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El cardenal Pietro Parolin durante la segunda Misa Novendial

El cardenal Pietro Parolin durante la segunda Misa Novendial

Esta ha sido la gran enseñanza del Papa Francisco según el cardenal Pietro Parolin

El antiguo Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, ofició la segunda Misa Novendial en memoria del Papa Francisco en una Plaza de San Pedro llena de jóvenes y adolescentes. La policía apunta a 200.000 asistentes a la Misa en memoria del Pontífice

Algo se siente diferente en Roma. El Papa Francisco falleció el pasado lunes 21 de abril, pero este domingo 27, Domingo de la Misericordia, es el primer día en que la Ciudad Eterna despierta sin su Pontífice.

La presencia del cuerpo del Papa en la capilla ardiente estos días pasados y la posibilidad de acudir a darle un último adiós hacía que su presencia aún se sintiera con gran fuerza en la plaza de San Pedro.

Para muchos, hoy la Sede Vacante se ha hecho presente de una forma real. El Papa Francisco está enterrado en su sepultura de Santa María Mayor y no hay Pontífice en el Vaticano.

Este domingo el cardenal Pietro Parolin, hasta ahora Secretario de Estado del Vaticano, presidió en la Plaza de San Pedro la Segunda Misa Novendial por el eterno descanso del alma del Papa Francisco.

Ha sido una Misa particular. La Plaza estaba llena de jóvenes y adolescentes que tenían programado este viaje desde hacía meses para participar en el Jubileo y en la canonización de Carlo Acutis, el santo milenial, que el Papa debería haber presidido este domingo.

La muerte del Papa obligó al Vaticano a cancelar el evento, pero los peregrinos acudieron igualmente para despedirse del Obispo de Roma y rezar por su alma, por la Iglesia y por el futuro Pontífice.

Ayer, en el funeral y entierro del Papa, participaron unos 400.000 fieles. Hoy la policía del ayuntamiento de Roma apuntó a 200.000 fieles en Plaza San Pedro. En su homilía, el cardenal Parolin recordó al Papa Francisco, destacó su misericordia y señaló cuál ha sido su principal enseñanza como sucesor de Pedro.

«Sólo la misericordia sana y crea un mundo nuevo, apagando los fuegos de la desconfianza, del odio y de la violencia. Esta es la gran enseñanza del Papa Francisco», afirmó el antiguo Secretario de Estado vaticano.

Al comentar la lectura del Evangelio, de San Juan, donde se narra la aparición de Jesús resucitado a los apóstoles y el episodio de las dudas de un Santo Tomás que no creía que Cristo hubiera resucitado, Parolin señala que «la imagen inicial que el Evangelio nos ofrece en este domingo puede representar el estado de ánimo de todos nosotros, de la Iglesia y del mundo entero».

«El Pastor que el Señor donó a su pueblo, el Papa Francisco, terminó su vida terrena y nos ha dejado. El dolor de su partida, el sentido de tristeza que nos embarga, la turbación que percibimos en el corazón, la sensación de pérdida, todo esto lo estamos viviendo, como los apóstoles acongojados por la muerte de Jesús».

Y, sin embargo, «el Evangelio nos dice que precisamente en estos momentos de oscuridad el Señor se presenta ante nosotros con la luz de la resurrección, para iluminar nuestros corazones».

Insistió el cardenal en que «el Papa Francisco nos lo ha recordado desde su elección lo ha repetido con frecuencia».

El cardenal tuvo unas palabras para los jóvenes que llenaban la plaza de San Pedro y que habían llegado a Roma para celebrar el Jubileo y participar en la canonización de Carlo Acutis.

«Queridos chicos y adolescentes que han llegado desde todo el mundo para celebrar el Jubileo. Vienen de muchas partes: de todas las diócesis de Italia, de Europa, de los Estados Unidos, de América Latina, de África, de Asia, de los Emiratos Árabes, etcétera. Con ustedes se hace presente realmente el mundo entero».

«A vosotros», continuó, «os dirijo un saludo especial, con el deseo de haceros sentir el abrazo de la Iglesia y el afecto del Papa Francisco, que habría deseado encontraros, mirándoos a los ojos y pasando entre vosotros para saludaros».

«Nuestro afecto por el Papa Francisco, que se está manifestando en estas horas, no debe quedar como una simple emoción del momento, debemos acoger su herencia y hacerla vida, abriéndonos a la misericordia de Dios y siendo nosotros también misericordiosos los unos con los otros», añadió.

«La misericordia nos transporta al corazón de la fe. Nos recuerda que no debemos interpretar nuestra relación con Dios y nuestro ser Iglesia según categorías humanas o mundanas»: ¿un aviso a navegantes para quienes insisten en interpretar la Iglesia y el cónclave del que saldrá elegido el próximo Papa en términos de derecha-izquierda?

«El Papa Francisco fue testigo luminoso de una Iglesia que se inclina con ternura hacia quien está herido y sana con el bálsamo de la misericordia; y nos ha recordado que no puede haber paz sin que reconozcamos el valor del otro, sin la atención al que es más débil y, sobre todo, no puede haber nunca paz si no aprendemos a perdonarnos recíprocamente, usando entre nosotros la misma misericordia que Dios tiene para con nuestra vida», concluyó su homilía el cardenal Parolin.

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