La Audiencia General de esta mañana ha estado cargada de gesto. El Papa, con una inflamación en la rodilla, no ha podido saludar y estar junto a los fieles pero eso no lo ha impedido dejar multitud de temas encima de la mesa. Desde la enfermedad en los hijos, hasta la paz en Ucrania, pasando por la importancia de saber acompañar las «orientaciones sexuales distintas en los hijos» y de no «esconderse» bajo una actitud condenatoria.
Lo ha hecho, como cada miércoles, desde el Aula Pablo VI del Vaticano. «Pienso en los padres ante los problemas de los hijos: hijos con tantas enfermedades, hijos enfermos, también con enfermedades permanentes. ¡Cuánto dolor ahí!. Padres que ven orientaciones sexuales distintas en los hijos y cómo gestionar esto y acompañar a los hijos y no esconderse en una actitud condenatoria; padres que ven que sus hijos que se van a causa de la enfermedad», ha manifestado el Sumo Pontífice.
Francisco ha arremetido así contra la actitud que condena los comportamientos de los hijos y ha pedido a los padres «suavidad». «Jamás condenen a un hijo», ha instado, al mismo tiempo que el Santo Padre recordaba su experiencia cuando era arzobispo de Buenos Aires e iba en autobús, pasando por delante de la cárcel donde veía a los familiares de los presos haciendo cola para poder visitarlos.
«Me producía mucha ternura cuando pasaba ante la cárcel y había una fila de personas que iban a entrar a visitar a los presos. Y allí estaban las madres. Me producía tanta ternura, ver a las madres que ante un hijo que se ha equivocado y que está en la cárcel, no lo dejan solo, dan la cara y lo acompañan. Coraje de madre y de padre que acompañan a los hijos siempre», ha incidido al tiempo que instaba a pensar en cómo se puede ayudar a estas personas: «Pensemos en cómo ayudarles. ¡Hay tanto dolor! Pensad en el Señor, en cómo ha resuelto los problemas».
De este modo, el Papa Francisco ha recordado «las muchas personas que están aplastadas por el peso de la vida y ya no logran ni esperar ni rezar». No obstante, ha precisado que la oración no es «nunca» un gesto «abstracto o intimista» que es más propio de los agnósticos y no de los cristianos. El Papa ha dejado claro que la oración «siempre está indisolublemente unida a la caridad y al amor».
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