Fundado en 1910
tribunaricardo martínez isidoro

La subversión inversa: los antecedentes

España es un país «es anormalmente no revolucionario, políticamente tardígrado y sustancialmente gubernamental; nos falta la cordial efusión del combatiente y nos sobra la arisca soberbia del triunfante». En España, añade Ortí Bordás, «no queremos luchar, solo queremos vencer»

Actualizada 12:58

Subvertir es, según la RAE, trastornar o alterar algo, en especial el orden establecido, también el orden moral.

Los procesos subversivos tienen como finalidad sustituir el poder existente por otro que sea afín a los intereses que conducen aquellos. Los activistas establecen estrategias, planes y objetivos consecuentes, un Consejo Director los aplica y guía hasta la meta, el poder mismo de un Estado o de un colectivo determinado.

El término subversión se relaciona íntimamente con la reversión del Estado, hacia otro modelo diferente, y en ocasiones aparece la violencia para acelerar el proceso; los tiempos empleados son muy variables, prolongados, como la «Larga Marcha» de Mao Zedong, con violencia expresa, o rápidos como los frecuentes en siglos XIX, XX y XXI, en especial en Hispanoamérica, Africa , Oriente Próximo, y Europa, los golpes de Estado, los procesos involucionistas.

Las grandes revoluciones han marcado el devenir de las potencias, han sido procesos de gran duración que a menudo han traído consigo largos periodos de inestabilidad, hasta consolidar la nueva situación, con vaivenes, que revertían los procesos a su punto inicial.

En Inglaterra, su proceso revolucionario, situado sobre la eterna cuestión de la prevalencia del Parlamento sobre el Soberano, costó la vida al Rey, a Carlos I de Inglaterra, ajusticiado 1649, previniendo a su hijo, el Príncipe de Gales, «He observado que el demonio de la rebelión se disfraza, con frecuencia , de ángel de la reforma , tanto unos como otros comparten un objetivo común, el de desplazar a la clase dirigente en su conjunto, los primeros, y a la clase política, en su sentido estricto, los segundos» Después de dos guerras civiles se produciría la dictadura de Oliverio Cromwell; restaurada la Monarquía, Inglaterra emprendería una singladura favorable, como conocemos.

En Francia, al absolutismo de Luis XIV, le siguió el Siglo de Luces, con poderosos renovadores del pensamiento colectivo, que usaron la razón en lugar de la inercia de las costumbres como base de lo público, y cayó también ajusticiado el Soberano, después de 10 años de Revolución, que han marcado el pensamiento general, así como el horror y fluidez de estos procesos, pues dio lugar a la dictadura de Napoleón y a la gran reestructuración de Europa, desorganizando el orden «wesfaliano», para después de un periodo imperial, repetido y problemático, alcanzar la República, sembrando la enemistad germano francesa. Hoy, la Constitución francesa prohíbe, terminantemente, cambiar ese régimen republicano.

Rusia no es ajena a estos procesos subversivos, que terminan con su Soberano, en este caso mediante el asesinato, también, de su familia; la Revolución de Octubre, muy influida por el devenir de la I GM, la inteligencia alemana en torno a la figura de Lenin, y un proceso subversivo amplio, muy reglamentario en etapas, encabezado por líderes crueles, caídos en desgracia sucesivamente, con la banalización de la muerte y la exhibición sistemática de la mentira hacia los que realmente necesitaban los cambios, consolidó el sistema comunista, cuyos efluvios dictatoriales todavía se dejan sentir en Europa y en el mundo.

En las colonias inglesas americanas, el germen de la Revolución francesa, exportado «ingenuamente» por el apoyo indirecto inicial a su revolución, y por la repetición del error del Rey inglés, al reclamar impuestos no votados en sus parlamentos, condujeron a la Guerra de la Independencia y al nacimiento de unos potentes Estados Unidos, no sin antes decantar una Guerra Civil, de Secesión, que refleja sus ecos en la actualidad.

Ni que decir tiene que estos son los casos grandes, los más representativos, aquellos en los que la violencia ha sido una herramienta fundamental del proceso subversivo, hasta el punto de llegar los tres primeros a ajusticiar a su Rey, fin no buscado por los procesos subversivos estándares, en sí mismos, como por alguna facción ideológica integrada que en algún momento determinado lidera el proceso, por su fortaleza o por la debilidad de los compañeros de viaje del proceso subversivo.

En España, según los estudiosos de estos aspectos, como José Miguel Ortí Bordás, que analizan los periodos históricos, en especial los relativos a los cambios de régimen en los siglos XIX a XXI, y concluyen que nuestro país «es anormalmente no revolucionario, políticamente tardígrado y sustancialmente gubernamental; nos falta la cordial efusión del combatiente y nos sobra la arisca soberbia del triunfante». En España, añade, «no queremos luchar, solo queremos vencer».

Pero es evidente que desde la Revolución Francesa, que dejó su rastro y su ordenamiento napoleónico, a pesar de la derrota de Emperador en España, el devenir ha sido problemático en la relación de la población con sus regidores, siendo numerosos los procesos subversivos desarrollados; 7 constituciones desde 1812, más de 70 gobiernos posibles y 5 «pronunciamientos» ( dispositivos de iniciación y activación de algunos procesos), varias guerras civiles, repúblicas, destronamientos y restauraciones, los jalonan, que si bien se generan de la forma habitual no terminan en la buscada revolución, esta se anhela desde el poder alcanzado y se promueve desde las más altas magistraturas del proceso, pero no consolidan la desaparición física del Soberano, quizás por la astucia de estos, para percibir la peligrosa situación, o por la idiosincrasia española más dulcificada en estos aspectos que en los vecinos del Norte y mundo anglosajón.

Existe otra tipología, que tiene sus ramificaciones internacionales, o proviene de ella, en Hispanoamérica fundamentalmente, la denominaremos Subversión Inversa, pues una vez alcanzado el Poder por los nuevos regidores, por procedimientos varios, el cambio se produce de arriba abajo, y no es simplemente política, dirigida al bienestar del pueblo, como reza el origen natural de esta actividad, a veces necesaria, sino reconversión, ideología y modificación del funcionamiento y relación de los Poderes Fundamentales constitucionales, también en España.

  • Ricardo Martínez Isidoro es general de división (r.) y escritor
comentarios

Más de Tribuna

tracking