
La Capilla Sixtina ya esta preparada para recibir a los cardenales
Lo que nadie puede ver: así será el paso a paso dentro de la Capilla Sixtina
El detallado protocolo que regirá la votación de los 133 cardenales que elegirán al 267 sucesor de Pedro es un proceso complejo y previsto al milímetro
La votación por la elección de un nuevo Papa es, seguramente, la más antigua del mundo: nada menos que cerca de 2.000 años, desde la muerte de san Pedro y la elección de su primer sucesor, san Lino. Aunque el primer conclave celebrado en la Capilla Sixtina fue en 1492, no fue hasta 1878 que se estableció como sede de todos los conclaves. Desde entonces, el protocolo para estipular el modo de elegir al Papa ha variado con los siglos.
Pero lo que sí se ha mantenido es el secretismo que conlleva esta votación. Y a las puertas de un nuevo Papa, surgen las preguntas: ¿Qué ocurre dentro de la Capilla Sixtina? ¿Dónde depositan los votos los cardenales? ¿Y si alguno cae enfermo? ¿Quién cuenta los votos? ¿Hay mecanismos para evitar una posible falsificación?
Hacemos un recorrido sobre todos los pasos que se realizarán dentro de la «Capella magna» en una votación que tan solo los 133 purpurados verán.
La distribución de papeletas
Durante la fase previa a la votación, el maestro de ceremonias distribuirá las papeletas en blanco a los cardenales electores (2 o 3 para cada uno). Posteriormente, el último cardenal diácono sortea entre los electores tres escrutadores, tres encargados de recoger los votos de los enfermos (infirmarii) y tres auditores.
Antes de dar comienzo a la votación, el secretario del colegio cardenalicio, el maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias y los maestros de ceremonias abandonan la Capilla Sixtina, y el último cardenal diácono cerrará la puerta.
Las papeletas
Por orden de procedencia, cada purpurado elector debe escribir de la forma más clara un nombre en la papeleta, doblarla y sostenerla en alto mientras se acerca al altar, donde se encuentran los escrutadores. Allí pronuncia un juramento: «Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, de que mi voto es dado a aquel que, según Dios, creo que debe ser elegido»
Esta fórmula será repetida por todos los prelados electores. A continuación, deposita la papeleta en un plato metálico, y con ella la introduce en una caja. Finalmente, se inclina ante el altar y vuelve a su asiento.
¿Cómo vota un cardenal enfermo?
Uno de los purpurados, el bosnio Vinko Puljic, asistirá al cónclave, aún estando enfermo. Cuando se produce este suceso, los infirmarii van hacia la casa de Santa Marta, donde se aloja el enfermo, con el número apropiado de papeletas en una pequeña bandeja y una caja. La caja habrá sido antes entregada por los escrutadores en la capilla, y abierta públicamente por ellos, para que los otros electores puedan ver que está vacía. Luego es cerrada con una llave colocada en el altar. La caja tiene un agujero en la parte superior, por el que se puede introducir una papeleta doblada. Así, el enfermo (Puljic), cuando reciba las papeletas en blanco realizará su voto, y la caja se llevará de vuelta a la capilla. Allí, los escrutadores cuentan las papeletas de la urna y, tras comprobar de que su número coincide con el de los infirmari (en este caso, uno) se introduce con las del resto en la urna.
El recuento
Una vez depositadas todas las papeletas, el primer escrutador sacude la urna varias veces para barajarlas. Y el último escrutador procede al recuento, sacándolas visiblemente, una a una de la urna, y depositándolas en otro recipiente vacío. Si el número de papeletas no corresponde al número de votantes, deben quemarse todas y se procede a una segunda votación. Si, por el contrario, es correcto, se procede al recuento.
Los tres escrutadores se sientan en una mesa frente al altar: el primero toma una papeleta, la abre, anota el nombre del elector y se la pasa al segundo, quien, una vez comprobado el nombre del elector, se la pasa al tercero, que la lee en voz alta.
Tras leer las papeletas, las pincha con una aguja en el punto donde se encuentra la palabra Eligo, y las introduce en un hilo. Una vez terminada la lectura de los nombres, los extremos del hilo se atan con un nudo, y las papeletas se depositan en un receptáculo. Se recuentan los votos y, después de comprobarlos, si hay Papa elegido, se queman en una estufa de hierro fundido, junto a paja húmeda y unos productos químicos para que le den el color blanco. Si aún no hay Papa, se aguarda a la segunda votación (que se realiza de forma inmediata) y se queman todas juntas para que solo haya una fumata por la mañana y otra por la tarde.
¿Cuántos votos necesita?
Para la elección del Sumo Pontífice se necesitan al menos 2/3 de los votos. En el caso concreto del cónclave que arranca hoy, serán necesarios 89 votos para elegir al Papa, por ser el número de cardenales electores 133.
¿Qué pasa si no hay mayoría?
Si los cardenales electores tienen dificultades para ponerse de acuerdo sobre el elegido, después de tres días sin resultado, las votaciones se suspenden durante un máximo de un día, para una pausa de oración y libre discusión entre los electores. A continuación, se reanuda la votación. Si la situación continúa repitiéndose, en la siguiente votación se debe elegir entre los dos nombres que hayan recibido más votos en la votación anterior. Después de siete votaciones, si la elección no ha tenido lugar, hay otra pausa para la oración, la conversación y una exhortación, impartida por el cardenal mayor de la orden de los presbíteros. Se repite el proceso, en series de siete votaciones, seguidas de pausas. Pero no parece probable que esto ocurra.