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15 de mayo de 2024

Bob Dylan

Grandes conversiones de la historia

Bob Dylan, el judío cristiano que, al contrario que John Lennon y su 'Imagine', cree en el Cielo y el Infierno

Uno de los cantantes más afamados de todos los tiempos. Con etapas muy dispares, y con una evolución musical y religiosa que sigue hoy fuera de toda catalogación nítida. Tras acercarse al cristianismo hace medio siglo, sigue leyendo el Nuevo Testamento

Bob Dylan (1941, Minnesota) es cristiano? ¿Lo ha sido? A estas preguntas algunos responderán de modo afirmativo, y aludirán a esa ocasión en que cantó ante Juan Pablo II y 300.000 jóvenes católicos en Bolonia. Sucedió en 1997, y Dylan era uno de los artistas –aparte de Andrea Bocelli o Gianni Morandi–que participaron en el concierto que formaba parte de las actividades del Congreso Eucarístico. Dylan interpretó su Blowing in the wind: «La respuesta a lo que te vienes preguntando en esta vida flota en el viento». Al Papa polaco aquello le gustaba, porque entendía que desde la cultura pop se respiraba un aire que podía converger con el evangélico, con aquello que se lee en san Juan: «El espíritu sopla donde quiere» –en el griego original la palabra que se emplea es «pneuma», vocablo que puede traducirse como «soplo, viento»–. Prosigue Jesús, según el texto de Juan: «Escuchas su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que ha nacido del Espíritu». Juan Pablo II basó en Blowing in the wind parte esencial de su discurso en esa jornada.
Sin embargo, aquello no convencía a todos. Años más tarde, Benedicto XVI revelaba en Juan Pablo II, mi amado predecesor (2007) sus reticencias ante la participación de Dylan. Lo mismo, aunque con otros matices –con enorme y explícita contundencia–, había expresado en su momento Vittorio Messori. Los motivos de uno y otro quizá tuvieran algo en común con una de las entrevistas más emblemáticas: la que Dylan concedió a la revista Rolling Stone –cuyo primer número apareció en noviembre de 1967, dos años después de que Dylan publicara su canción Like a Rolling Stone– en junio de 1984. En aquel entonces, el cantante de Minnesota ya aportaba las pistas que quizá hoy sigan siendo válidas para entender a su persona y su música. Porque, a raíz de su divorcio en 1972 de Shirley Marlin Noznisky –como Dylan, nacida en el judaísmo–, con la que había tenido cuatro hijos, Dylan inició una crisis personal que culminó con una breve etapa que suele llamarse cristiana, y cuyo fruto más evidente fue una trilogía de discos publicados entre 1979 y 1981: Slow train coming («El tren que viene despacio»), Saved («Salvado») y Shot of love («Balazo de amor»).
Bob Dylan en 1970

Bob Dylan en 1970GTRES

En esa entrevista de Rolling Stone ya se hacía referencia al carácter camaleónico de Dylan, tanto en lo musical –de la armónica y la guitarra de cantautor, al rock, al rhythm & blues, al góspel y a otras incursiones– como en sus creencias. Porque, tras esos «años cristianos», prosiguió y continua hoy con prácticas específicas del judaísmo, como el bar mitzvá en 1983 de su hijo Jesse en el Muro de las Lamentaciones, su rezo durante el Yom Kippur –al tiempo que grababa en 2009 un disco de villancicos–, el estudio del jasidismo ortodoxo –a cargo de rabinos cualificados–, entre otros muchos ejemplos.
Durante su 'etapa cristiana' estudió la Biblia dentro de una comunidad protestante a la que estaban vinculados algunos de sus compañeros de escenario, en especial Steven Soles y David Mansfield, así como la entonces novia de Dylan, Mary Alice Artes. Los discos de esos años estaban repletos de alusiones cristianas o bíblicas —en un grado distinto en lo que ya se había escuchado en anteriores canciones—: I believe in you («Creo en ti»), Gonna change my way of thinking («Voy a cambiar mi manera de pensar») o When he returns («Cuando Él regresa»), Precious angel («Precioso ángel»), Saving Grace («Gracia salvífica»), Gotta serve somebody («Vas a servir a alguien»), Property of Jesus («Propiedad de Jesús»), o Man gave names to all the animals («El hombre puso nombre a todos los animales»), en que habla del Edén y de la serpiente que traerá el pecado.
Bob Dylan en 2019

Bob Dylan en 2019GTRES

En torno a su conversión o al impulso que lo llevó a acercarse al cristianismo, dijo en su momento que había sentido en un hotel de Tucson (Arizona) una presencia muy especial que él entendía que era Cristo. El modo como se refiere a esos momentos, aparte de resonancias paulinas en el camino a Damasco, tiene todo el aire de los «cristianos renacidos» tan propios de Estados Unidos. Algo emotivo, incluso físico, muy impactante.
En cualquier caso, y como confesaba en 1984 a Rolling Stone, Dylan siempre ha evitado definirse de manera concreta: no empleaba para sí mismo expresiones como «renacido». Declaraba que siempre había sido creyente, que siempre había creído en la inmortalidad de las almas y que, tras esta vida, unas van al Cielo y otras al Infierno. Y que incluso pudiera haber una «zona intermedia». Reconocía plena validez al Antiguo y al Nuevo Testamento, en especial el Apocalipsis. Aunque admitía puntos en común con judaísmo y cristianismo, añadía: «Si pensara que el mundo necesita una nueva religión, la pondría en marcha».
Bob Dylan el pasado 22 de julio en el festival de Vieilles Charrues en Francia

Bob Dylan el pasado 22 de julio en el festival de Vieilles Charrues en FranciaAFP

Ha habido quienes, como Keith Richards, han afirmado que la 'etapa cristiana' de Dylan fue una apuesta musical que no le salió bien. De hecho, si bien Slow train coming (1979) –en el que trabajaba el guitarrista Mark Knopfler, de Dire Straits–, logró ser disco de platino, los álbumes Saved (1980) y Shot of love (1981) no consiguieron siquiera ser discos de oro. Varios críticos, periodistas y músicos desautorizaron a Dylan, o incluso se burlaron de él y de las letras de sus canciones cristianas, como John Lennon, el mismo que en Imagine decía: «Imagina que no hay Cielo … ni Infierno … y tampoco ninguna religión». Por el contrario, Bono —Dylan y U2 colaboraron varias veces desde 1984— le mostró respeto, e incluso hoy asegura que una de sus canciones favoritas es «Every grain of sand», del álbum Shot of Love.
Desde 1982, Dylan retornó a otro tipo de música y dejó de ser etiquetado como «cristiano». No obstante, Scott M. Marshall, tras una ardua investigación, publicó el libro Bob Dylan: A Spiritual Life (2017), en el que sostiene que supone un error concluir que Dylan haya abandonado su fe cristiana, pero tampoco puede deducirse que haya dejado alguna vez sus raíces judías.
Dylan, que fue galardonado en 2016 con el Premio Nobel de Literatura, sigue siendo alguien con unas creencias religiosas difíciles de catalogar. En diciembre del año pasado, respondió a un cuestionario de The Wall Street Journal en que aseveraba: «Soy una persona religiosa, leo mucho las Escrituras, rezo y medito, enciendo velas en las iglesias». Cree en la predestinación y frecuenta las cartas de san Pablo.
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