¿Hacia dónde va nuestro mundo?
Creo ha llegado la hora de impulsar un movimiento mundial, que haga ver a los gobiernos, que las relaciones entre estados y países no tiene que regirse por la fuerza armada, sino por los principios del buen juicio, es decir, de la verdad, de la justicia y de la cooperación activa
A lo largo de lo que llevamos de siglo XXI, se han acelerado en muchos aspectos, situaciones que parecían más que seguras y sin cambios importantes cara al futuro. Nada más equivocado, ya que en casi todos los ambientes se han producido variaciones de tal calado, que no creo que haya nadie que en su entorno, no vislumbre una gran preocupación por el enfoque que se están dando a todo tipo de problemas y situaciones que están resultando no deseadas.
Empezando por lo más evidente para todos, podemos decir sin temor a equivocarnos, que en estos momentos hay en activo, fijas o intermitentes, más de cincuenta guerras en todo el mundo, lo que representa un aumento de consumo en armamento y de perfeccionamiento de armas cuanto más mortíferas mejor, que nos está llevando a situaciones de un gran peligro, que hasta hace relativamente poco tiempo eran impensables y que de seguir con esta escalada, en cualquier momento se puede producir el estallido que acabe con la civilización actual que conocemos.
Baste decir, que el almacenamiento de ojivas nucleares por parte de las principales potencias militares es tal, que si nos fijamos en EEUU, tienen más de treinta mil ojivas y cada una de ellas con una potencia nuclear inmensamente superior a la que tenían las bombas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki. Es tan diabólica la situación, que sin miedo a equivocarme puedo decir que el negocio de las armas es algo fundamental para los grandes productores de las mismas, ya que se las venden a todas las partes en conflicto, sean de un lado o del otro.
Creo ha llegado la hora de impulsar un movimiento mundial, que haga ver a los gobiernos, que las relaciones entre estados y países no tiene que regirse por la fuerza armada, sino por los principios del buen juicio, es decir, de la verdad, de la justicia y de la cooperación activa, ya que a la larga, no hay paz sin justicia y no hay justicia sin perdón. Debemos sustituir la cobardía de las armas, por la valentía de la reconciliación, pues creo en definitiva, que la autoridad que no es servicio, es dictadura.
Otro problema acuciante es la necesidad imperiosa que tenemos, en defender la familia, la vida, incluida la del no nacido y la libertad religiosa, ya que estos valores fundamentales de la civilización occidental, que están basados en que Dios es el autor de todo lo creado, no pueden quedar relegados a ser temas de índole privado y sin defensa por parte de las autoridades correspondientes. Hemos podido ver a lo largo de los siglos, como el cristianismo ha impregnado principalmente la base del mundo occidental y sin olvidar que Dios es el principio fundamental de nuestra existencia. Son nuestros principios y tradiciones fundamentales y como sabemos: las tradiciones, no son la adoración de las cenizas, sino la preservación del fuego.
Otro punto gravísimo es La Migración, que por principio podemos decir que es un derecho por dos razones: la primera es que todos tenemos derecho a encontrar en nuestro país las condiciones para llevar adelante una existencia digna. En segundo lugar, también todos tenemos el derecho a desplazarnos cuando las condiciones mínimas no existen. Hoy en día, por cuestiones políticas, de intereses espurios, de explotación sin límites, etc, la migración se ha convertido en un problema prácticamente mundial, que además está provocando que, amparándose en los principios enunciados, se está produciendo una invasión silenciosa que hoy en día es un gravísimo problema, especialmente para Europa y de manera especial dentro de Europa: en Francia; Gran Bretaña y España, donde de manera muy alarmante se han instalado ya de facto una gran cantidad de musulmanes que como sabemos, tienen como único principio, Alá, que fue reivindicado definitivamente en el Corán, impuesto en el año seiscientos de nuestra era por Mahoma y donde las mujeres están sometidas a los hombres y los homosexuales no tienen cabida.
Otro punto que considero gravísimo, es el total abandono de Europa a los principios cristianos que siempre nos rigieron, para ser sustituidos por un ateísmo de nuevo cuño, que está alentado por grupos dominantes de inmenso poder económico, que están convencidos de ser los nuevos dioses del mundo, cuando la realidad es que lo están llevando a la más grande catástrofe jamás vista en nuestro planeta.
En paralelo con lo anterior, hace mucho tiempo que con los grandes adelantos tecnológicos conseguidos, se está llevando a cabo una explotación de nuestros recursos, como no la ha habido nunca, sin valorar la destrucción del equilibrio que debe existir en todo tipo de explotaciones y que hace que en estos momentos se puede ya decir que la situación es de riesgo extremo.
Otro punto caliente en estos momentos, centrándome en la situación política y no sólo en España, sino en general en el mundo, contemplamos con preocupación creciente todos los días la clase de personas que están al frente de los gobiernos de las principales potencias del mundo, y que no creo se pueda salvar a ninguno, siendo cada vez más zafios, menos preparados y más populacheros y pendientes de los votos que les permitan seguir dominando la situación.
Puedo detectar el peligro que creo representa que los principales países del mundo estén dirigidos por personas que no tienen principios claros y que en varios casos son verdaderos dictadores, en pleno siglo XXI.
En nuestro país, la cosa no es mejor ni mucho menos y nunca podré entender cómo es posible que con la que está cayendo y viendo que tanto el presidente como todo su entorno principal, sea político como familiar, están inmersos en temas de corrupción como poco y sabiendo todos que el autócrata llegó a ser presidente del gobierno sin haber ganado nunca las elecciones y simplemente consiguiendo el poder a base de cesiones inconfesables y nefastas para España de los partidos políticos con una representación parlamentaria menor, que tienen por objetivo destruir España. No entiendo cómo un partido como el PSOE, claramente constitucionalista hasta la llegada de Sánchez, no se rebela ante esta situación, que más pronto que tarde les va a explotar en la cara y van a quedar reducidos a su mínima expresión durante mucho tiempo. Creo, sin duda, que muchos de los que me consta no están de acuerdo con el presidente, deberían votar en conciencia y así acabar de manera digna con esta crítica situación para España.
Es muy triste ver que en nuestra patria, donde siempre hubo señorío, valentía y amor a los principios fundamentales, estemos perdiendo de manera peligrosa todo lo que nos ha llevado siempre en la historia a alcanzar cotas que nadie ha podido lograr.
Termino de manera positiva, diciendo que para los católicos no obstante la situación actual, el futuro tiene nombre y ese nombre es: esperanza
- José Fernando Martín Cinto es licenciado en Ciencias Físicas