
Santiago Arellano, junto al papa Francisco
Una mujer decide no aplicarse la eutanasia después de hablar con el sacerdote Santiago Arellano
«Yo, que me veía inútil e insignificante, empecé a notar el amor de Dios. Ahora quiero vivir para amar y para ayudar a otros», relata en una carta la mujer, que prefiere mantener el anonimato
Una mujer tetrapléjica, que esperaba la llamada para que le aplicaran la eutanasia, ha decidido cambiar su decisión, tras mantener una conversación con el sacerdote navarro, Santiago Arellano. Así lo ha notificado él mismo al Diario de Navarra: «No nos conocíamos pero ahora somos muy buenos amigos», afirma este cura-párroco de Talavera de la Reina, en Toledo.
Esta mujer sufre desde hace 21 años una lesión medular a raíz de un accidente, que le tiene postrada con una tetraplejia: «Esta situación y el sufrimiento interior de soledad que arrastro hace años hizo que cayera en una gran desesperanza. Cuando se legalizó la eutanasia me volví como loca pensando que era la solución a mis males. Me quito de en medio y ya está», relata esta mujer en una carta.
Santi me empezó a hablar del sentido del sufrimiento, de Jesús en la cruz. Se me abrió el cielo. Y yo, que me veía inútil e insignificante, empecé a notar el amor de Dios
La solicitud de eutanasia se retrasó por la objeción de conciencia del médico y el papeleo para cambiar de facultativo. Fue entonces cuando un técnico que se encargaba de adaptar la casa le propuso hablar con un sacerdote.
A Santiago Arellano le pareció descabellado ir de Toledo a Madrid para hablar con una señora que no conocía . «Pero si tiene ya la decisión tomada qué puedo hacer yo, le dije al técnico», relata.«La verdad es que llegué sin saber muy bien qué le iba a decir, pero al final estuvimos dos horas hablando, muy a gusto. Me impresionó verla con los brazos torcidos e inmóviles», expresa el sacerdote, que le propuso a esta mujer escribir una carta con su testimonio. Arellano ha relatado esta experiencia en un vídeo difundido en sus redes sociales.
«Santi me empezó a hablar del sentido del sufrimiento, de Jesús en la cruz. Se me abrió el cielo. Y yo, que me veía inútil e insignificante, empecé a notar el amor de Dios. Ahora quiero vivir para amar y para ayudar a otros», relata en una carta la mujer, que prefiere mantener el anonimato.
Santiago Arellano, ordenado sacerdote a los 24 años, se trasladó en 2018 a Talavera de la Reina después de 15 años de labor pastoral en Navarra. Posteriormente, fue párroco de la iglesia de San Fermín, en el barrio de la Milagrosa de Pamplona, y delegado diocesano de Familia.