
El Papa Francisco asiste a la audiencia general semanal en el Aula Pablo VI del Vaticano
Audiencia General
La bronquitis sigue impidiendo a Francisco leer la catequesis en la Audiencia por segunda semana consecutiva
A pesar de los delicados momentos que atraviesa su salud, el Papa prosigue con su agenda con normalidad
El Papa Francisco sigue aún afectado por la bronquitis que padeció la semana pasada y por segunda semana consecutiva no pudo leer personalmente la catequesis en la Audiencia General. Solo intervino brevemente para el saludo en español e italiano con evidente dificultad. En su lugar, el padre Pierluigi Giroli, oficial de la Secretaría de Estado del Vaticano, leyó la catequesis y los saludos en distintos idiomas.
Aunque su voz sigue resentida, el Pontífice no dejó pasar la oportunidad de dirigirse a los fieles con un mensaje urgente: un llamamiento a la paz en un mundo marcado por los conflictos. A pesar de su frágil estado de salud, Francisco hizo un esfuerzo especial para expresar su preocupación por las numerosas guerras que asolan el mundo.
«Oremos por la paz, hagamos todo por la paz», exhortó a los presentes. En su breve pero contundente intervención, reiteró que «la guerra es siempre una derrota» y pidió que la oración cotidiana de cada cristiano esté marcada por el deseo sincero de paz «en la atormentada Ucrania, en Palestina, en Israel, en Sudán del Sur...». «Por favor, oremos por la paz, hagamos penitencia por la paz», imploró.
La necesidad de «asombro» en la vida espiritual
En su catequesis jubilar sobre «Jesús, nuestra esperanza», el Papa, a través de la voz del padre Giroli, reflexionó sobre el nacimiento de Cristo en Belén. Subrayó cómo Dios entra en la historia con humildad, no en un palacio real ni con pompa, sino en un pesebre, rodeado de animales. Precisamente esa sencillez de un Dios «que entra en la historia y no desestabiliza las estructuras del mundo, sino que quiere iluminarlas y recrearlas desde dentro» fue lo que quiso destacar el Santo Padre.
Enfatizó también el papel de los pastores, «hombres con poca cultura y malolientes por el contacto constante con los animales, que viven al margen de la sociedad», pero elegidos por Dios como los primeros testigos del nacimiento del Salvador. Su admiración y alegría reflejan la actitud que todos deberíamos tener ante el misterio de la Encarnación: «Pidamos la gracia de ser capaces de asombro y alabanza ante Dios», exhortó el Papa. Su mensaje concluyó invitando a los fieles a custodiar con amor los dones recibidos de Dios y a descubrir en la aparente debilidad del Niño Jesús una fuerza transformadora capaz «de renovar el mundo».