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22 de mayo de 2024

Francesc Torralba

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Francesc Torralba, teólogo y premio Ratzinger 2023: «El relativismo moral conduce a la barbarie, al todo vale»

Autor prolífico, ha publicado más de 1.800 artículos y más de 100 libros, recientemente, ha sido galardonado con el premio Ratzinger

Francesc Torralba Roselló es filósofo, teólogo y escritor. Nacido en Barcelona (1967), está casado y es padre de 5 hijos. Actualmente es profesor acreditado de la Universidad Ramon Llull y realiza cursos y seminarios en otras universidades de España y América. Alterna su actividad docente con el compromiso que dedica a escribir y difundir su pensamiento, orientado hacia la antropología filosófica y la ética.
–Profesor Torralba, ¿qué significado tiene para usted recibir este premio?
–Es un reconocimiento que recibo con gratitud y con humildad. Nunca hubiere imaginado que sería receptor de una distinción de tal magnitud. Siento gratitud a la Fundación Joseph Ratzinger y a su jurado internacional por dedicar tiempo a mi obra. También siento el anhelo de proseguir mi trabajo intelectual y, sobre todo, tengo el deseo de que sea una obra inteligible para un lector no especializado en filosofía.
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–En su opinión, ¿qué lecciones contemporáneas podemos aprender de la teología de Ratzinger?
–Su obra es muy magna, erudita, rigurosa y compleja. Resulta muy difícil sintetizarla en algunas palabras clave. Subrayo tres elementos decisivos: su crítica a la dictadura del relativismo y del fundamentalismo, su propuesta filosófica y teológica de una economía del don que trascienda el neoliberalismo globalizado que rige el mundo, inspirada en el principio de gratuidad y su crítica al paradigma tecnocrático que sacraliza la tecnología y la transforma en la redentora de todos nuestros males.
–¿Qué influencia ha tenido en su trabajo y pensamiento la figura de Benedicto XVI?
–Durante mi formación teológica tuve ocasión de estudiarlo a fondo. Recuerdo, especialmente, su Introducción al cristianismo, pero también su eclesiología y cristología. Me ha interesado mucho la recepción que lleva a cabo de algunos filósofos contemporáneos como Friedrich Nietzsche, Søren Kierkegaard, la primera generación de la Escuela de Frankfurt y Karl Marx. Me interesa su sutil ejercicio especulativo para hallar un fundamento racional a la opción de fe, más allá del fideísmo ciego y del tosco racionalismo. Sus dos primera encíclicas me han marcado profundamente: Deus caritas est y Spe Salvi.

La obra de Benedicto XVI adquirirá la categoría de clásicaFrancesc TorralbaTeólogo

–¿Cuál es su perspectiva sobre el legado que dejará el Papa Benedicto XVI en la historia?
–Todavía es pronto para poder evaluar su legado en la historia. Hans Georg Gadamer afirma que los pensadores clásicos son los que superan la prueba del tiempo. Me aventuro a afirmar que su obra adquirirá la categoría de clásica y seguirá fecundando a generaciones de teólogos y filósofos en el futuro. Su apuesta por una filosofía abierta a la verdad y comprometida con el logos entronca con la tradición clásica de Platón y de san Agustín. Este legado va a persistir.
–La Inteligencia Artificial es un fenómeno en constante evolución. Gardner hablaba de las ‘inteligencias múltiples’ en un ámbito humano. Usted plantea en sus escritos la inteligencia espiritual. ¿qué beneficio contrae el desarrollo de una inteligencia espiritual y cómo se aplica en nuestros días?
–La inteligencia espiritual, intrínseca a todo ser humano, nos habilita para tomar distancia del mundo y de nosotros mismos, nos capacita para evaluar nuestra existencia, interrogarnos por el sentido de nuestra vida; nos permite admirarnos de la realidad que nos circunda, maravillarnos de la naturaleza, del arte y de la música, en definitiva, nos capacita para trascender lo inmediato y atisbar lo que está más allá de todo lo tangible. Esta inteligencia nos habilita para una serie de operaciones muy distintas de la IA.
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–Usted ha explorado la ética y la algorítmica, el estudio de los algoritmos, sus propiedades y su eficiencia. ¿Cómo se emplea ésta especial ética para contrarrestar el paradigma relativista, nihilista, ya denunciado por Benedicto XVI, implícito en la negación de Dios y la dignidad de la persona?
–Necesitamos una tecnoética que evite caer en los sesgos algorítmicos. Urge una ética global, fundada en la razón, capaz de discernir lo correcto y lo incorrecto y que tenga una dimensión universal y no solo particular. El relativismo moral conduce a la barbarie, al todo vale y eso tiene siempre consecuencias trágicas para los grupos más vulnerables de la sociedad, porque el más fuerte impone su criterio violentamente. La razón humana trasciende la IA, nos habilita no solo para el cálculo, sino para meditar, sentir, orar, experimentar el misterio del mundo y atisbar, aunque sea de un modo precario, el Ser infinito que nos sustenta, como diría Edith Stein.
–¿Cuál es el papel de la filosofía y la teología en la era de la tecnología y la creciente tecnodependencia?
–Frente a lo que Theodor Adorno denomina el fetichismo tecnológico, necesitamos criterios para distinguir el buen uso de los artefactos de su uso indigno. Se impone la necesidad de regular ética y jurídicamente el desarrollo disruptivo y exponencial de la tecnología. Debemos aprender de la historia y someter el artefacto al servicio de la persona, de su promoción y, especialmente, de las personas más vulnerables del planeta. El filósofo y el teólogo deben participar en el diálogo interdisciplinar junto con los tecnólogos, los ingenieros, los matemáticos y los físicos con el fin de comprender la complejidad de la tecnología y poder aportar criterios de justicia social, de respeto a la intimidad y la dignidad de la persona.
–Haciendo referencia a la afirmación de Ratzinger sobre la exclusión de la violencia por parte de Dios, ¿cómo cree que la filosofía y la teología pueden aportar esperanza en un mundo que enfrenta conflictos como los de Ucrania, Gaza e Israel, a menudo marcados por una violencia extrema contra niños y población civil?
–La filosofía debe ser capaz de articular un discurso esperanzado sin sucumbir al optimismo ingenuo de tipo rousseauniano, ni al pesimismo ontológico que solo vislumbra distopías infernales en el futuro. Dice Kierkegaard que la esperanza se opone a la desesperación y consiste en entrever posibilidades ahí donde solo se percibe el peso de la necesidad.
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