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20 de abril de 2024

Viandantes pasan delante de un establecimiento con ofertas de Black Friday en Ámsterdam

Viandantes pasan delante de un establecimiento con ofertas de Black Friday en ÁmsterdamEFE/EPA/Ramon van Flymen

Consumo

Por qué comprar en Black Friday sale más caro de lo que crees

El disparo del consumo oculta el gran impacto medioambiental que se produce a causa de la fabricación de productos a gran escala

La importación del Black Friday desde el otro lado del Atlántico lleva ya varios años dejando cifras estratosféricas de compraventa en España, con un número cada vez mayor de empresas y establecimientos que se abonan a esta estrategia mercantil del último fin de semana de noviembre para rentabilizar la alta demanda de cara a la temporada navideña.
Camiones, furgonetas y vehículos de reparto recorren los días previos y posteriores al Black Friday –que este año se celebrará mañana viernes, 26 de noviembre– las carreteras de todo el país para entregar los numerosos pedidos que se encargan. Algo que, además de un aumento del consumo, también se traduce en el incremento de la contaminación atmosférica y medioambiental.
Los factores que influyen en esta huella no tienen únicamente que ver con las emisiones del combustible empleado para el transporte. Los embalajes de los artículos, entre plásticos y cartón, son otro de los agravantes que contribuyen al deterioro ambiental a causa de la complicada gestión de los residuos. Por último, los aparatos electrónicos que se desechan en sustitución de los nuevos también provocan un degradación del entorno, ya que suelen acabar en vertederos en los que desprenden productos tóxicos como plomo y mercurio, que a su vez terminan en el agua, el aire y el suelo.
Pero el daño al entorno natural no termina ahí. La ropa, otro de los productos más demandados en el Black Friday, ha reducido a la mitad su vida útil desde hace ya varios años a causa del aumento de las compras, lo que genera millones de toneladas. Este incremento de la demanda precisa de un mayor consumo de recursos y materias primas, lo que se traduce en grandes cantidades de agua y en productos químicos que se acaban vertiendo al mar.
La falta de reciclaje de muchos de estos productos –el 75 % de los residuos electrónicos y el 90 % de los que contienen plásticos no se reciclan correctamente en España– provoca que el Black Friday sea, en términos medioambientales, una de las fechas más nocivas de todo el año para la preservación de nuestro planeta.

La iniciativa de Madrid

Para paliar este impacto, el Ayuntamiento de Madrid promueve este año la segunda edición de la campaña Reciclar tiene su punto con el objetivo de informar a los ciudadanos sobre la importancia del correcto uso de los puntos limpios municipales, así como de reciclar sus residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE).

A través de esta iniciativa, impulsada por el Consistorio con la colaboración de varios de los sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor (SCRAP) que operan en la capital, se informa sobre las obligaciones y derechos de los ciudadanos en materia de reciclaje, con especial atención sobre los denominados RAEE.

La campaña cuenta con una amplia difusión tanto en medios de comunicación como en redes sociales y a través de distintos eventos informativos que se realizarán en los 21 distritos de la ciudad. En ella se informa sobre el correcto reciclaje de este tipo de residuos, contribuyendo de esta manera al impulso de la economía circular y a la protección del medioambiente.

En la actualidad, el Ayuntamiento de Madrid cuenta con 16 puntos limpios fijos en los que se recogen los residuos especiales o peligrosos. Además, en los últimos años se ha ampliado esta red con la incorporación de 70 puntos limpios de proximidad, instalaciones de menor tamaño y los ubicados permanentemente en algunas dependencias municipales y con el incremento de las paradas que los puntos limpios de movilidad hacen a lo largo y ancho de la capital, hasta las 351 actuales.

En estos puntos limpios móviles y de proximidad los ciudadanos pueden depositar, para su posterior reutilización o reciclaje, sus residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) de pequeño tamaño como planchas, batidoras, tabletas, dispositivos móviles y otros como bombillas de bajo consumo o cartuchos de tóner.

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