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Jorge Sanz Casillas
Jorge Sanz Casillas

Robert Prevost Martínez: el niño que usaba como altar la tabla de planchar de su madre

El Papa León XIV descubrió su fe «a los cinco o seis años», una vocación que «nunca flaqueó». Hombre de ciencia y fe, se licenció en Matemáticas y Teología antes de iniciar su misión en Perú, reforzando el ADN hispano que heredó de su madre

Madrid Actualizada 07:40

De Robert Prevost Martínez a Papa León XIV

De Robert Prevost Martínez a Papa León XIVÁngel Ruiz

Era por la tarde en Estados Unidos, concretamente en un barrio apacible de Florida, donde el césped luce siempre bien cortado, cuando un jubilado de nombre John se vio de pronto rodeado por vecinos y curiosos. Su hermano pequeño, de nombre Robert, se acababa de asomar al balcón de la Basílica de San Pedro haciéndose llamar León XIV, el Papa número 267 de la historia.

Ni en sus sueños más creativos podía pensar John que Robert, creado cardenal por Francisco hace apenas dos años, saldría del cónclave investido como obispo de Roma, nada menos que como el líder espiritual de toda la cristiandad. Pero ocurrió, y pasado un rato pudo hablar con él por teléfono: fueron solo 30 segundos según su recuerdo, y para confirmar seguramente dos cosas: que estaba bien y que el oficio de Papa es la misión de todas las misiones, y que lleva aparejado un profundo distanciamiento de tus seres queridos, como le ocurrió a Francisco.

—Felicidades —recuerda haberle dicho John a su hermano Robert (hoy Papa León XIV), tal y como explicó ayer en el programa Good Morning America.

—¿Dónde has estado? —le preguntó el Papa.

—Afuera, hablando con la gente, y no he podido escuchar el sonido del teléfono —le tuvo que reconocer.

Una vocación temprana

Robert Francis Prevost Martínez nació en Chicago el 14 de septiembre de 1955, siendo el tercer hijo de Mildred Martínez (bibliotecaria) y Louis Marius Prevost (educador y veterano de la Segunda Guerra Mundial). Robert era el hijo menor, el último por detrás de John y Louis, el mayor de todos, al que la fumata blanca le pilló casi durmiendo: «Si no hubiera estado en la cama, podría haberme desmayado», ha reconocido recientemente a la prensa.

Los Prevost Martínez eran una familia muy apegada a los libros y a la fe. Mildred era una mujer de misa diaria, una persona enormemente implicada en las tareas de la comunidad. El suyo era un hogar donde la fe entraba a diario por la puerta. Quizá por ello se explica la vocación temprana de Robert, quien ya de niño jugaba a ser cura con sus hermanos, para quienes oficiaba Misa utilizando como altar la tabla de planchar de su madre. Robert la cubría con un mantel y usaba para la comunión obleas de gominola de la marca Necco, que se vendían en tubos.

Louis, el Papa León XIV y el John Prevost

Louis Prevost, el Papa León XIV y John Prevost

«Creo que cuando tenía cinco o seis años él ya sabía que ese era su destino. No que fuera a ser Papa, sino que sería cura. Su idea nunca flaqueó», ha dicho su hermano John. «Se lo tomaba muy en serio, no era ninguna broma», ha añadido en alusión a esas primeras eucaristías.

Robert era simplemente piadoso. Pero no de forma impostada. Era parte de su aura, como si lo hubieran elegido a dedo

En los días previos al cónclave, una vieja amiga del colegio compartía ese mismo diagnóstico: «Solíamos rezar con las manos, ya sabes, con los dedos apuntando al cielo. Pero después de un tiempo, te cansas de hacerlo y solo quieres cruzarlas», recordaba esta mujer al Chicago Sun-Times. «Robert Prevost nunca cruzó las manos. Era simplemente piadoso. Pero no de forma descarada o impostada. Era parte de su aura, como si lo hubieran elegido a dedo, y lo aceptaba con agrado. Y no era raro: era amable».

