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El Papa León XIV ofrece una flor a Nuestra Señora de Fátima durante la Vigilia de Oración

El Papa León XIV ofrece una flor a Nuestra Señora de Fátima durante la Vigilia de OraciónAFP

El Papa hace un llamamiento a los líderes mundiales: «Guardad vuestras espadas y tened el coraje de desarmaros»

León XIV implora a la Virgen María durante la vigilia de oración, en la que también recordó las palabras de Jesús en el Evangelio: «Envaina tu espada»

Decenas de miles de fieles se han reunido en la Plaza de San Pedro para rezar un Rosario por la Paz junto al Papa León XIV y ante la estatua original de Nuestra Señora de Fátima, que por cuarta vez abandona el Santuario para viajar a Roma. Hoy, era el aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, el 11 de octubre de 1962, la noche del memorable «discurso de la luna» de Juan XXIII al final de «una gran jornada de paz».

«¡Guarda tu espada!», ha dicho el Pontífice, dirigiéndose a los gobernantes de todo mundo, a quienes guían los destinos de los pueblos: «¡Tengan la valentía de desarmarse!»

El Papa León XIV habla durante una Vigilia de Oración y Rosario por la Paz

El Papa León XIV habla durante la Vigilia de Oración y Rosario por la PazAFP

León XIV depositó la tradicional rosa de oro en homenaje a María, a quien invocó para que «bajo su protección, podamos vivir como hermanos y hermanas, convirtiéndonos así, en un mundo desgarrado por la lucha y la discordia, en artífices de la paz».

En el saludo introductorio, el Papa aseguró: «Queridos hermanos y hermanas, nos reunimos esta tarde en oración con María, como lo hacía la primera Iglesia de Jerusalén. Todos juntos, perseverantes y en armonía, no nos cansemos nunca de interceder por la paz, don de Dios que debe convertirse en nuestra conquista y nuestro compromiso».

El Santo Padre recordó las palabras de la madre de Jesús en el relato evangélico de las bodas de Caná de Galilea: «Haced lo que Él os diga», y subrayó: «Entre las palabras de Jesús que no debemos ignorar, una resuena especialmente hoy en esta vigilia de oración por la paz: la dirigida a Pedro en el Huerto de los Olivos: 'Guarda tu espada'. Desarma la mano, e incluso antes, el corazón. Como he tenido ocasión de señalar en otras ocasiones, la paz es desarmada y desarma. No es disuasión, sino fraternidad; no es ultimátum, sino diálogo. No será fruto de victorias sobre el enemigo, sino de sembrar justicia y perdón valiente».

El Papa, en la Plaza de San Pedro

El Papa, en la Plaza de San PedroAFP

Unas palabras dirigidas, sobre todo, hacia los líderes mundiales, pero también «a cada uno de nosotros, para hacernos cada vez más conscientes de que no podemos matar por ninguna idea, fe o política», Y añade: «Primero hay que desarmar el corazón, porque si no hay paz en nosotros, no daremos paz».

El tono empleado por León XIV fue solemne: «Escuchemos de nuevo al Señor Jesús: los grandes del mundo construyen imperios con poder y dinero, pero ustedes no lo hacen. Dios no lo hace: el Maestro no tiene trono, sino que se ciñe una toalla y se arrodilla a los pies de todos. Su imperio es el pequeño espacio necesario para lavar los pies de sus amigos y cuidarlos».

Unas monjas reaccionan ante la llegada del Papa León XIV para celebrar la Vigilia de Oración

Unas monjas reaccionan ante la llegada del Papa León XIV para celebrar la Vigilia de OraciónAFP

Necesitamos cambiar de perspectiva, «adquirir un punto de vista diferente para mirar el mundo desde abajo, con los ojos de los que sufren, no con los ojos de los grandes; mirar la historia con los ojos de los pequeños y no con los de los poderosos; interpretar los acontecimientos de la historia con los ojos de la viuda, el huérfano, el forastero, el niño herido, el exiliado, el fugitivo, con la mirada del náufrago, del pobre Lázaro, arrojado a la puerta del rico». No hay otro camino: «De lo contrario, nada cambiará jamás, y no surgirá una nueva era, un reino de justicia y paz».

Plegaria a la virgen María por la paz

«Nos hemos reunido esta noche en oración alrededor de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, como los primeros discípulos en el cenáculo. A ella, mujer profundamente pacífica, reina de la paz, nos dirigimos». Luego el Papa recitó la siguiente plegaria:

La estatua original de Nuestra Señora de Fátima, en la Plaza de San Pedro

La estatua original de Nuestra Señora de Fátima, en la Plaza de San PedroAFP

«Ruega con nosotros, Mujer fiel, sagrado seno del Verbo. Enséñanos a escuchar el grito de los pobres y de la madre Tierra, atentos a las llamadas del Espíritu en el secreto del corazón, en la vida de los hermanos, en los acontecimientos de la historia, en el gemido y en el júbilo de la creación. Santa María, madre de los vivos, mujer fuerte, dolorosa, fiel, Virgen esposa junto a la Cruz, donde se consuma el amor y brota la vida, sé tú la guía de nuestro compromiso de servicio. Enséñanos a detenernos contigo junto a las infinitas cruces donde tu Hijo sigue crucificado, donde la vida está más amenazada; a vivir y dar testimonio del amor cristiano acogiendo en cada hombre a un hermano; a renunciar al oscuro egoísmo para seguir a Cristo, verdadera luz del hombre. Virgen de la paz, puerta de la esperanza segura, ¡acoge la oración de tus hijos!»

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