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24 de abril de 2024

Julia Pavón desgrana los paralelismos entre la Edad Media y nuestra época

Julia Pavón desgrana los paralelismos entre la Edad Media y nuestra épocaUNAV

La decana de filosofía de la UNAV: «En la Edad Media la muerte no se esconde; forma parte del día a día»

Julia Pavón comenta algunos de los rasgos característicos de la Edad Media: la relación del hombre con la muerte y su actitud ante la vida

Existen varios tópicos sobre la Edad Media. Por un lado, la idea de que fue una época tosca en que la mayoría de la población se dedicaba a las duras tareas campestres, y estaba sometida por un clero cerril y una nobleza adicta a los banquetes y las justas. Por otro lado, la idealización de una Edad Media modelo de virtud cristiana, exquisitez caballaresca, ascetismo y alegría natural.
Charlamos sobre alguno de estos aspectos con Julia Pavón Benito (Madrid, 1968), decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra. Es catedrática de Historia Medieval y ha orientado parte de sus investigaciones hacia las órdenes militares –como el Temple o los caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén (hoy llamada Orden de Malta)–, la actitud del hombre ante la muerte y el monacato femenino.
–Usted es experta en Edad Media y en conocer cómo se afrontaba o entendía la muerte. ¿Qué nos tiene que decir el hombre de la Edad Media –un hombre esencialmente cristiano, por cultura– sobre la muerte?
–Aunque la historia no se puede secuenciar de manera compartimentada, como si hubiera algo monolítico entre los siglos V y XV, en la Edad Media la muerte es un elemento que integra la naturaleza humana y es muy cercana. La muerte se ve. La muerte no se esconde. La muerte forma parte del día a día. Primero, porque estamos en una sociedad pretécnica y con una medicina bastante limitada. De modo que la muerte llega pronto: en la infancia, en la enfermedad, en los partos, en la guerra, en el trabajo del día a día. Teniendo en cuenta que la cultura medieval es una cultura donde el lenguaje cristiano predomina y donde las formas culturales que provienen de la Iglesia predominan –lo que no significa que sean predominantes o impuestas, porque hay otros grupos religiosos–, hay un sentido trascendente con respecto al nacimiento y la muerte. Los grandes ejes del hombre son el nacimiento, su posición social y su muerte, y siempre conllevan una lectura litúrgica, una idea de trascendencia. Por tanto, la muerte es una muerte amiga, una muerte domada, una muerte cercana. De esta forma, lo que hace el hombre medieval durante el tiempo de su vida, y luego durante los tiempos de la agonía o en la preparación para la muerte, es tener un diálogo con la muerte. El hombre se prepara para la muerte.
–A veces se dice que los ricos «compraban la vida eterna» mediante bulas en aquellos siglos. ¿Cierto, o es un tópico?
–Ahora estoy preparando una monografía sobre la muerte en Europa Occidental, y me he vuelto a leer a los grandes modernistas y medievalista franceses, que en España se copian y malinterpretan. Se ha interpretado que el hombre medieval, al estar cerca de la muerte, abandona la idea trascendente y compra un ticket para el más allá mediante el testamento. El testamento se convierte, para la historiografía española, en un arma de doble filo, porque, por una parte, responde al ideal del hombre medieval trascendente y cristiano, pero que, por otra parte, está comprando la salvación a partir de dádivas a enfermos, dádivas a la Iglesia y dádivas a sus familiares. Y esto no es verdad, porque, según las bases teológicas de la Edad Media, la salvación no se compra, sino que de todo lo que haya hecho uno en su vida lo va a tener que enfrentar en el momento de la muerte y ese será el pasaporte.
–¿Ese es el lugar de la Danza de la Muerte?
–A partir del siglo XIV comienza a operar un gran cambio que afecta a la espiritualidad y a la muerte. Y ahí aparece la Danza de la Muerte. Se dice: «Yo he estado toda la vida acumulando riquezas o persiguiendo la fama, o alimentando económicamente ese panteón familiar, y el memento mori me recuerda que, en el momento de la muerte, polvo será». A partir de ahí se articula todo un lenguaje, porque la sociedad está en crisis. Al igual que hoy, cuando hay un cierto gusto por lo tétrico o lo macabro, el hombre de los siglos XIV y XV está reflejando lo que es y lo que es la imagen de su vida, porque se está produciendo también una eclosión del arte figurativo, de la joyería, del materialismo en su expresión más suntuosa. Supongo que en nuestra cultura actual se está produciendo una imagen de la muerte, del memento mori, del «recuerda que vas a morir», lo que nos hace ver todavía que el hombre tiene una imagen trascendente.
Julia Pavón desgrana los paralelismos entre la Edad Media y nuestra época

Julia PavónManuel Castells - UNAV

–En la Edad Media tenemos una cara alegre, como el Libro de Buen Amor, el romancero, el Poema de Elena y María… y también guerras y pestes, como hoy nos sucede. ¿Nos parecemos en esto, o hay factores de gran diferencia?
–Hay épocas de grandes cambios, como sucede ahora. Cambios en todas las esferas del desarrollo humano, y que afectan a lo político, a lo social, a lo económico, a lo cultural, a todo. Son épocas de grandes virajes culturales que vienen, muchas veces, impulsados por grandes conflictos bélicos o por pestilencias. En este caso, la Peste Negra del siglo XIV es un instrumento activador, un elemento tractor que provocó una serie de cambios. Veníamos de los siglos XII y XIII, de la época de la escolástica, de las universidades, la reconstrucción de las grandes catedrales góticas, de la soberbia del urbanismo, de la soberbia intelectual. Aquella era una «sociedad perfecta», materialmente muy desarrollada… y de repente viene el azote de la peste. El sistema político en crisis, porque se pasa de un modelo más o menos participativo o democrático –por decir de algún modo–hacia una monarquía absoluta. Lo que hace Felipe IV de Francia es brutal. Cuando interviene el Temple, lo que está haciendo no es eliminar una orden que le molesta, sino lo que hace es desplegar un aparato de control autoritario. El poder es suyo y nadie puede controlarlo, salvo él. Ahí se pone un pequeño huevo, y comienza a eclosionar una forma distinta de ver el mundo. En lo que afecta a la visión de la muerte, se pasa de una realidad que formaba parte del día a día, a una muerte que lleva a que la gente se encierre. Antes de la Peste, los pasos mortuorios se hacían a ras de las personas, pero, a consecuencia de la Peste, se elevan, debido al miedo a tocar al muerto. Se intenta no verlo, se lo tapa. Yo creo que el cambio que se produce es el mismo que se está produciendo ahora.
–¿En qué sentido?
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