Síndrome del túnel carpiano

Síndrome del túnel carpianoGTRES

Síndrome del túnel carpiano: ¿en qué consiste? ¿Cómo identificarlo y tratarlo?

Se trata de una afección a la que se le estima, en la actualidad, una prevalencia del 5 al 10% de la población

Dolor en las muñecas, hormigueos en los dedos, despertarse en medio de la noche con la mano 'dormida o acorchada', tenedores o vasos que se caen al suelo al intentar agarrarlos… varias son las formas de presentación del síndrome del túnel carpiano (STC). Pero, ¿en qué consiste esta afección? ¿Cómo identificarla y tratarla?
Los nervios periféricos, como cualquier otra estructura orgánica del cuerpo humano, están supeditados a enfermedades. La afectación más frecuente que padecen, de forma individual, es el atrapamiento en espacios anatómicos estrechos, entre huesos y tejidos.
Por el brazo, hasta el antebrazo y la mano, descienden fundamentalmente tres nervios:
  1. El nervio radial, que recoge la sensibilidad de la cara posterior de brazo, antebrazo y mano, y que también se encarga de la extensión del codo, la muñeca y los dedos.
  2. El nervio cubital, que desciende por la cara interna del brazo y antebrazo, donde recoge la sensibilidad. También recoge la sensibilidad de los dedos anular, en su borde externo, y meñique. Inerva a la mayoría de los músculos de la mano.
  3. Y el nervio mediano, que desciende por el segmento anterior del brazo y antebrazo, y que después del codo se bifurca en dos ramas, una motora profunda, el interóseo anterior, y otra más superficial y mixta. Esta rama, en esencia, es la que atravesará la muñeca a través del túnel del carpo. A nivel distal del túnel recoge la sensibilidad de los tres primeros dedos y la del borde medial del cuarto, e inerva a varios músculos de la eminencia tenar, los cuales se encargan de parte de la movilidad del pulgar.

Estructura osteofibrosa

El túnel carpiano es una estructura osteofibrosa, con suelo y bordes laterales constituidos por esqueleto óseo, los ocho huesecillos del carpo, y un techo fibroso, conocido como retináculo flexor, contiguo a la cara anterior de la muñeca. Es una estructura pequeña, de unos 2.5 cm de largo por 2.5 cm de ancho. A través de él pasan, de manera relativamente compacta, el nervio mediano y nueve tendones flexores.
La afectación más frecuente del nervio mediano es el atrapamiento o compresión en este punto anatómico, y puede ser de dos tipos: idiopático, el cual es el mayoritario, y cuya causa última se desconoce; y el secundario a lesiones ocupantes de espacio, como gangliones, tenosinovitis o fracturas de epífisis radial o de los huesos del carpo, entre otras. Al margen de la causa, la fisiopatología es compartida: el atrapamiento lleva a un peor aporte vascular del nervio, que acarrea peor funcionalidad, con desmielinización y pérdida axonal, y progresivamente a cambios morfológicos como el edema y la fibrosis. De ahí el apelativo de síndrome, pues se trata de una entidad clínica y fisiopatológica común, con distintas etiologías, siendo la mayoritaria la idiopática.

Más frecuente en mujeres

El STC fue originalmente descrito por Paget J. en 1854. Se trata de una afección a la que se le estima, en la actualidad, una prevalencia del 5 al 10% de la población en países occidentales. Es más frecuente en mujeres, entre la quinta y sexta década de la vida, y sobre todo en aquellas con ocupaciones laborales que requieran el uso repetitivo de la articulación de la muñeca o los dedos, como la hiperflexión o extensión continuada. Es por esto que está considerada una enfermedad profesional, según el Real Decreto 1299/2006. Otros factores de riesgo para el desarrollo de STC son la diabetes mellitus, el hipotiroidismo, la polineuropatía, la artritis reumatoide o los traumatismos previos sobre la muñeca o la mano, así como la gestación en la mujer.
La forma de presentación es sinuosa y bastante estereotipada. Los pacientes relatan, en los estadios leves, hormigueos en los dedos corazón y borde medial del anular, con predominio nocturno, cuando están en reposo, y en ausencia de otros estímulos externos. De manera paulatina, los hormigueos se incrementan y se extienden a los dedos pulgar e índice, pudiendo aparecer dolor en la muñeca y sensación de descargas eléctricas que ascienden hasta el codo. A esto se acompaña pérdida de fuerza, que puede objetivarse al agarrar objetos, abrocharse los botones de la camisa, etc. Estamos hablando ya de estadios moderados.
Finalmente, y de forma paradójica, las molestias sensitivas desaparecen. El paciente ya no relata hormigueo o dolor, y si lo siente es menos intenso. En cambio, aparecerá mayor debilidad e incluso atrofia muscular en la eminencia tenar. Se trata, pues, de casos graves. Esta es la evolución clínica característica del STC idiopático, y mayoritario.
A partir de aquí, para el correcto manejo del STC, el primer paso es acudir al médico, que, tras una adecuada historia clínica valorará, mediante una exploración física, la presencia de signos sugestivos como el de Tinel o el de Phalen. Ya que puede plantear dudas en el diagnóstico diferencial con la radiculopatía cervical C6-C7 o una polineuropatía, solicitará las pertinentes pruebas diagnósticas.

Cómo se diagnostica

Sin género de duda alguno, la prueba de referencia es la electroneurografía (ENG), que hasta la fecha es la que tiene mayor sensibilidad y mayor capacidad de clasificar esta neuropatía como leve, moderada o grave. En ella se aplican corrientes eléctricas de pequeña intensidad sobre el nervio, a través de la muñeca hasta los dedos. A grosso modo, sería el análogo del EKG en el corazón, pero para el nervio.
Por otra parte, las pruebas de imagen tienen un rendimiento diagnóstico inferior. La radiografía puede ser útil en casos de traumatismo previo y sospecha de fractura subyacente. Por su parte, en la última década se está extendiendo el uso de la ecografía como complemento a la ENG.

Tratamientos

En función de los resultados, se prescribirá el tratamiento más apropiado. En la mayoría de los casos está indicado el uso de férulas de descarga nocturna, pues estiran los dedos y sus tendones flexores, lo que permite que exista mayor espacio dentro del túnel y mejore la vascularización del nervio. A partir de estadios moderados, está indicada la reparación quirúrgica, que, según las series, hasta en un 85 % de los casos presentan resultados satisfactorios. Otras alternativas a la intervención, ya en estadios avanzados, son los bloqueos anestésicos, que suprimen las molestias sensitivas, pero no actúan sobre la evolución de la enfermedad.
Primero fue la concienciación sobre las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, más recientemente le ha tocado el turno a las enfermedades mentales y a los trastornos del sueño. Parejo a éstas debe caminar el STC. Es necesario concienciar a los lectores de que no es sinónimo de salud vivir con hormigueos o dolor en los dedos o en la mano.
  • Pablo González Uriel es especialista en Neurofisiología Clínica
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