
El Papa Juan Pablo II instituyó para toda la Iglesia la Fiesta de la Divina Misericordia en el año 2000
Queda una semana para la Fiesta de la Divina Misericordia: esta es la promesa de Jesús para quien la celebre
Lo que Cristo ofreció, según sus propias palabras recogidas en el Diario de santa Faustina, es comparable a lo que la Iglesia enseña que sucede en el Bautismo: una limpieza completa del alma
El Domingo de Resurrección que se celebra hoy marca el corazón del año litúrgico, pero pocos saben que justo una semana después llega una celebración profundamente vinculada al mensaje pascual: la Fiesta de la Divina Misericordia. Y no es una celebración más. Según el testimonio de santa Faustina Kowalska, Jesucristo prometió una gracia singular para quienes participen en ella: el perdón total de las culpas y de las penas.
No se trata de una promesa simbólica ni de una indulgencia parcial. Lo que Cristo ofreció, según sus propias palabras recogidas en el Diario de santa Faustina (n.º 699), es la gracia «del perdón total de las culpas y de las penas» para quien cumpla dos condiciones concretas: confesión sacramental previa y comunión eucarística en ese día.
Diario n.º 699
El Evangelio de la misericordia
Estas palabras las dirigió Jesús a Faustina al instituir esta fiesta, que Él mismo pidió: «Deseo que el primer domingo después de la Pascua de Resurrección sea la Fiesta de la Misericordia» (Diario, 299). En ese día —como explica— «están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias».
Los textos están recogidos en el Diario de santa Faustina, quien afirmó haberlo escrito por mandato del Señor Jesús y de sus confesores. En él se registran con fidelidad los mensajes que, según su testimonio, recibió de Jesús en forma de locuciones interiores, visiones y conversaciones místicas.
El texto es considerado una de las joyas de la mística cristiana y ha sido traducido a numerosos idiomas. De hecho, el Papa san Juan Pablo II lo definió como «el Evangelio de la misericordia escrito desde la perspectiva del siglo XX».
Una devoción con raíces recientes
La Fiesta de la Misericordia fue introducida por primera vez en el calendario litúrgico por el cardenal Francisco Macharski en la diócesis de Cracovia, en 1985. Fue asumida oficialmente en Polonia en 1995 y, en el año 2000, san Juan Pablo II la extendió a toda la Iglesia universal, el mismo día de la canonización de Faustina Kowalska.
Desde entonces, su difusión ha sido constante. La imagen de la Divina Misericordia, la coronilla y la novena que comienza cada Viernes Santo —rezada por muchos fieles como preparación para la fiesta— son ya prácticas comunes en todo el mundo. La Fiesta no introduce un nuevo dogma ni una devoción paralela. Lo que hace es subrayar uno de los ejes centrales del Evangelio: la infinita misericordia de Dios hacia el hombre.
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