
monseñor Giuseppe Lin Yuntuan
China destaca una «implementación sin contratiempos» del acuerdo con el Vaticano tras el nuevo nombramiento episcopal
Monseñor Giuseppe Lin Yuntuan, designado este miércoles por el Papa como Obispo Auxiliar de Fuzhou, asumió el cargo con pleno reconocimiento del Gobierno comunista chino
La maquinaria diplomática entre China y la Santa Sede parece estar engrasada. El Ministerio de Exteriores chino aseguró este jueves que el acuerdo provisional con el Vaticano sobre el nombramiento de obispos «se ha implementado sin contratiempos», a raíz del reciente nombramiento de Joseph Lin Yuntuan como obispo auxiliar de Fuzhou.
El portavoz ministerial, Lin Jian, destacó que los últimos años han estado marcados por un «diálogo constructivo» y una «confianza mutua reforzada» entre ambos Estados, en unas declaraciones que recoge Efe. Aunque separados desde 1951 y sin relaciones diplomáticas formales, Pekín y el Vaticano han encontrado un terreno común en una cuestión especialmente espinosa: el control del episcopado católico en suelo chino.
Aunque monseñor Lin fue consagrado en 2017, antes de la existencia del acuerdo, esta es la primera vez que su labor episcopal recibe el aval explícito del Gobierno chino. La Santa Sede celebró este paso como un nuevo fruto del Acuerdo Provisional firmado inicialmente en 2018, que en 2024 fue prorrogado por primera vez, y de manera inédita, por un periodo de cuatro años.
Desde la entrada en vigor del acuerdo, una decena de obispos han sido nombrados en China. Pero no todo son avances. Apenas unas semanas atrás, y en pleno período de sede vacante tras la muerte de Francisco, se conocieron dos designaciones episcopales —en Xinxiang y Shanghái— llevadas a cabo sin el beneplácito de la Santa Sede.Ambos nombramientos habrían sido promovidos, según informó el medio The Pillar, por la Asociación Patriótica Católica China, organismo bajo control directo del Partido Comunista. Una jugada que muchos han leído como una reafirmación de la aspiración de Pekín: una Iglesia nacional, autogestionada y desvinculada del Pontífice.
Así, mientras en las altas esferas se celebra el 'consenso', sobre el terreno la unidad de la Iglesia católica en China sigue fragmentada entre la rama oficial —tutelada por el Estado— y una Iglesia clandestina, silenciosa y perseguida, pero firme en su fidelidad al Sucesor de Pedro. Un equilibrio frágil, sostenido por un acuerdo cuya solidez sigue en entredicho.