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Ignacio Crespí de Valldaura

«Confiar en la vida se traduce en fe» (Mónica Naranjo)

Las personas necesitamos confiar en alguien o en algo; confianza que requiere tener fe en alguien o en algo, dado que la fe es un acto de confianza

Mi columna de hoy quería dedicarla a ese vídeo de la cantante Mónica Naranjo que ha hecho estragos en internet. En especial, a una reflexión que nos convendría a todos tener «eternamente presente»; la cual reza así: «Confiar en la vida se traduce en fe, y la fe es lo que nos da la religión». A esto, la celebérrima artista agregó que dicha fe nos «agarra a la vida».

Esta breve intervención de Mónica Naranjo encierra una verdad de lo más poderosa: las personas necesitamos confiar en alguien o en algo; confianza que requiere tener fe en alguien o en algo, dado que la fe es un acto de confianza; confianza o fe que, si lo pensamos detenidamente, tiene realmente sentido si interviene lo sobrenatural, puesto que lo contrario supondría depositar nuestra esperanza en algo tan insostenible como el azar.

Por esto, precisamente, dicha fe, además de acercarnos a Dios, también, «nos agarra a la vida», dado que ofrece una respuesta favorable a un anhelo puramente humano, que es el de sentirnos respaldados por una esperanza verdadera, por una confianza sincera, en vez de por vanas ilusiones.

En síntesis, la fe le da credibilidad a la confianza y esperanza, porque nos hace confiar en cosas firmes, auténticas, que pueden suceder, en vez de en remotas posibilidades que, para más inri, no se encuentras auxiliadas por ninguna mano invisible o por ningún ente intangible.

La reflexión de Mónica Naranjo es un argumento muy vigoroso a favor de que la naturaleza humana -por sí misma, en sí misma y desde sí misma- está tremendamente necesitada de lo sobrenatural; porque las personas -desde nuestra más pura, pedestre y palmaria humanidad- necesitamos a Dios.

Por algo, la humanidad lleva milenios asociando la rectitud en el obrar con el factor religioso (con independencia de la época, el lugar geográfico o el credo practicado). Y por alguna razón, la figura de Dios Hijo, hecho hombre, es el mayor regalo, consuelo y amparo que la humanidad haya podido recibir; debido a que es el que mejor se mimetiza con nosotros y con nuestra naturaleza, el que verdaderamente hace que lo sobrenatural entre en contacto directo con lo natural, salga en su rescate y lo ilumine con su amor inefable…

En resumen, si la fe es lo que verdaderamente da sentido a que las personas confíen y tengan esperanza, saciando, así, a un anhelo puramente humano, agarrándonos a la vida, Cristo ha sido el que mejor se ha mimetizado con nuestra humanidad: por ser Dios y a su vez, un hombre como nosotros; por venir al mundo en nuestro rescate y, para colmo, dejarse crucificar -y humillar- por todos nosotros para nuestra salvación.

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