La alopecia femenina se caracteriza por la pérdida de densidad

La alopecia femenina se caracteriza por la pérdida de densidad

Alopecia femenina: causas, síntomas y por qué cada vez afecta a más mujeres

La alopecia, comúnmente asociada al género masculino, también afecta de forma significativa a las mujeres, aunque en muchos casos pasa desapercibida o no se diagnostica adecuadamente.

Desde Hospital Capilar, entidad especializada en salud capilar, advierten que aunque la alopecia androgenética es más frecuente entre los varones debido a su mayor sensibilidad a los andrógenos y determinados factores genéticos, en las mujeres también se presenta con una incidencia elevada.

«Sin embargo, en mujeres es muy común y está infradiagnosticada, ya que suele avanzar de manera más difusa y menos visible en etapas iniciales. La más frecuente entre las mujeres es la androgenética femenina (AAF), también llamada patrón femenino de pérdida de cabello», señala la doctora María del Carmen Soto, especialista de Hospital Capilar.

En los últimos años, esta clínica ha percibido un notable aumento en las consultas femeninas por problemas de caída del cabello. Según explican, este fenómeno responde a una mayor conciencia sobre la alopecia femenina, una visibilidad creciente del problema, el desarrollo de terapias más eficaces y menos invasivas, así como al incremento de factores desencadenantes como el estrés, los desequilibrios hormonales y las secuelas del COVID-19. Estas condiciones han dado lugar a un mayor número de casos tanto de efluvios telógenos como de alopecia androgenética descompensada.

Predisposición genética

La AAF se origina, fundamentalmente, por una predisposición genética combinada con una sensibilidad exacerbada de los folículos a los andrógenos, especialmente a la dihidrotestosterona (DHT). Además, influyen de manera determinante alteraciones hormonales propias del ciclo vital femenino, como la menopausia, el posparto o los trastornos tiroideos. A estos se suman otras circunstancias como déficits nutricionales, enfermedades metabólicas o altos niveles de estrés, que pueden acelerar la evolución del problema.

Entre los factores fisiológicos específicos que aumentan la vulnerabilidad femenina a la alopecia destacan el efluvio telógeno posparto, las carencias nutricionales acentuadas durante la lactancia, la reducción de estrógenos en la menopausia, los ciclos menstruales irregulares y el síndrome de ovario poliquístico (SOP). También los trastornos tiroideos, ya sean de tipo hipo o hipertiroidismo, y las dietas restrictivas o insuficiencias de hierro, ferritina, vitamina D o zinc, figuran entre los elementos agravantes. Asimismo, el estrés crónico actúa como uno de los principales desencadenantes de la caída del cabello en las mujeres.

Señales de alarma

Para identificar señales de alarma desde casa, la doctora Soto propone una lista de síntomas observables que podrían indicar el inicio de un proceso de alopecia: aumento notorio de la pérdida de cabello al ducharse o peinarse; reducción del volumen capilar al recogerse el pelo; progresivo ensanchamiento de la raya en la parte superior del cuero cabelludo; visibilidad creciente de la piel del cráneo bajo luz directa; cabello más fino y frágil; zonas con pérdida de densidad, aunque sin calvas completas; crecimiento capilar ralentizado; caída estacional persistente durante más de dos o tres meses; sensación de picor, inflamación o sensibilidad en el cuero cabelludo y, por último, antecedentes familiares de alopecia.

Tratamiento

En cuanto al tratamiento, la alopecia androgenética femenina sí dispone de opciones terapéuticas eficaces. «Los más indicados y basados en evidencias científicas» incluyen tratamientos médicos como el uso de minoxidil tópico entre el 2 y el 5 %, y en casos seleccionados, su forma oral a dosis bajas; fármacos antiandrógenos como espironolactona, acetato de ciproterona, finasterida o dutasterida; y suplementos nutricionales específicos como hierro, zinc, vitamina D y biotina, siempre que existan deficiencias comprobadas.

En paralelo, se pueden aplicar tratamientos no farmacológicos que incluyen la mesoterapia capilar con principios activos, el Plasma Rico en Plaquetas (PRP), útil para mejorar la densidad y grosor folicular, así como el uso de láser de baja potencia (LLLT) para estimular el crecimiento capilar.

En los casos más avanzados o con alopecia estabilizada y zona donante adecuada, puede recurrirse a la cirugía mediante técnicas como el trasplante capilar FUE o DHI, cada vez más demandado por mujeres que buscan una solución definitiva y visible a este problema.

En definitiva, aunque la alopecia femenina continúa siendo poco diagnosticada en sus fases iniciales, existen herramientas clínicas eficaces para su detección y tratamiento. La visibilización del problema, junto con la mejora de las técnicas terapéuticas, está permitiendo que muchas mujeres puedan abordar esta situación con mejores expectativas y soluciones más accesibles.

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