto en el Congreso como en el Senado, se han convertido en meros escenarios de la falta de respeto del Gobierno al Parlamento. Los representantes del Gobierno, simplemente, no responden a las preguntas que se les formulan por parte de los representantes de la oposición.
Los protagonistas más destacados de esta dinámica, identificables por la ciudadanía, que no responden a pregunta alguna y aprovechan cada una de las que se les formulan para atacar frontalmente a sus interlocutores, son el propio ministro de la Presidencia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños y el ministro de Transporte, Óscar Puente. El último hace gala, incluso, de acumular información previa de su interlocutor, ajena a la materia del debate, para esgrimirla como munición descalificadora y eludir, por esa vía, la obligación de responder y dar explicaciones relativas al ejercicio de sus responsabilidades. Un ataque frontal y lamentable al ejercicio de la ortodoxia parlamentaria por la cual se rige, o se debería regir, nuestra convivencia.
Cuando uno se pregunta la razón por la que esto sucede, muchas son las hipótesis. Las más relevantes conducen a pensar que los ministros que así actúan, pretenden acumular méritos ante los suyos de cara a un eventual relevo en la dirección del partido ante el evidente desgaste y agotamiento por el que atraviesa el propio presidente del Gobierno ante el incesante incremento de casos de corrupción que afectan a su entorno más inmediato o bien inducen a pensar en la perspectiva de un eventual adelanto electoral, ante la incapacidad manifiesta del Gobierno para ejercer sus funciones ejecutivas. En cualquier caso, representan el agotamiento de un período legislativo que, tanto en la política interior como la exterior, arrojan una imagen de nuestro país de colapso y de permanente huida hacia adelante.
La multiplicidad de casos que ponen de manifiesto este agotamiento legislativo están en la mente de todos (trenes que no funcionan, aeropuertos en los que los pasajeros se desesperan y pierden sus vuelos, anuncios eternos de viviendas que nunca llegan a materializarse en nada, conflictos internos en el seno del Gobierno con desencuentros públicos entre ministros de éste, acusaciones veladas entre ministros de no colaborar con lo que proponen otros ministros, bloqueo legislativo en el Congreso de las iniciativas previamente aprobadas en el Senado, etc., etc., etc.). Un espectáculo ciertamente lamentable.
Esta semana se ha producido una nueva sesión de control al Gobierno tanto en el Congreso como en el Senado con el mismo resultado desalentador. Cero respuestas, infinitas provocaciones y multitud de preguntas de rebote a la oposición, que no gobierna y por lo tanto no es objeto del preceptivo control al Gobierno. Es el Gobierno el que debe responder a las preguntas de la oposición.
En esta ocasión, en el Senado, la ministra de Defensa fue preguntada por las limitaciones que el Gobierno contemplaba a la hora de propiciar la participación de las Fuerzas Armadas, más allá de la Unidad Militar de Emergencias, para preservar el bienestar de los ciudadanos en caso de catástrofe o calamidad pública, tal como prevé el art. 15.3 de la vigente Ley Orgánica 5/2005 de la Defensa Nacional.
Como quiera que la ministra afirmara no comprender la pregunta y que la actuación de las Fuerzas Armadas se rige siempre por la legislación vigente, se le recordó que el pasado 1 de noviembre, 3 días después del comienzo de las inundaciones en el sudeste de España, manifestó ante los medios de comunicación que la tarea de las Fuerzas Armadas era fundamentalmente disuasoria y que las Fuerzas Armadas no estaban para todo. Aparentemente, los voluntarios civiles de toda España, que acudieron en auxilio de los valencianos, sí podían estar para todo.
También se le recordó que el pasado 15 de agosto, en medio de la mayor crisis de incendios forestales de la historia reciente, ante la solicitud de medios adicionales de las Fuerzas Armadas, manifestó que para hacer frente a los fuegos había que tener formación específica, a pesar de ver a ciudadanos de toda condición tratando de extinguir los fuegos sin formación específica alguna y con los medios a su alcance, escasos y precarios
Nuestros militares rinden culto a valores esenciales y uno de ellos está plasmado en el frontispicio de muchos de los accesos a sus acuartelamientos en los que se puede leer: «Todo por la Patria». Creo conocer bien a los militares y tengo la certeza de que tienen interiorizado cuál es el alcance real de esa frase y también que no pueden entender cómo, por razones de tacticismo electoralista, se regatea su auxilio a los ciudadanos cuando estos sufren. Si existe un valor intrínseco a la vocación de los miembros de nuestras Fuerzas Armadas, es el de no mantenerse indiferentes, ni siquiera de forma aparente, ante el sufrimiento de los españoles. Antes bien, su vocación es la de preservarles de todo sufrimiento, ocupando, en su lugar, cuando necesario fuera, los puestos de mayor riesgo y fatiga.
Sabido es que el Gobierno de Pedro Sánchez es el Gobierno de las primeras veces en que sucede algo. Esta semana hemos visto cómo, por primera vez, un presidente del Gobierno mostraba su empatía hacia quienes se enfrentaban a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Ante este Gobierno de las primeras veces, los ciudadanos se preguntan el porqué, por primera vez, sus Fuerzas Armadas no han estado del «todo» con ellos cuando se han encontrado en estado de zozobra. La mayor parte de esos ciudadanos conoce la respuesta. Este gobierno no tiene límites para mantenerse en el poder a cualquier precio, aunque este precio sea el bienestar de los ciudadanos.
Lo que es cada día más evidente es que, tanto en las sesiones de control al Gobierno, como frente a la multitud de problemas a los que nos enfrentamos, tenemos la desgracia de encontrarnos con un Gobierno que no responde.
Fernando Adolfo Gutiérrez Díaz de Otazu es senador por Melilla del Grupo Parlamentario Popular