Carlos Sánchez Polo

Carlos Sánchez PoloRR.SS.

Entrevista | Carlos Sánchez Polo, psicólogo

«Las autolesiones son una estrategia para desconectar de un dolor más emocional»

El psicólogo Carlos Sánchez Polo habla sobre la ansiedad y sus consecuencias

enfrentarse a situaciones que pueden resultar estresantes ya sea en las relaciones sociales y familiares, el trabajo o los estudios pueden ocasionar cuadros de ansiedad, una emoción diseñada para informarnos de lo que sucede a nuestro alrededor como si fuera una brújula. Ahora bien, el psicólogo especializado en Terapia Cognitivo-Conductual en población infanto-juvenil, Carlos Sánchez Polo, afirma que para que estas respuestas automáticas de nuestro organismo funcionen correctamente tenemos que aprender a razonarlas bien.
Se habla mucho de la ansiedad, pero ¿qué es realmente?
–La ansiedad es una emoción. Y las emociones son respuestas de nuestro organismo para responder a las demandas de nuestro contexto. La tristeza sirve para ser consciente de la pérdida y de lo que nos importa, el enfado para poner límites, la culpa para enmendar nuestros errores, la ansiedad o el miedo para protegernos del peligro…
Por lo tanto, las emociones son buenas, puesto que están diseñadas para informarnos de lo que sucede. Son una brújula.
Ahora bien, que estén diseñadas para guiarnos, no quiere decir que siempre nos orienten hacia un buen resultado. Para que estas respuestas automáticas de nuestro organismo funcionen correctamente tenemos que aprender a razonarlas bien. La razón y la emoción integradas y entrenadas van a ser la clave en este proceso.
Os pondré un ejemplo: si voy por la calle de noche y veo a un hombre encapuchado venir con una actitud agresiva hacia a mí, de manera automática se activará el miedo, de forma que, al escucharlo y razonarlo, seguramente tome la decisión de salir corriendo. Pero, ¿y qué ocurre cuando ya no me atrevo a salir porque pienso y siento que todo el mundo puede hacerme daño? Ahí es cuando no estamos haciendo un buen razonamiento de la ansiedad.
¿Por qué, de unos años a esta parte, ha aumentado el número de adolescentes y jóvenes que afirman tener ansiedad?
–Es una pregunta muy difícil de resolver. Si os parece, lo responderemos con hipótesis. Una muy relevante es la cantidad de estresores a los que hemos estado sometidos y seguimos estando. Una pandemia, una guerra en Europa, una crisis económica inminente… Esto afecta a todos los sectores de la sociedad, inevitablemente. Son detonantes que lo que han hecho es activar o intensificar el malestar de muchas personas. Tenemos nuestra parcela de control para intentar estar bien, pero a la vez estamos muy condicionados por lo que nos rodea.
Otra muy plausible es el estilo de educación permisivo más predominante en la actualidad. El sobreproteccionismo y la falta de límites quiebra de manera directa la autoestima del individuo, puesto que no se demuestra su capacidad de hacer frente a los inconvenientes.
Y, para terminar de responder a esta pregunta, responderé formulando yo una. ¿Ha aumentado la ansiedad o es que ahora se le está poniendo un nombre a lo que ya existía?
¿Cómo se les puede enseñar a canalizar esa inquietad o nerviosismo?
–De nuevo, esto es una pregunta muy difícil de responder. Cada individuo es único. Quizás, un primer criterio general, es la empatía. Intentemos comprender qué les preocupa. Rasquemos, empaticemos, escuchemos, estemos verdaderamente presentes con lo que nos están diciendo.
La conversación empática puede ser una gran aliada. Y, por supuesto, desde un criterio más individualizado, veamos qué recursos tiene, qué factores de protección le rodean, e intentemos orientarles al máximo hacia ellos.
Ayudémosles a que conecten con sus hobbys, con amigos seguros y sólidos, con familiares relevantes…
Y, por supuesto, que entiendan lo que es la ansiedad. Entender es el primer paso para gestionar. Ahora hay muchísimas páginas de divulgación que nos pueden ayudar a enseñarles. O incluso en un espacio terapéutico si así lo requiere la situación. La prevención es la clave de cara a sanar.
En los últimos años han aumentado las autolesiones en adolescentes ¿por qué lo hacen? ¿Qué debe hacer la familia?
–Las autolesiones, muchas veces, tienen una finalidad suicida. Pero esto no siempre es así. Pueden servir como auto-castigo, como una vía para pedir ayuda, como una estrategia para desconectar de un dolor más emocional… Incluso pueden tener un punto adictivo, ya que ofrecen la posibilidad escapar momentáneamente de una preocupación.
Muchas veces el argumento implícito es: «Cuando me corto sólo pienso en esa acción y solo siento ese dolor físico, de manera que puedo desconectar de otras preocupaciones más complejas»
Y es cierto que están aumentando considerablemente. O al menso se están visibilizando más. Hay varias hipótesis al respecto. Una de ellas es la de la imitación. Se suele ver cómo se expande muchas veces en grupos de amigos o amigas. Observan como el compañero lo hace y prueban. Y, si les funciona, siguen con ello. A veces actúa como una verdadera epidemia.
Por eso es muy importante hablar de ello y visibilizarlo. Es la única manera de que entiendan el peligro que implica y, sobre todo, de que den con otras estrategias para lidiar con el malestar del día a día.
¿En qué medida influyen las redes sociales?
–De varias maneras pueden influir. Como decía, pueden convertirse en un canal para divulgar y contagiar a otros de estas estrategias de autorregulación tóxicas. Y, por otro lado, ya es un hecho que el uso de redes sociales excesivo y mal canalizado es un factor de riesgo enorme. Pueden convertirse en una verdadera fuente de comparación y frustración. Para algunas personas es su botón rojo para conductas de lo más disfuncionales.
¿Qué debemos hacer si nuestro hijo, hermano o pareja afirma sentir ansiedad?
–Como he comentado en párrafos anteriores, la clave es empatía y comprensión. Insisto en que un espacio de conversación, libre de juicio, puede ser nuestro mejor aliado. Pero sin caer en la trampa de intentar solucionar su problema, ya que a veces no podemos y suele generar un sentimiento de incomprensión.
Escuchemos, empaticemos de verdad y ofrezcámosle nuestro mano en todo lo que podamos.
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