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29 de marzo de 2024

¡Miguel Mañara escribiendo la Regla', de Valdés Leal.

Miguel Mañara escribiendo la Regla, de Valdés Leal.

Miguel Mañara, el apóstol sevillano que vendió en secreto su fortuna para dársela a los pobres

Las XVI Jornadas Católicos y Vida Pública de Sevilla concluyen recordando al renovador de la Hermandad de la Santa Caridad

Al sevillano Miguel Mañara le conocían como el «apóstol de los pobres», pero no se limitaba a repartir limosna. «Él entendía que el Evangelio hay que llevarlo a su máxima radicalidad», aseguraba este jueves Felipe García de Pesquera, profesor de Derecho en el CEU Cardenal Espínola, en el cierre de las XVI Jornadas Católicos y Vida Pública de Sevilla, organizadas por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).
La tercera jornada se celebró en el Hospital de la Santa Caridad y se centró en la vida, obra y legado de Mañara, un «gigante laico» en proceso de beatificación que transformó la atención a los pobres en la Sevilla del siglo XVII. «Mañara –explicó García de Pesquera– decía que los pobres eran sus amos y señores, y a lo largo de su vida iba vendiendo en secreto su fortuna personal para dárselo a ellos, pero no se lo dijo a nadie: lo descubrieron revisando sus papeles tras su muerte».
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Un entierro le cambió la vida

Miguel Mañara nació en Sevilla el 3 de marzo de 1627, en una familia de mercaderes. Era el pequeño de diez hermanos, y su vida estuvo marcada desde muy temprano por la muerte. Con poco más de 30 años, ya habían fallecido la mayoría de sus hermanos, sus padres e incluso su mujer, Jerónima. Se retiró seis meses a rezar, y pensó en dedicarse a la vida religiosa, pero ningún monasterio le aceptaba. Su confesor le decía: «Miguel, ese no es el camino».
«Mañara era un hombre de acción; lo suyo no era una vida contemplativa», relató García de Pesquera, glosando su vida. El ponente recordó también que en aquel momento, Sevilla era «la capital del mundo, pero también una ciudad de grandes desigualdades, de la opulencia y del ocaso».
Un día, Mañara se encontró con un cortejo fúnebre: la Hermandad de la Santa Caridad estaba llevando a cabo un entierro, con mucho boato. Preguntó quién era el difunto, y le dijeron que no lo sabían: la hermandad nació en el siglo XV para enterrar a quienes no tenían a nadie más, a los ahogados en el Guadalquivir, a los enfermos o a los reos de muerte.
Aquel testimonio de caridad tocó hueso, y Mañara solicitó el ingreso, pero los hermanos lo veían con recelo: era una persona rica y poderosa, controlaba las fuerzas de seguridad ciudadana. No obstante, acabaron por aceptarle: «Cuando entró, no solo cambió él, sino que hizo cambiar a toda la hermandad», señaló el ponente. Al cabo de un año, Mañara fue elegido Hermano Mayor de la Santa Caridad, servicio que desempeñó hasta su muerte, en 1679, con 52 años.
Estatua de Miguel de Mañara en los jardines de la Caridad en Sevilla obra del escultor Antonio Susillo

Estatua de Miguel de Mañara en los jardines de la Caridad en Sevilla, obra del escultor Antonio Susillo

«¿Qué pasa con los vivos?»

García de Pesquera recordó los libros de Mañara –especialmente El discurso de la verdad–, y cómo vivió hasta el extremo las virtudes de la humildad, la fe y la caridad, buscando hacerse «el más pobre de los pobres». Su influencia en la Santa Caridad fue decisivo: viendo a los mendigos y desvalidos de la ciudad, planteó a sus hermanos: «Nos estamos preocupando por los muertos, pero ¿y qué pasa con los vivos?».
Consiguió que el rey cediera unos edificios para abrir un hospicio nocturno, donde se ofrecía a los necesitados catre, manta y sopa. Conmovido al ver a los enfermos que eran rechazados en los hospitales sevillanos, montó dos enfermerías, y murió antes de ver terminada la tercera. En 1985, el Papa san Juan Pablo II reconoció su condición de Venerable. «No fue una figura simplemente histórica; su opción preferencial por los pobres y su modelo de laico comprometido con la Iglesia son de plena actualidad», concluía el profesor.

La caridad de Mañara, hoy

Tras la ponencia, tuvo lugar la mesa redonda 'Testimonios de caridad en la Sevilla de hoy', moderada por el periodista del Diario de Sevilla Francisco Correal. Esta contó con la participación de José Ignacio, hermano de la Santa Caridad, y José Manuel, uno de los 84 residentes en la casa que la hermandad mantiene hoy en día. «Son personas solas, abandonadas, de edad avanzada, con carestía material… y buscamos darles un hogar, un lugar de calor humano, espiritual y material», señalaba José Ignacio.
José Manuel explicó que conoció la casa–hogar de la Santa Caridad cuando un amigo suyo quedó tetrapléjico e ingresó como residente. «Allí vi el cariño que recibía, y vi que la caridad es amor», contaba: más adelante, por su situación de pobreza y soledad, pidió entrar en la casa. «Aquí se ven milagros todos los días», asegura.
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