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28 de abril de 2024

Declan
DELENDA EST CARTHAGO

Perspectiva bizantina

Así ocurre con la actualidad. Nos situamos ante lo que ocurre desde nuestro punto de vista, y contemplamos los lados que desde ahí se pueden percibir. Los que no, quedan ocultos, y no es algo que nos interrogue, puesto que así es como el mundo se nos representa siempre ante la mirada

Actualizada 12:45

Uno de los tópicos sobre la toma de Constantinopla, la ya por entonces milenaria ciudad bajo asedio turco, es que mientras la ciudad estaba a punto de caer y con ella el Imperio Romano de Oriente, en la corte se discutía apasionadamente sobre el sexo de los ángeles. Se trata de una discusión bizantina, y su contenido sin duda mucho más estrafalario que la obsesión por la genealogía y los mausoleos que J.R.R. Tolkien asignaba a los gondorianos ante la ruina cierta de la ciudad de Minas Tirith. La realidad es que dicha discusión no tuvo lugar, pero desde el Occidente romano se había recibido muy mal el hecho de que la controversia teológica que había dividido católicos de ortodoxos, aparentemente solucionada en el Concilio de Florencia de 1438 – buscando facilitar entre otras cosas también el auxilio militar de occidente – fuese reabierta por los patriarcas ortodoxos pocos años después. Ese afán por la controversia en el ocaso del Imperio Romano de Oriente vendría a ser inmortalizado con este tópico.
Bizantina también es la perspectiva con la que se representan los objetos en los iconos, pero en este caso, lejos de ser también objeto de la propaganda del quattrocento latino, la perspectiva bizantina supone una comprensión más amplia de la realidad. Cuando nos colocamos delante de un icono sabemos que nos situamos delante de un código estético diferente, con sus propias reglas y sus propias formas. Una de las características de los iconos es el modo con el que se representan los objetos, de tal modo que los vemos con una forma que nos resulta irreal desde nuestro punto de vista, pero no por ello irreconocible. Vemos los objetos de tal modo que lo que debería estar ocultado a nuestra vista, conforme a una perspectiva lineal, lo vemos, sin embargo, representado; en lugar de solo ver dos lados de un objeto cuadrado, se nos deja ver tres lados. Es lo que se conoce como perspectiva inversa o bizantina, precisamente por ser frecuente en los iconos. Tiene su lógica desde el punto de vista del diseño, pero no tanto desde la mirada subjetiva del espectador.
Así ocurre con la actualidad. Nos situamos ante lo que ocurre desde nuestro punto de vista, y contemplamos los lados que desde ahí se pueden percibir. Los que no, quedan ocultos, y no es algo que nos interrogue, puesto que así es como el mundo se nos representa siempre ante la mirada. Si cambiamos el punto de vista, cambiarán entonces aquellas cosas que podemos observar, y otras pasarán a estar ocultas.

A día de hoy la cultura occidental carga como una losa esta perspectiva racional, ordenada y divisoria de la realidad

Vivimos determinados muchas veces por la elección de los lados. Empezando por ser cuestionados desde antes del uso de razón a quién queremos más, a mamá o a papá, pasando por elegir mar o montaña, carne o pescado hasta llegar a batirse en duelo por la tradición o la modernidad. Es la realidad diseccionada en dos, es la razonable perspectiva lineal. Razonable hasta el punto de que es el sujeto el que determina la realidad en función de los lados que percibe, y su parecer subjetivo es el ingrediente necesario de toda discusión bizantina que se precie.
Ya lo intuía san Pablo cuando regaña a los corintios por dividirse entre seguidores de unos u otros apóstoles, como si se tratase de seguir a famosos conductores de cuadrigas. Ser más de Bonifacio VIII o de Celestino V. A día de hoy la cultura occidental carga como una losa esta perspectiva racional, ordenada y divisoria de la realidad. Se suceden las ideologías, pero permanecen las mismas discusiones. Parece que la única alternativa racional ante la realidad percibida es el determinarse. ¿Y quién pude decir que determinarse no es bueno? ¿Quién puede estar contra una causa abrazada con entusiasmo por el sujeto, por quijotesca que sea? El problema está en la continua determinación parcial, que monta magníficos debates en la plaza principal, donde concurre toda la multitud, apasionada y dividida, para el asombro de los sitiadores de su ciudad, sean estos turcos otomanos o las huestes de Mordor, que no encuentran a nadie en las murallas. No determinarse – no tener la imperiosa necesidad de expresar una opinión parcial para todo – a veces puede ser la opción más juiciosa, y la más razonable más allá de los límites de la perspectiva lineal.
Nos debatimos entre la permanente esterilidad de una discusión bizantina y la necesidad de adoptar una perspectiva del mismo nombre. Hay segmentos de la realidad que pueden ser percibidos con perspectiva bizantina, y privilegiando la perspectiva sobre la discusión, estos quedarían sorprendentemente dejados por todos en paz.
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