Dos religiosas del monasterio presentan algunos de sus productos delante de un libro de canto gregoriano
Cuando la Providencia habla: cómo unas monjas pasaron de coser zapatos a crear fragancias naturales que arrasan en Europa
Desde perfumes inspirados en las Escrituras hasta ungüentos y ambientadores, las monjas de Santa María de la Nieve, en Toscana, han transformado su antigua botica en un laboratorio de cosmética artesanal que conquista los hogares
En su ritmo de trabajo constante y en la serenidad propia de la vida monástica, entre liturgia y estudio, el pequeño monasterio dominicano de Santa María de la Nieve, en la soleada Toscana italiana, ha recuperado una tradición que forma parte de su historia: la elaboración artesanal de cosmética, perfumes y ungüentos inspirados en su entorno natural y en la espiritualidad del Orden de Predicadores. Su Antica Spezieria, la antigua botica del convento, vuelve hoy como ejemplo de un saber hacer que se mantiene firme al margen de las modas pasajeras.
Algunas religiosas recolectando hierbas y plantas para sus creaciones
Las monjas dominicanas trabajan con una idea heredada desde hace siglos: la belleza bien entendida nace de la verdad, Veritas, uno de los lemas históricos de la Orden fundada por el santo español Domingo de Guzmán (1170-1221).
A ello se suma otro principio que ha marcado la vida dominica durante siglos —Contemplari et contemplata aliis tradere—, contemplar para luego ofrecer a otros lo contemplado. En su caso, esa transmisión se hace también a través de fragancias, cremas y ungüentos que recuperan una tradición casi desaparecida.
¿Cómo empezó todo?
Durante años, las dominicas del monasterio vivieron de la producción de más de cuarenta mil hostias a la semana, porque abastecían a toda la diócesis de Arezzo y, más tarde, de la costura de calzado para una fábrica del norte de Italia, una tarea exigente pero «un trabajo que para nosotras fue, de todos modos, providencial», explica suor Giovanna, una de las religiosas del monasterio, a El Debate.
Cuando los gastos burocráticos y diversas circunstancias hicieron imposible continuar, aceptaron el cierre con un espíritu de confianza: «Como siempre, contaríamos con la ayuda de Dios», asegura.
El giro inesperado llegó en el verano de 2018. Tras una misa, un feligrés que asistía les hizo una propuesta: «¿Por qué no se dedican a hacer perfumes?». Ellas mismas admiten que, al principio, reaccionaron con incredulidad: «¿A hacer perfumes?». Pero aquel gesto fue decisivo. «Cuando se dice la Providencia…», afirma suor Giovanna, rememorando cómo toda la comunidad se unió para elegir siete esencias «que no eran los sólitos perfumes», sino fragancias naturales como la rosa toscana o la ginestra del Casentino.
Los cosméticos de nardo–desde aceites, hasta ambientadores para el hogar– son los productos más vendidos del monasterio
La sorpresa llegó al revisar los archivos del monasterio: en el siglo XVIII las monjas del monasterio de Santa María della Neve ya tenían una botica y producían sobre todo pomadas medicinales. «¡Al recibir esta noticia nos alegramos mucho! Estábamos en el camino correcto. Se trataba de dar continuidad a una tradición interrumpida que hoy encuentra su actualidad y frescura», asevera la religiosa. Así nació la actual línea de productos cosméticos, «apreciados no solo en Italia, sino también en otros países europeos».
Del Nardo a la Mirra: una cosmética con raíces bíblicas
Entre los productos más reconocibles se encuentran los llamados Ungüentos Bíblicos, perfumes y aceites inspirados en esencias presentes en la Sagrada Escritura. El Nardo, por ejemplo, aparece tanto en los Evangelios como en escritos espirituales posteriores, y hoy sigue siendo una de las fragancias más apreciadas por quienes buscan un aroma cálido y antiguo sin caer en excesos.
A él se suman propuestas como el 'Olio Jerusalem', el 'Ungüento de Mirra y Aloe', o líneas completas dedicadas al incienso, la verbena, la violeta o la tradicional lavanda del monasterio.
Junto a las fragancias, las dominicas elaboran con la misma disciplina una amplia colección de productos cotidianos: detergentes, jabones, cremas corporales y de rostro, perfumes o ambientadores para la casa. La variedad sorprende, más aún teniendo en cuenta que todo se produce en un entorno de vida común, estudio y oración.
Una monja revisando la maquinaria del laboratorio
Del monasterio a España: un puente inesperado
Por primera vez, estos productos llegan a España gracias a la Fundación Contemplare, una organización formada por laicos procedentes de distintas realidades de la Iglesia que han decidido ponerse al servicio de la vida contemplativa, dando a conocer la belleza y significado de la vida religiosa.
La fundación colabora actualmente con 120 conventos de clausura y monasterios españoles, además de otros procedentes de Francia e Italia, ayudando a su sostenimiento mediante la búsqueda de canales de venta para sus productos, la gestión de donaciones y el asesoramiento en cuestiones prácticas que muchos monasterios no pueden asumir solos.
En este caso, los pilares dominicos—vida común, liturgia, contemplación— se convierten, casi sin pretenderlo, en la estructura de un pequeño milagro cotidiano: productos bien hechos, sin artificios, que encuentran su lugar en los hogares de quienes buscan calidad y autenticidad.