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29 de abril de 2024

TRibunaTomás Poveda Ortega

La familia en la búsqueda de la felicidad

Vosotros, jóvenes, no os tropecéis con la misma piedra de las recientes generaciones que os preceden, anhelad vuestra familia con la pareja adecuada

Actualizada 01:30

La ACdP está haciendo una labor impagable en visibilizar y difundir los principios y valores cristianos, que son pilares de Occidente. Y lo sostengo por las numerosas actividades públicas que realiza la ACdP, de ahí la «P» de «Propagandistas» –de propagar la fe–, en ámbitos como religión, cultura, política, historia. ¡Qué visionarios fueron los Padres Ayala y Herrera Oria! ¡Qué gran labor!
Hoy la ACdP es un faro de la fe y las tradiciones católicas –por eso la «C» de su acrónimo– en este Occidente que reniega de dónde venimos e incluso qué somos. Esa obsesión enfermiza de algunas mentes, secundadas sin criterio por la inmensa mayoría, de crear un hombre «nuevo». En realidad no lo es tanto porque fue uno de los anhelos de Nietzsche. Por eso sostuvo aquello de «¡Dios ha muerto!» y alumbró su «superhombre». Imagínense al personaje clamando al cielo semejante teoría. ¡Dios nos libre de castigo semejante! porque por ahí vienen las tendencias: disposición de la vida desde la concepción hasta la muerte, experimentación ad infinitum con la genética humana, transhumanismo, etc. El hombre ejerciendo como un dios. Les invito a leer a Luis Ventoso acerca de esta cuestión https://www.eldebate.com/opinion/20230618/miedo-si-da-mucho-miedo_122421.html
En su compromiso permanente, el CEU de Andalucía –pronto universidad– acogió en mayo un foro con el título «Conciliación Familiar y Corresponsabilidad», organizado por la Federación Andaluza de Familias Numerosas. Una mañana que nos permitió conocer cómo anda «lo nuestro», porque en España somos alrededor de 700 mil, según statista.com. Fue tan interesante que he decidido inscribirme en la Federación.
La conclusión a la que llegué es que necesitamos que nos dejen en paz, que podamos desarrollar nuestro proyecto vital en libertad, sin el intrusismo neocomunista tiránico de estos últimos años, bajo la premisa de que los hijos son del Estado. La libertad es mucho más importante que las ayudas económicas. Un matrimonio no decide el número de hijos por cuatro chavos. En realidad el Catecismo indica que esa decisión se delega en la Providencia, que también provee materialmente.
La familia fue la roca sobre la que se asentó la fuerza de Roma, una institución clave de aquella civilización, que es la nuestra. La cultura individualista de nuestro tiempo la ha debilitado. El individualismo hedonista nos ha conducido a una de las lacras actuales: la soledad, de ancianos y de todas las edades. Sí, en este tiempo de las redes «sociales» o asociales, como prefieran. Espacios que han exacerbado el odio, el aumento de las agresiones sexuales, particularmente horrendas en menores, los suicidios... Del humanismo hemos pasado a una sociedad depredadora. Aquí traigo a colación a Hobbes con su «homo homini lupus est».
Aristóteles sostuvo que el hombre es un animal social por naturaleza. Por eso, el individualismo, además de debilitar la familia, es un reflejo de una sociedad que ha evolucionado contra la propia esencia del ser humano. En familia aprendemos a sociabilizar, a perdonarnos, a pactar y a cumplir, a sufrir y a celebrar juntos, y por supuesto a querer, hasta el punto de dar la vida si es preciso por otro ser humano.
En los últimos meses he acudido a actividades de directivos y empresarios como el Congreso de la APD (Asociación para el Progreso de la Dirección), y la Cumbre de CEAPI (Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica). Uno de los temas que se ha repetido en las conversaciones ha sido la salud mental de los profesionales. El encierro pandémico y la angustia vivida han dejado importantes secuelas. Recuerdo que una directiva me preguntó cómo combatimos esta realidad. Mi respuesta probablemente fue demasiado simple: subrayé que tenemos que volver a los orígenes, socializar, involucrarnos con los demás, empatizar. Los que tenemos familia numerosa en teoría lo llevamos de serie, por eso no nos obsesionemos con las carreras profesionales: la tendencia a posponer tener una familia, a casarnos, a tener hijos. Toda etapa tiene sus edades. La fuerza física no es igual en la treintena que en la cuarentena, la paciencia también disminuye con los años. En mi caso afirmo que cuando he alcanzado la mayor felicidad ha sido con mi mujer y los cuatro hijos que Dios nos ha dado.
No lo duden, muchos de nuestros males psíquicos actuales –que pueden devenir en físicos– se deben a esa soledad que hemos aceptado como nuestra realidad. Por eso les sugiero que sean activos, salgan de ese status quo tóxico, busquen a los demás, apaguemos móviles y teles, abandonemos las dichosas series. Y vosotros, jóvenes, no os tropecéis con la misma piedra de las recientes generaciones que os preceden, anhelad vuestra familia con la pareja adecuada.
La Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América estableció como derechos inalienables, emanados de Dios, «la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad». Y eso es exactamente lo que las familias necesitamos: la defensa de la vida, la libertad de conciencia y de educación, y todo ello nos facilitará encontrar la felicidad con los nuestros.
  • Tomás Poveda Ortega es cofundador de empresas tecnológicas
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