Hombre de fe, Prevost se vio seducido tras el colegio por las ciencias exactas, hasta el punto de licenciarse en Matemáticas en 1977. Ese mismo año ingresaría ya en el noviciado de la Orden de San Agustín (OSA).

Robert Prevost, en una imagen como agustinos de la provincia Madre del Buen Consejo (Chicago), uno de sus destinos más largos

Robert Prevost, en una imagen como agustino de la provincia Madre del Buen Consejo (Chicago), uno de sus destinos más largosEFE

Siguió formándose, esta vez en la Universidad Villanova de Pensilvania, donde completó la licenciatura en Teología en 1984. Para entonces ya había emitido los votos solemnes y se había ordenado sacerdote, así que nada más licenciarse fue enviado a la misión de Chulucanas, Piura, Perú (1985-1986). Ese fue su primer contacto con el país andino, del que obtendría la nacionalidad andado el tiempo. Antes de todo ello, pudo ampliar sus estudios con el doctorado en Derecho Canónico, obtenido en el Pontificio Colegio de Santo Tomás de Aquino de Roma. Corría el año 1987.

Asumió ese primer destino —algo remoto— con absoluta normalidad, consciente de que la vida es movimiento y que también sus antepasados vinieron desde muy lejos.

Entre sus abuelos paternos se mezclaba sangre italiana y francesa. Por parte de madre, se cree que su tatarabuelo era español —de ahí el apellido Martínez— y que emigró a República Dominicana a comienzos del siglo XIX antes de dar el salto definitivo a Estados Unidos. A mayores, en esa ciudad de Chulucanas, Prevost deja hoy una ahijada, una mujer de nombre Mildred (igual que su madre) que ha celebrado con emoción su nombramiento como Papa. En las fotos que ella misma ha exhibido en prensa, aparece el entonces misionero con polo blanco y chaqueta azul, haciendo la señal de la cruz sobre su frente.

Dudas de juventud

Todo seguía el camino recto, lo que no implica que estuviera exento de baches y dudas que el propio Robert Prevost ha reconocido en alguna entrevista.

«A veces hablaba con mi padre de cosas muy concretas, de las dudas que podían entrar cuando de joven pensaba 'quizás es mejor dejar esta vida y casarme, tener hijos', una vida, digamos, normal, lo que conocía también en mi familia. Eran momentos de elección, de discernimiento, que eran muy importantes», reconocía hace tiempo en una conversación con TG1 recogida por Europa Press.

Robert Prevost saluda al Papa Juan Pablo II

Robert Prevost saluda al Papa Juan Pablo IIEFE

Pero aquellos diálogos con su padre, educador y hombre también creyente, le sirvieron para apuntalar su vocación. Le hablaba de la intimidad en familia, dijo, «pero también de la vocación al sacerdocio, de cuánto era de importante la proximidad con Cristo, conocer a Jesús, conocer realmente el amor de Dios en la vida (...). Cuando mi padre me hablaba así, de una forma muy humana pero muy profunda también, dije 'aquí hay que escuchar', y pensar mucho en lo que me decía», recordó entonces Prevost.

A comienzos de 2023 marchó a Roma reconociendo que echaría de menos el ceviche y el cabrito peruano

Escuchó y perseveró en su deseo de niño, encadenando misiones y nuevos destinos entre Estados Unidos y Perú, donde además de evangelizar se enamoró de su gastronomía, reconociendo tiempo después que el ceviche o el cabrito figuran entre sus platos favoritos del país.

En 1988 fue enviado a la misión de Trujillo como director del proyecto de formación para aspirantes agustinos de los vicariatos de Chulucanas, Iquitos y Apurímac. Allí fue casi todo lo que se puede ser: prior de comunidad (1988-1992), director de formación (1988-1998) y profesor de profesos (1992-1998). En la archidiócesis de Trujillo fue vicario judicial (1989-1998) e incluso profesor de Derecho Canónico, Patrística y Moral en el Seminario Mayor San Carlos y San Marcelo. De nuevo los libros y la fe, exactamente igual que en casa.

