
El Papa León XIV saluda a la multitud a su llegada para predicar la audiencia general
Audiencia General
León XIV da la clave para afrontar situaciones que parecen «no tener salida»
Durante la Audiencia General de este miércoles, el Papa expresó su cercanía y aseguró sus oraciones por las víctimas del atentado en una escuela secundaria de Austria
Ante un sol radiante y una Plaza de San Pedro repleta de 40.000 fieles, León XIV ofreció este miércoles una catequesis centrada en una fe 'activa', una fe que no se queda quieta, sino que se pone en camino. Durante la Audiencia General, el Papa reflexionó sobre las curaciones de Jesús, deteniéndose especialmente en la figura de Bartimeo, el ciego de Jericó que, con un grito desesperado, logró cambiar su destino. «¡Hijo de David, ten piedad de mí!», clamó Bartimeo, y Jesús se detuvo.
«El personaje que nos acompaña en esta reflexión nos ayuda a comprender que nunca hay que abandonar la esperanza, incluso cuando nos sentimos perdidos», afirmó el Papa, subrayando el poder transformador de una fe que clama, insiste y se levanta.
Desprenderse de las seguridades para encontrar a Jesús
León XIV subrayó que Bartimeo, a pesar de su ceguera y exclusión, supo reconocer a Jesús mejor que muchos otros. Su fe enseña—dijo— «a apelar a los recursos que llevamos dentro y que forman parte de nosotros». A partir de ese pasaje, dejó en el aire una pregunta sencilla: «¿Qué podemos hacer cuando nos encontramos en una situación que parece no tener salida?»
León explicó cómo Bartimeo, al enterarse de que Jesús pasaría cerca de donde él estaba, no se quedó inmóvil. Al contrario, hizo todo lo posible para hacerse oír. «Si realmente deseas algo, haz todo lo posible por conseguirlo, incluso cuando los demás te reprenden, te humillan y te dicen que lo dejes. Si realmente lo deseas, ¡sigue gritando!», afirmó el Pontífice, poniendo en valor la perseverancia nacida de la fe.Pero el Santo Padre dejó claro que no se trata de un grito al vacío, ni de una mera persistencia física o emocional. Insistió en que ese grito de auxilio tiene que concretarse en una decisión valiente: «Arrojar el manto». Y añadió: «Bartimeo estaba al borde del camino, solo, cubierto por un manto que era su única seguridad. Pero tuvo que arrojarlo, desprenderse de lo que creía necesitar, para ir al encuentro de Jesús», animando a los fieles a hacer lo mismo: dejar atrás las aparentes seguridades que, en realidad, impiden avanzar.
Levantar la mirada para ser libres
El Papa pasó luego a explicar el segundo paso que da Bartimeo: su petición a Jesús de Nazaret. «Utiliza el verbo anablepein, que puede significar 'ver de nuevo', pero que también podríamos traducir como 'levantar la mirada'. Bartimeo, de hecho, no solo quiere volver a ver, ¡también quiere recuperar su dignidad! Para mirar hacia arriba, hay que levantar la cabeza. A veces, las personas se bloquean porque la vida las ha herido y solo desean recuperar su dignidad», explicó.
Es así como recordó que Dios conoce el corazón humano, incluso en medio del abandono y la desesperanza. Por eso, invitó a los presentes a presentar ante Jesús «las partes doloridas o frágiles», porque «el Señor siempre se detiene y no hay grito que no escuche».
En esa línea, León XIV concluyó que lo que salva a Bartimeo es la fe. Una fe que no solo confía en que «no hay grito que Dios no escuche», sino que también impulsa al ser humano a reconocer su vulnerabilidad, su debilidad, su limitación, para «levantar la mirada a Dios y podamos ser libres».