El sastre del Vaticano se prepara para vestir al próximo Papa

Raniero Mancinelli, el sastre que viste a los PapasEFE

El sastre del Vaticano se prepara para vestir al próximo Papa

Raniero Mancinelli, de 86 años, confecciona a mano las vestiduras papales en su histórica sastrería de Roma, mientras el cónclave se aproxima

A escasos días del inicio del cónclave que elegirá al sucesor del Papa Francisco, el veterano sastre Raniero Mancinelli, de 86 años, trabaja intensamente en su tienda 'Mancinelli Clero', ubicada en el barrio romano de Borgo Pío, a pocos metros del Vaticano. Con más de seis décadas de experiencia, Mancinelli ha vestido a los últimos tres pontífices: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Ahora, se anticipa al futuro confeccionando tres sotanas blancas en tallas pequeña, mediana y grande, preparadas para adaptarse a quien sea elegido como nuevo Papa.

«Estoy preparando tres tallas diferentes de modo que puedan servir para cualquier cuerpo, sea quien sea el próximo Papa», explicó Mancinelli en una entrevista reciente. Aunque no ha sido oficialmente encargado por el Vaticano, su reputación y dedicación lo han convertido en una figura clave en estos momentos de transición. Su taller, fundado en 1962, es conocido por su meticuloso trabajo artesanal y su compromiso con la tradición eclesiástica.

La sastrería de Mancinelli no solo se enfoca en el atuendo papal. Con la proximidad del cónclave, que comenzará el 7 de mayo, su tienda se ha llenado de cardenales y clérigos que buscan actualizar o adquirir nuevas vestiduras litúrgicas. «Para el cónclave, los cardenales necesitan ropa nueva... a alguno le falta la faja, a otro el solideo, a otro la parte del cuello...», detalló el sastre, reflejando la intensa actividad que vive su negocio en estos días.

A pesar de los cambios en las preferencias papales —como la simplicidad en las vestiduras que caracterizó al Papa Francisco—, Mancinelli mantiene su compromiso con la calidad y la tradición. Su nieto, Lorenzo Di Toro, de 23 años, trabaja junto a él, aprendiendo el oficio y asegurando la continuidad de esta singular sastrería. «Siempre intento aprender de él porque, al final, él es el maestro», afirmó Di Toro, destacando la importancia de preservar este legado artesanal en el corazón de Roma.

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