Robert Prevost visitó en el año 2000 la Universidad Villanova (Pensilvania), donde se licenció en Teología

Robert Prevost visitó en el año 2000 la Universidad Villanova (Pensilvania), donde se licenció en TeologíaInstagram: @mwaugustinians

En 1999 fue elegido Prior Provincial de la Provincia Madre del Buen Consejo (Chicago), donde permaneció unos cuantos años hasta que el Papa Francisco le nombró administrador apostólico de la Diócesis de Chiclayo (Perú), en noviembre de 2014. Solo un año después fue nombrado Obispo y, desde marzo de 2018, era vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal Peruana.

«Siempre a favor de la vida»

La pandemia le alcanzó en el país andino, donde muchos recuerdan hoy su imagen procesionando prácticamente en solitario, cargando con la Cruz para acercarla a todos aquellos que no podían salir de casa.

Robert Prevost (Papa León XIV) procesionó durante la pandemia de la covid como obispo de Chiclayo (Perú)

Robert Prevost (Papa León XIV) procesionó durante la pandemia de la covid como obispo de Chiclayo (Perú)EFE

Por entonces los peruanos seguían con mucha atención su mensaje, tanto en la forma como en el fondo. Haciendo gala de un español fluido y un extenso vocabulario, fijó postura en cuestiones como la pena de muerte, cuando la violación de una joven conmovió al país en la primavera de 2022.

«Hay que estar siempre a favor de la vida en todo momento. Como Iglesia, nosotros enseñamos que la pena de muerte no es admisible, ni siquiera en un caso tan trágico como este», aseveró en aquellos días de indignación nacional. «Hay que ver otras formas de buscar la justicia (...). Responder con algo que satisface el deseo de venganza no nos lleva hacia una altura de lo que es el ser humano».

Quedaba apenas un año para que el Papa Francisco le creara cardenal y lo nombrase Prefecto del Dicasterio para los Obispos. De su despedida de los peruanos queda el recuerdo de una pequeña entrevista en la que, vestido con alzacuellos y ropa negra, delante de un retrato del propio Bergoglio, reconocía con cierta nostalgia: «Me va a costar salir de aquí, dejar tantas cosas, comunidades, personas, una Iglesia que está viviendo la alegría de seguir a Jesucristo... Siempre intentaré estar cercano, seguir ese servicio de amor que he tratado de desarrollar en este tiempo y seguir adelante como misionero donde el Señor me llama».

El nuevo cardenal Robert Francis Prevost recibe su birrete al ser nombrado cardenal por el Papa Francisco

Robert Prevost recibe su birrete al ser nombrado cardenal por el Papa Francisco en 2023EFE

«Seguiré llamándole Rob»

Tras un cónclave de apenas 24 horas, la cristiandad ganó un pastor al que llamar León XIV, algo que todavía se hace extraño entre aquellos que, como sus hermanos, le vieron oficiar aquellas primeras misas en casa.

¿Le sigues llamando Rob y no Papa, no? —le preguntaron ayer a John Prevost en la cadena ABC americana.

Es cierto. Nunca le he llamado padre. «Este es mi hermano el padre». No, nunca hice eso. Y creo que seguiré llamándole Rob —reconoció con un punto de morriña en el gesto, consciente quizá, por experiencia, de que la agenda de un Papa (como la de cualquier misionero) no mezcla demasiado bien con el esparcimiento familiar.

León XIV se convierte en el 267º pontífice de la Iglesia Católica

León XIV durante su primera alocución como PapaAFP

Hoy hay un obispo en Roma y también un creyente en Florida. Un fiel que espera el momento de volver a verlo para decirle tres cosas: «Tómate un momento para relajarte, estamos orgullosos y mucha suerte».

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