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13 de mayo de 2024

Declan
DELENDA EST CARTHAGO

Los nonatos de Kiev

Los pequeños de los sótanos, en su condición de nonatos sobrevenidos, aparecen como los vencedores frente al relato del derecho a la gestación subrogada, que no es capaz de ofrecerles la seguridad elemental que solo el abrazo de unos padres puede dar

Actualizada 16:31

En La tragedia de Macbeth William Shakespeare cuenta el encuentro de su protagonista con tres brujas que le saludan al borde del camino, cuando regresaba victorioso del campo de batalla. Se dirigen a Macbeth por su título nobiliario, pero también se dirigen a él con el título que aún desconoce que el rey Duncan ha decidido concederle por su éxito en la batalla. Por último, se dirigirán a él como rey de Escocia, título que vaticinan será suyo. Según avanza el relato y se descubre que, efectivamente, el rey Duncan le ha concedido el título que ya le habían avanzado las brujas, comienza una espiral de decisiones inmorales y profundamente desacertadas para hacer que se cumpla el último vaticinio, ser rey de Escocia. Cada vez más acosado por las consecuencias de sus decisiones, siendo ya rey, Macbeth irá al encuentro de las tres brujas, buscando en sus vaticinios consejo para salir victorioso de sus cada vez más numerosos enemigos. Uno de los oráculos que recibe en esta ocasión es que «ningún hombre nacido de mujer podrá vencerle».
Macbeth será vencido por mano de Macduff, el cual nació de una cesárea practicada a su madre nada más expirar. Y es que a los nacidos por cesárea se les denomina nonatos, los no nacidos.
En estos últimos días se han podido ver imágenes de los sótanos de la clínica BioTexCom, en Kiev, habilitados como refugios para los niños recién nacidos en la misma y que aguardan a ser recogidos por sus padres, que por una cantidad –en torno a los 50.000 €– han conseguido que una mujer haya llevado adelante un embarazo por encargo, lo que se conoce como gestación subrogada. La guerra hace muy difíciles, por no decir imposibles ya, los desplazamientos desde el extranjero para recoger a esos niños.
Dentro del neolenguaje utilizado en esta práctica, prohibida aún en gran parte de las naciones, los progenitores que han contratado la realización por otra mujer de dicho embarazo reciben el nombre de «padres biológicos», porque el material biológico procede del padre o de ambos, y la mujer que lleva adelante el embarazo por encargo recibe el nombre de «madre subrogada».

Estos nonatos revelan la ilegitimidad de quien porta la corona, no porque la ciña alguien indigno de ella, sino porque la ciñe el que ha dejado que el deseo esté por encima de la moralidad de las decisiones tomadas

En los sótanos de la clínica se van acumulando los niños según van dando a luz sus madres por contrato. Niños a los que se rompe de inmediato la relación con ellas, pues el contrato con sus gestantes ha terminado. Niños que aún no han entrado en contacto con los titulares de parte o de todo el material biológico aportado, y que están a merced de que las circunstancias de guerra se despejen, sin sus padres contratantes a la vista.
Con los «padres biológicos» imposibilitados de viajar, se pone en evidencia el eslabón débil de la cadena. Los hijos, aunque nacen, permanecen como los nonatos de sus padres contratantes. Siguiendo La Tragedia de Macbeth, parece que este limbo en el que se hallan los niños revela un itinerario ocultado con cierta efectividad por el neolenguaje, los laboratorios y las transacciones. Llegar a ser padre y madre es algo a lo que aspiran muchos hombres y mujeres. Al borde del camino se presentan las brujas que, empezando por este deseo verdadero, llegan a prometer como un hecho cierto la realización de este deseo. Forzar el acceso a la paternidad y la maternidad, como quien fuerza el acceso al trono de Escocia, introduce en un camino de inseguridad. El oráculo de las brujas que recuerda «que ningún hombre nacido de mujer podrá vencerle» adquiere en estas circunstancias de desamparo de estos nonatos sobrevenidos un particular significado, en donde se pone en evidencia la vulnerabilidad de unos lazos que se asientan en el deseo subjetivo de la paternidad y la maternidad, en la objetividad de una posición económica desahogada, pero que no pueden hacer presente algo tan natural como la protección de la prole para la supervivencia de la especie. Estos nonatos revelan la ilegitimidad de quien porta la corona, no porque la ciña alguien indigno de ella, sino porque la ciñe el que ha dejado que el deseo esté por encima de la moralidad de las decisiones tomadas.
Macbeth llegó a entender cómo las profecías de las brujas eran engañosas al ser vencido por un nonato. Los pequeños de los sótanos, en su condición de nonatos sobrevenidos, aparecen como los vencedores frente al relato del derecho a la gestación subrogada, que no es capaz de ofrecerles la seguridad elemental que solo el abrazo de unos padres puede dar.
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