El Olivar de San Isidro, en Lima
Lima respira gracias a los 700 olivos que plantó fray Escoba en el siglo XVII
En apenas dos días, San Martín de Porres y un ayudante plantaron los esquejes, que aún hoy alivian y oxigenan la megápolis peruana
En el corazón del distrito de San Isidro, en Lima (Perú), hay un bosque en cuyo origen participó activamente San Martín de Porres –cuya festividad se celebró ayer en la capital peruana– y que ahora es un oasis en medio del caos de la capital peruana.
Lima tiene actualmente más de 10 millones de habitantes, aproximadamente un tercio de la población del país. Su crecimiento desordenado y muchas carencias en diversos aspectos como el transporte, hacen que el tráfico sea uno de los peores de la región y un verdadero dolor de cabeza para muchos, según recoge Aciprensa.
El Bosque El Olivar, un parque de diez hectáreas con unos 1.700 árboles, es ciertamente un lugar donde uno puede olvidarse por un momento del tráfico pesado o del ruido de las construcciones que proliferan por todos lados y recargar energías, en un lugar donde los olivos siguen danto fruto.
Las tierras donde está ubicado el bosque de olivos fueron donadas a los frailes dominicos en la época virreinal. Entonces, San Martín de Porres junto con Juan Vázquez Parra, quien aparece en los documentos de la beatificación del santo, sembraron allí 700 esquejes o fragmentos de olivos, para ayudar a sostener a su comunidad.
Un pequeño milagro
Ingrid Salas, del área de turismo de la Municipalidad de San Isidro, ha explicado a EWTN Noticias que la siembra estuvo seguida de un hecho milagroso: «Solo dos personas los plantaron en 15 días. Pero el milagro que nos trae acá es que al tercer día comienza su floración», cuando generalmente pasan meses hasta que eso sucede.
Una investigación realizada con el apoyo de la Universidad Politécnica de Madrid permitió saber que al menos uno de los árboles, que ahora tiene condición de protegido, fue sembrado personalmente por San Martín de Porres. «Data de entre los años 1620 y 1630», afirma Salas.
Fray Alejandro Maquera Calderón, dominico y director de Santa Rosa Radio Televisión, ha puntualizado que «Martín tomaba justamente de esa contemplación la fuerza que él necesitaba para atender a las personas; él las atendía con amor, con caridad, pero primero se llenaba de Dios a través de esta oración que él hacía contemplativamente en este olivar».
El Olivar de San Isidro sigue siendo para muchos un lugar de paz, esa paz que San Martín de Porres transmitía gracias a su constante encuentro personal con Dios.