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05 de mayo de 2024

Monja Clausura 2

Fundación DeClausura

Las monjas de clausura, contra las cuerdas

La subida del coste de la luz y de la cesta básica, junto a los estragos causados por la pandemia, ha puesto cuesta arriba a las 751 comunidades de vida contemplativa que viven en nuestro país

A sus 83 años y con medio cuerpo paralizado por el ictus que sufrió en 2017, sor María Isabel Pérez Villasur trabaja en la cocina y como campanera del monasterio de Santa Clara de Carrión de los Condes. Cumpliendo con la regla de san Benito «a los hermanos enfermos se les encomendará una clase de trabajo mediante el cual ni estén ociosos ni el esfuerzo les agote o les haga desistir». La falta de relevo generacional en la mayor parte de monasterios de clausura, junto a la delicada situación económica que atraviesan para su propio sustento, hace que todas las manos sean bienvenidas para atender el día a día y cumplir aquello que decía santa Teresa de Jesús: «También entre los pucheros anda el Señor».
La Fundación DeClausura, una entidad sin ánimo de lucro gestionada por laicos de la Iglesia, orientada a «mostrar la belleza de la vida contemplativa y ayudar a los monasterios y conventos», ha lanzado un mensaje de alerta ante la carestía, cada vez más acuciante, que sufren aquellos que han consagrado su vida a rezar por los demás y que han perdido una importante fuente de ingresos después de los sendos confinamientos y la parálisis del mundo por culpa del coronavirus. Luz, gas, agua, alimentos… «Como cualquier familia, las comunidades contemplativas intentan hacer frente a la subida de los precios energéticos y de la lista básica de la compra. Muchas de ellas no llegan a fin de mes», anuncian desde DeClausura.
Monjas

La generosidad ante la extinción

Tal y como ha ido siguiendo El Debate, la actividad de muchos de estos espacios de oración sigue estando afectada por los estragos de la pandemia, agravando la situación vital de monasterios y conventos. Sin ir más lejos, a finales del 2021 conocíamos la historia del monasterio de las clarisas de Santa María de Jerusalén de Barcelona que tuvieron que recurrir a Twitter para pedir donativos para poder arreglar el obrador con el hacían sus pastas y galletas. Fue entonces sor María Lourdes quien contaba que con «la pensión que nos dan no llega ni a los 800 euros mensuales. Pusimos el obrador para poder vivir de ello, porque no nos llegaba, y ahora no tenemos otro medio de vida».
La madre Micaela, del convento de las clarisas de Carrión de los Condes, asegura que las comunidades contemplativas necesitan acudir desde hace décadas al banco de alimentos para cubrir sus necesidades alimentarias básicas. Y aunque afirma que, en España, las monjas y monjes de Clausura «no se van a morir de hambre, carecen de los nutrientes propios de una alimentación saludable».
Conocedoras de la realidad de algunas comunidades, es habitual que unas monjas ayuden a otras. «Si tenemos, damos y si no tenemos, acudimos a la mesa del Señor. Y el Señor nunca nos ha fallado», asegura sor María Micaela en la campaña de la Fundación DeClausura destinada a recaudar donativos con intención de ayudar a las comunidades contemplativas. «Cuando unas monjas de clausura piden ayuda es porque realmente la necesitan», confirma la abadesa.
Sor María Isabel Pérez Villasur, en la cocina del monasterio de Santa Clara, Carrión de los Condes

Sor María Isabel Pérez Villasur, en la cocina del monasterio de Santa Clara, Carrión de los CondesFundación DeClausura

Una monja nunca se jubila

Un 90 % de los 751 monasterios de clausura activos en España es habitado por mujeres. Según los datos referidos a la Memoria de Actividades de la Iglesia de 2019, elaborada por la Conferencia Episcopal Española, antes de la pandemia vivirían en estos espacios de recogimiento 8.739 personas. Esto supone poco más de diez personas por monasterio. Mantener sus infraestructuras, su rico patrimonio, además del cuidado de los religiosas y religiosas se ha visto entorpecido por la crisis económica derivada de la COVID-19. «Durante este último año, han cambiado nuestras vidas y ritmos comunitarios; así como nuestras realidades numéricas y de fuerzas. Pero a pesar de ello y con ello, queremos ver gracia en medio del dolor y nuevos horizontes», explica sor María Rocío Aguado Esteban, Madre Abadesa de las Hermanas Clarisas del Convento del Corpus Christi de Segovia.
Las hermanas mayores, en medio de estas circunstancias y a pesar de ellas, son ejemplo de amor al prójimo, como recoge DeClausura. Sor Dominga Martín Martín, a sus 88 años, sigue siendo la ropera del Convento de Santa Clara de Carrión de los Condes (Palencia). A día de hoy trabaja cada día en el arreglo y cuidado de los hábitos de sus hermanas.
Para que puedan seguir con su labor silenciosa pero esencial para la vida de la Iglesia, estos call-centers de oraciones necesitan que los católicos cumplamos con los preceptos cuaresmales. Que recemos por ellas, que compartamos su ayuno y que seamos generosos en la ayuda que podamos brindarles para seguir siendo testimonio vivo.
Sor Dominga Martín, ropera del convento de Santa Clara

Sor Dominga Martín, ropera del convento de Santa ClaraFundación DeClausura

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