En el caso de personas obesas, las rutinas deben incluir ejercicio aeróbico y de fuerza

En el caso de personas obesas, las rutinas deben incluir ejercicio aeróbico y de fuerza

La razón por la que las personas con obesidad deberían hacer ejercicio por la noche

Los intolerantes a la glucosa al final del día pueden compensar parte realizando actividad por la noche

Hay estudios que aseguran que la actividad física hay que practicarla en un tramo de hora concreta del día para obtener mayores beneficios para la salud. Uno de ellos, de la Universidad de Leiden en los Países Bajos, demostraba que hacer ejercicio por la mañana se asociaba con un menor riesgo de ataque cardíaco o accidente cerebrovascular.
Otra investigación del Skidmore College de Saratoga Springs de Nueva York, aseguraba que, en mujeres, el ejercicio durante la mañana reduce la grasa del vientre y la presión arterial, mientras que el ejercicio nocturno aumenta la fuerza muscular, la potencia y la resistencia de la parte superior del cuerpo, y mejora el estado de ánimo general y la saciedad nutricional. En el caso de los hombres, el ejercicio vespertino era el que reducía la presión arterial, el riesgo de enfermedades cardíacas y la sensación de fatiga, y quema más grasa, en comparación con el ejercicio matutino.
Un tercer trabajo de la Universidad de Granada y el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (ibs.Granada) demostró que la hora del día a la que se hace ejercicio no influía en el efecto inmediato que este tiene sobre la presión arterial y la glucosa en sangre.

Qué pasa con las personas obesas

Ahora, una nueva investigación de la Universidad australiana de Sídney se centra en las personas con obesidad y asegura que realizar la mayor parte de la actividad física diaria por la noche se relaciona con mayores beneficios para la salud. El estudio, publicado en la revista Diabetes Care, siguió la trayectoria de 30.000 personas durante casi 8 años utilizando datos de dispositivos portátiles para categorizar la actividad física de los participantes por mañana, tarde o noche.
Los investigadores descubrieron que aquellos que hacían la mayor parte de su actividad física aeróbica de moderada a vigorosa –la que eleva nuestro ritmo cardíaco y nos deja sin aliento– después de las 18 horas y hasta la medianoche tenía el riesgo más bajo de muerte prematura y muerte por enfermedad cardiovascular.
La frecuencia con la que las personas realizaban actividad física de moderada a vigorosa (MVPA) por la noche, medida en sesiones cortas de hasta tres minutos o más, también parecía ser más importante que la cantidad total de actividad física diaria.
El Dr. Angelo Sabag, profesor de la Universidad de Sídney, argumenta: «El ejercicio no es de ninguna manera la única solución a la crisis de obesidad, pero esta investigación sugiere que las personas que pueden planificar su actividad en ciertos momentos del día pueden compensar mejor algunos de estos riesgos para la salud».
Los hallazgos del estudio respaldan la hipótesis original de los autores, que es la idea, basada en investigaciones anteriores, de que las personas que viven con diabetes u obesidad, que ya son intolerantes a la glucosa al final del día, pueden compensar parte de esa intolerancia y complicaciones asociadas, realizando actividad física por la noche.
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